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¿Motosierra o bisturí? La pesadilla económica que le espera a Milei tras 16 años de cleptocracia kirchnerista

Milei tendrá que actuar con la precisión de un Tedax para desactivar las Leliqs

Javier Milei dijo tras aplastar al peronismo en las elecciones del pasado 19 de noviembre que la esperanza había vencido al miedo. Lo cierto es que a sólo horas de su investidura, cuando se trata del bolsillo, entre los argentinos no cunde el optimismo sino el pánico. «Ésto el lunes se va a la mierda», dicen dando por descontada otra brutal devaluación del peso. No es culpa de Milei sino la herencia K: 44% de pobreza -diez puntos más que cuando asumieron Cristina Kirchner y Alberto Fernández- que se traducen en 20 millones de pobres, cuatro de ellos por debajo de la indigencia.

La consecuencia son largas filas de gente en los supermercados para hacerse con alimentos, gasolina y productos básicos que han sufrido aumentos del 40% y hasta 50% en apenas una semana. Las empresas se anticiparon a la devaluación. Es el eterno temor al «ajuste», el nombre que recibe la costosa herencia que un presidente suele dejar a otro en Argentina desde hace décadas.

Una economía en ruinas es lo que deja la cleptocracia kirchnerista, plasmada en años de corrupción y saqueo donde el dinero robado era tanto que no lo contaban: lo pesaban. Literalmente. En bolsos, mochilas y bolsas de basura, como a los empresarios K que pillaron in fraganti en la financiera La Rosadita lavando dinero de contratos públicos.  Para que se den una idea de hasta dónde llega la desfachatez de la casta kirchnerista, a 24 horas de irse, el presidente Alberto Fernández ha firmado un decreto para que el Estado -es decir, los impuestos de los argentinos- le pague su custodia en todo el mundo.

Argentina se queda sin financiamiento

El problema de la Argentina es que se ha quedado sin financiamiento externo, tiene un atraso cambiario bestial, y una distorsión de los precios relativos a punto de explotar. «Estas distorsiones son evidentes cuando se observa que un café en la Ciudad de Buenos Aires pueda llegar a costar 2.000 pesos, mientras que el billete de autobús no supera los 75 pesos», ponía como ejemplo La Nación.

Si a esto se le suma la falta de reservas en el Banco Central, el escenario que emerge es apocalíptico: hiperinflación o default. Los argentinos dan por descontado que Milei sacará la motosierra: un recorte del gasto público sin precedentes para paliar los efectos de la era kirchnerista: una inflación del 140%, un dólar ficticio en 1.000 pesos (costaba 70 pesos cuando asumió Fernández), el poder adquisitivo cayó entre 13% y 34% y la deuda pública que creció en más de 100.000 millones de dólares.

Una bomba de relojería: las Leliqs

Otro piensan en un bisturí para extirpar el tumor de las letras de liquidez conocidas como Leliqs. Milei tendrá que actuar con la precisión y la sangre fría de un Tedax para desactivar las Leliqs, una herramienta financiera inventada en tiempos de Macri para que los argentinos dejasen de comprar dólares. Su idea es reducir el déficit en 10 puntos del PIB a través del rescate de estas letras de préstamos remunerado y recortar en 5 puntos el gasto primario para alcanzar el equilibrio fiscal en 2024. El desarme del stock de Leliqs, que genera un déficit fiscal de 9% del PIB, y que crece a una tasa efectiva anualizada de 250%, es el mayor dolor de cabeza de Milei en estos momentos.

Porque Argentina no tiene acceso a los mercados financieros y la única forma de financiarse es con emisión monetaria. De ahí que una cosa sea recortar el gasto por licuación del gasto (generando inflación y por ende, más pobreza) y otra es recortar gasto estructural, como eliminar 11 de los 18 ministerios. Para eso hace falta coraje político, el que tuvo Carlos Menem y le faltó a Mauricio Macri.

Dolarización: ¿adiós a la medida estrella?

La dolarización, la medida estrella del presidente electo en campaña, ni está ni se le espera. «A la propuesta bandera del próximo jefe de Estado se le cayó la estructura cuando Emilio Ocampo, artífice de ese planteo, rechazó hacerse cargo del Banco Central (BCRA), algo que fue leído en el mercado como cero chances de dolarización por lo menos en el mediano plazo», explicaba el diario económico Ámbito Financiero.

Las razones son más económicas que políticas: la escasez de divisas, la falta de reservas del Banco Central, el exceso de oferta de pesos y un riesgo país que ronda los 2.000 puntos complican la viabilidad de una dolarización a corto plazo. La entrada del macrista Luis Toto Caputo como ministro de Economía -contrario a la dolarización y a la eliminación del Banco Central- fue toda una declaración de intenciones. Primero las Leliqs, luego ya veremos. «Lo traemos a Caputo para desactivar las Leliqs y evitar la hiperinflación», dicen en La Libertad Avanza. Ya veremos.