Corinna: «El sultán de Omán regaló a Juan Carlos I un piso en Londres que luego vendieron por 50 millones»
Corinna: «Juan Carlos I se lleva el dinero a Zarzuela, allí tiene una máquina para contar billetes»
Corinna: «Yo le he visto contar el dinero con mis propios ojos, se pone como un niño»
Corinna: «El dinero llega a Torrejón en maletas, lo saben su jefe de seguridad, su secretario y su ayudante»
En la segunda conversación que Villarejo grabó a Corinna Sayn Wittgenstein en el restaurante Santini de Londres, en octubre de 2016, la ex compañera sentimental de Juan Carlos I le reconoce que su ex pareja recibió como regalo del sultán de Omán –ella lo llama “emir”– un lujoso apartamento en la exclusiva zona londinense de Belgravia. La vivienda de varios cientos de metros cuadrados estaba valorada en más de 50 millones de libras, unos 55,5 millones de euros, y estaba ubicada cerca de la Embajada española.
Sin embargo, según su relato, el Rey Emérito nunca llegó a disfrutar esta vivienda, ya que insistía en ponerla a su nombre, pero Corinna le disuadió porque no podría justificar legalmente cómo la había comprado. Finalmente, la vivienda fue vendida por una cifra que ronda los 50 millones de libras.
La princesa alemana, que desconocía que la estaba grabando, le confiesa al comisario Villarejo: “Es como lo del piso aquí en Londres que le regaló el emir de Omán. Lo han vendido a alguien que ha pagado 50 millones de libras. Lo ha vendido hace poco a otro árabe, un joven. Ha sido una venta inside” (‘secreta’, en inglés).
A lo que Villarejo le aclara: “Falsa”. Y Corinna lo corrobora: “Sí, falsa”.
La princesa alemana se refería a un apartamento de lujo que adquirió el sultán de Omán, Qabus bin Said, para Juan Carlos I, en uno de los barrios más adinerados de la capital británica, donde se encuentran un gran número de embajadas. Podía significar, sin duda alguna, un pago en especie para quien seguía ostentando la condición de Rey de España.
Se daba la circunstancia de que Juan Carlos I había visitado al sultán en el Palacio Al Alam en un viaje oficial a Muscat, la capital de Omán, a finales de abril de 2014, dos meses antes de su abdicación. El primer mandatario omaní llevaba en el cargo desde hacía 44 años, cuando derrocó a su padre. En aquellas fechas, varias empresas españolas aspiraban a conseguir una parte de la concesión de un proyecto ferroviario de 2.250 kilómetros que unía toda la costa del Golfo. Las vías férreas de aquella macro obra surcaban el territorio del sultanato de Omán. Todo daba a entender que se repetía la misma fórmula del AVE Medina-La Meca, en Arabia Saudí, que ha acabado con Juan Carlos I en el Tribunal Supremo.
Una historia rocambolesca
Durante la velada gastronómica, Corinna le aclara al comisario, mientras éste la sigue grabando sin que ella se percate, la rocambolesca historia de la vivienda londinense: “Tenía una reunión con Canonica y el primo sobre algunas operaciones que había realizado sin mi conocimiento… Sin mi autorización y sin ninguna firma. Quería deshacerlo. Nada. Fuera. Cero. Como la casa de Londres del emir de Omán. Encontraron un piso extraordinario delante de la Embajada (de España) que podía utilizarse como casa de huéspedes. Se terminó en agosto de 2015, pero nunca pudo entrar en la casa. Quería tenerla a su nombre”.
Según confiesa la princesa alemana a Villarejo, la vivienda de lujo, aunque la decoró ella misma a petición de su entonces pareja sentimental, nunca fue ocupada por el ex monarca. Las obras culminaron en 2015, un año después de que Juan Carlos se convirtiera en Rey Emérito.
La mansión era para Su Majestad (SM) porque Corinna con anterioridad ya había comprado otra vivienda familiar en el mismo barrio de Belgravia.
Pero no ocupar el apartamento no significaba que el ya Emérito renunciara a su contravalor en el carísimo mercado inmobiliario londinense. Renunciaba al ladrillo -mas bien, al mármol- pero exigió reconvertir su valor en dinero cash. Corinna se lo cuenta a Villarejo con detalles:
“El de Omán se lo ha vendido a los de Abu Dhabi. El de Omán la ha vendido por menos del precio de su compra. Por 50 (millones de libras)… Esta gente quería ayudarle… Yo le dije que la vivienda podía estar a nombre de un trust, ellos pagan los gastos y él podía usarla de por vida”.
Según la princesa alemana, ella se esforzó para convencer al entonces Rey de que era un error registrarla a su nombre porque, luego, debería justificar la procedencia del dinero para disponer de una mansión de lujo en el barrio residencial de Belgravia. Una zona en la que el metro cuadrado puede superar hasta los 60.000 euros, cuando en los distritos de Salamanca o de Retiro, los más caro de Madrid, su valor puede estar en torno a los 10.000 euros.
En el barrio de Belgravia además de los metros cuadrados se paga la calidad y el valor histórico de los palacetes o de los edificios rehabilitados. Basta con acudir a las páginas de ofertas de las inmobiliarias londinenses para entender el gran nivel del mercado de la vivienda: las más singulares pueden alcanzar un precio de entre 30 y 50 millones de libras.
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