Investigación

La fundación de Pablo Iglesias vendió dosieres de políticos del PP a la dictadura chavista

El Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), fundación que controlaba la actual cúpula de Podemos, elaboró dosieres sobre políticos españoles para la dictadura chavista previos a las elecciones generales de 2011. En uno de ellos, bajo el título ‘La política exterior española respecto a América Latina y a Venezuela en caso de victorias electoral de la derecha’, retrataba a los posibles ministros de Asuntos Exteriores en caso de que el Partido Popular llegara al poder: Jorge Moragas, Gustavo de Aristegui y Javier Rupérez aparecen en el documento con un amplio perfil biográfico y currículum político.

Todavía va más allá. El dosier repasa la política exterior de los gobiernos de José María Aznar a la que califica como «apegada a las directrices de EEUU» y a continuación detalla cómo el Gobierno español favoreció el boicot a Cuba en los organismos internacionales y facilitó «la financiación de la disidencia en Miami» o el apoyo al Plan Colombia. Pero lo que llama poderosamente la atención es cuando califican la actitud de Aznar y su Gobierno de «golpista durante el golpe de Estado en Venezuela en 2002».

CEPS realizó un informe de 30 páginas fechado el 17 agosto de 2011 en el que alertaba de los riesgos que podría suponer para el régimen chavista la victoria del PP en las próximas elecciones legislativas. En este contexto, los asesores españoles de la fundación que pilotaban Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Luis Alegre y Juan Carlos Monedero no dudaron en prever que el PP presentaría una amenaza para el régimen chavista en política exterior: “Acusar a Venezuela de albergar (e incluso entrenar) a miembros de ETA y las FARC (aunque en este caso la retórica será modulada en función de la relación entre Colombia y Venezuela y del desarrollo del proceso de paz en el País Vasco)”. En dicho informe, incluían también como posible amenaza «una línea más dura que la del Gobierno Obama respecto a lo que llama gobiernos populistas y apoyo a la oposición».

Por otro lado, los autores del dosier que vendió CEPS a Venezuela vinculaban al PP con una visión retrógrada de los grandes acontecimientos de la historia de España: «La identidad nacional española con la que se reconoce la derecha está construida de mitos y tradiciones vinculados al descubrimiento de América, a la Reconquista, a la expulsión de árabes y judíos, a las glorias de un imperio en el que no se ponía el sol y al poder simbólico de la monarquía».  Este ideario, según los asesores chavistas, llevaba a un planteamiento a todos luces horrendo para los autores del texto: «Esta identificación de la identidad española con la empresa colonial se ejemplifica con el hecho de que el 12 de octubre fuera declarado como fiesta nacional y día de la Hispanidad».

Para CEPS este análisis no es un reproche arcaico ni fútil. «Estos elementos configurados del imaginario español más retrógrado tienen más trascendencia de lo que podría parecer en la política exterior de la derecha, que siempre ha mantenido una actitud paternalista hacia América Latina».

De la conquista de América, los asesores pasan a la crítica a los postulados y la vinculación de José María Aznar y George Bush. «Durante los gobiernos de Aznar la política exterior española estuvo apegada a las directrices de EEUU, entre cuyos ejemplos más claros destacan tanto la actitud hacia Cuba, favoreciendo su boicot en los organismos internacionales y la financiación de la disidencia en Miami o la actitud pro-golpista durante el golpe de estado en Venezuela en 2002».

Los estrategas de CEPS no olvidan mencionar «la vinculación de algunos de sus ministros de Exteriores de entonces con poderosos grupos financieros españoles» y cómo «el Gobierno de Aznar entorpeció la labor de la justicia en la investigación de crímenes de lesa humanidad en Chile y Argentina».

A partir de tal temor, los asesores del chavismo plantearon tres nombre de supuestos ministros de Exteriores del PP, Jorge Moragas, Javier Rupérez y Gustavo de Aristegui.

Hicieron una dossier de cada uno, pero el más extenso fue sobre Jorge Moragas: citaron todo su extenso currículo, en el que incidían en su relación con José María Aznar, bestia negra del chavismo por considerarlo patrocinador de planes desestabilizadores.

Gustavo de Aristegui fue retratado en lo personal y en lo profesional como «uno de los puntales de las posturas más belicosas frente a Cuba, Venezuela y Bolivia». Sobre Javier Rupérez  invocan que su principal aval para ser ministro es su amistad con Mariano Rajoy, «pero no está en el cogollo de la política exterior de los populares».