Las cintas del complot de los Mossos contra la Policía con la ayuda del CNI y sus confidentes

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Manuel Cerdán

OKDIARIO ha conseguido las cintas de los interrogatorios judiciales a los que fueron sometidos dos inspectores del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) tras ser acusados por los Mossos de filtrar a una célula yihadista de Tarrasa las investigaciones que ellos realizaban en secreto.

La denuncia de la policía autonómica catalana provocó que el juez Santiago Pedraz, titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, abriera una pieza separada en la conocida como operación Caronte contra los policías de la Brigada de Información de Barcelona por los delitos de revelación de secretos y colaboración con organización terrorista.

Tras la denuncia se ocultaba una campaña de desprestigio de los Mossos contra el CNP para lograr una mayor autonomía en el acceso a la información del Estado y convertirse de facto en la Fuerza de Seguridad de una hipotética República Catalana, en medio del proceso de independencia que ya había puesto en marcha Artur Mas. La iniciativa partía de la Comisaría de Información de los Mossos, entonces en manos de Josep Lluis Trapero.

En la operación de acoso, en la que pretendían aprovecharse de la Audiencia Nacional con fines espurios, los Mossos contaban con una ventaja: la colaboración del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que les proporcionaba cobertura en la operación Caronte, y los confidentes que los servicios secretos habían logrado infiltrar en redes yihadistas de Cataluña y habían cedido a Trapero para rematar sus investigaciones.

OKDIARIO ha conseguido las grabación de los interrogatorios, en diciembre de 2014, del juez Pedraz y la fiscal Blanca Rodríguez al inspector jefe Manuel G.T, responsable de la sección II de la Brigada de Información de Barcelona y de uno de sus subinspectores, a quienes pretendían relacionar falsamente con un chivatazo a los yihadistas. Al menos, ese era el testimonio de dos confidentes de los servicios secretos que, en esos momentos, colaboraban con los Mossos.

Reuniones con el CNI

La Policía autonómica también disponía de un agente encubierto dentro de la red yihadista que avalaba el testimonio de los colaboradores. Todo enfocado a desacreditar la labor de la Policía que hasta esa fecha había realizado grandes operaciones antiterroristas en Cataluña.

El inspector jefe Manuel G.T. negó cualquier filtración y explicó que la Policía mantenía abierta otra investigación al mismo tiempo que los Mossos, algo que incomodó al Cuerpo autonómico: “Jamás dijimos a Soldado que los Mossos estaban investigando a la red yihadista ni que nosotros tuviéramos abierta una investigación. Rotundamente no”.

Manuel G.T intentó explicar al magistrado Pedraz los antecedentes del caso, centrado en la aproximación de un confidente del CNI, llamado Hassan Zakari, que se ofreció de colaborador a la Brigada de Información. El inspector jefe declaró que el tal Zakari, ciudadano marroquí, les había dicho que trabajaba para los servicios secretos. “Me consta que la Comisaría General de Información se reunió con el CNI para confirmar la identidad”, le confesó al magistrado.

Pero el juez Pedraz cortó de raíz el giro que estaba adquiriendo el interrogatorio: “Esa investigación no tiene nada que ver…. No hace falta que nos cuente investigaciones abiertas”.

El funcionario policial, no obstante, le hizo saber al juez que visitaron a los Mossos porque el confidente les había desvelado que el CNI estaba colaborando con la policía catalana en la operación Caronte.

Los confidentes conversos

El juez y la fiscal insistieron en que estaba acusado por filtrar el desarrollo de las pesquisas a los yihadistas investigados. “La frase exacta es que el jefe de la Policía les ha dicho que los Mossos están investigando a todos”, le recriminaba el juez, repitiendo la frase de uno de los confidentes islamistas.

Los testimonios de Carlos Soldado, conocido en el entorno musulmán por Youssuf y miembro del movimiento Tabligh al Dawa, y Esteban Pallarolas, dos españoles conversos al Islam, eran la única prueba contra los policías. La confesión de ambos islamistas estaba contaminada por sus relaciones en los Mossos.

La declaración de Soldado era contundente, como se puede escuchar en los audios reproducidos por OKDIARIO: “Me dicen que hay una investigación por parte de los Mossos y que ellos –los policías– también están investigando. Que tenemos que hablar con ellos antes de que haya una acción de los Mossos”.

La declaración del otro colaborador, Pallarolas, es un calco de la de Soldado. Insiste en la versión de que la Policía les adelantó que los Mossos investigaba a la célula yihadista. Pallarolas, que reside en Ceuta, manifestó que conocía a los agentes desde hacía dos años cuando fue visitado por ellos.

En medio de las investigaciones contra los dos policías, el propio departamento de Interior de la Generalitat reconoció a un medio de comunicación, tras la redada de la operación Caronte contra una célula yihadista del ISIS en Tarrasa, que la relación entre el Cuerpo de Mossos y el CNI había sido “fluida, puntual y eficaz”. Los servicios secretos españoles, entre otras coberturas, había facilitado al infiltrado de los Mossos en la trama del Daesh la documentación de su doble identidad. El agente encubierto era un joven de 30 años nacido en Bamako, Mali, pero que trabajaba para la Policía autonómica.

Finalmente, el 17 de febrero de 2015, el Juzgado Central de Instrucción número 1, con el visto bueno de la Fiscalía, decidió el sobreseimiento provisional y archivo de la pieza secreta instruida contra los dos policías. La operación de acoso de los Mossos, con la ayuda de los confidentes y agentes del CNI, había fracasado.

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