Investigación

Así describían los ‘espías’ de CEPS a Moragas, Arístegui y Rupérez en sus informes

Uno de los informes más llamativos vendido por la fundación CEPS a la dictadura chavista tenía que ver con los futuros candidatos a ministro de Asuntos Exteriores si el Partido Popular ganaba las elecciones generales de 2011. Jorge Moragas, Gustavo de Aristegui y Javier Rupérez eran los tres políticos descritos en el mismo con todo lujo de detalles.

Javier Rupérez. Del que fuera embajador de España ante la OTAN y en Estados Unidos, realizan una amplia descripción de su carrera política, los cargos que ocupó, incluso se remontan a su trayectoria en la transición diciendo que «tras formar parte de la Unión de Centro Democrático, el partido de derechas que gana las primeras elecciones tras la muerte de Franco a finales de los 70, participa en diversas agrupaciones democristianas con modestos resultados electorales».

También destacan de él los distintos libros y artículos que ha escrito, pero hacen especial mención a varias entrevistas en las que refleja su pensamiento en cuanto a la política exterior de España.

Para finalizar, aseguran que «su principal aval para ser ministro es su amistad con Mariano Rajoy pero no está en el cogollo del diseño de la política exterior de los populares».

Jorge Moragas.El dosier fabricado por la fundación de Pablo Iglesias y Monedero describía a Moragas como el político con más posibilidades de ocupar la cartera de Exteriores en 2011. Además de citar su currículo y su trayectoria política, el documento describía los hitos negativos del jefe de gabinete de Rajoy.

Los asesores del chavismo recordaron a su  generoso cliente, 4,2 millones facturados por los informes, que Moragas anunció la presencia de representantes del PP en las elecciones de 2010 para garantizar “que hubiera alternativa real al Gobierno de Hugo Chávez”. Los ideólogos chavistas, hoy en Podemos, restregaron la traca final de la frase de Moragas: “Queremos que Chávez abandone por la vía democrática y pacífica sus responsabilidades políticas”. Pero Moragas hizo algo peor, a juicio de los asesores controlados por la fundación de Iglesias. En octubre de 2010, cuando un juez español sostuvo que Venezuela adiestraba a etarras, el jefe de gabinete de Rajoy pidió “una protesta enérgica con todas sus consecuencias ante Venezuela”.

En otro apartado incidían en su relación con José María Aznar, bestia negra del chavismo por considerarlo patrocinador de planes desestabilizadores. Los autores del escrito consideraban que era «el nombre que suena con más fuerza para ocupar la cartera de Exteriores».

 

 

 

 

 

 

Gustavo Aristegui. Los asesores destacaban lo siguiente: desde lo personal, «casado en segundas nupcias con Nadia Khalfi, una mujer de la alta sociedad marroquí», su currículo —detallado con todo lujo de detalles, citan hasta sus condecoraciones- y su bibliografía, de la que destacan que «en su último libro denuncia las relaciones entre dirigentes como Hugo Chávez, Fidel Castro, Mahmud Ahmadineyad o Kim Jong-il».

A continuación, el dosier pasa a criticar sus actuaciones: «Ha sido uno de los puntales de las posturas más belicosas frente a Cuba, Venezuela y Bolivia». Recuerdan al régimen chavista que hizo unas declaraciones en plena jornada de reflexión lo que supuso que Chávez sopesara expulsarlo del país. «Aunque esta finalmente no se produjera durante unas horas el político logró ser el centro de la agenda mediática en ambas orillas. A su regreso a España esto le convirtió en un experto en sobre los procesos electorales en Venezuela».

El informe de los tres políticos del Partido Popular termina, a modo de resumen, con duros calificativos hacia Moragas y Aristegui: «Con diferencia, los dos últimos políticos han centrado buena parte de sus discursos en atacar y erosionar la política exterior del Gobierno español —en ese momento con Zapatero al frente del Ejecutivo y Moratinos como titular de Exteriores— sobre todo la desarrollada en América Latina, en torno a tres temas recurrentes: la política de diálogo con Cuba, la necesidad de una actitud beligerante frente a Venezuela y el resto de gobiernos ‘populistas’, y la exigencia de apoyo al gobierno golpista de Porfirio Lobo».