Le Mans: el más terrible accidente en la historia del automovilismo
Entre los accidentes en deportes más conocidos de la historia, está el terrible accidente del circuito de Le Mans. Te lo contamos aquí.
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El 11 de junio del año 1955, la prestigiosa carrera en Le Mans atraía la atención de todo el mundo. Un choque entre los coches de dos corredores había provocado la muerte de 83 personas y más de 100 estaban gravemente heridas.
Una competencia automovilística de primer nivel
La alineación para la carrera de las 24 horas de Le Mans de ese año fue realmente espectacular. No solo incluía pilotos de la talla del argentino Juan Manuel Fangio, Stirling Moss o Mike Hawthorn, sino que contaba con tres fabricantes en la cima de sus capacidades, Ferrari, Jaguar y Mercedes-Benz.
Ferrari era el campeón actual, y Jaguar había volcado todos sus recursos en recuperar la corona que había ganado dos años antes. Pero Mercedes-Benz, con su nueva 300 SLR, de carrocería de aleación de magnesio ultraligera, contaba con pilotos como Fangio y Moss, y creían en su victoria.
Una carrera convencional hasta la vuelta 35
Las primeras etapas de la carrera no decepcionaron y se trató de un evento de resistencia. Tanto Jaguar como Mercedes-Benz intercambiaban récords de vuelta, repetidamente. Ya entrando en la tercera hora de carrera, en la vuelta 35, se produce el desastre, en pocos segundos.
El piloto Hawthorn, está enfrascado en una feroz batalla con Fangio, que adelanta al Austin del británico Macklin, en el momento que se le indica que entre a boxes. Pero frena demasiado bruscamente y se coloca a la derecha de la pista.
Detrás de él está Macklin, que toma una acción evasiva al verse encerrado y se vuelca a la izquierda. Justo en el momento que pasaba el piloto francés Pierre Levegh, quien corre a 220 kilómetros por hora y no tiene tiempo de esquivar a Macklin.
Su rueda delantera se sube a la parte trasera del auto de Macklin y su automóvil es catapultado fuera de la pista. Levegh es despedido del coche y cae en la pista, donde muere instantáneamente. La parte trasera del automóvil estalla en llamas y la aleación de magnesio se suma a la intensidad del fuego.
El coche, desintegrado, vuela hacia la multitud. Llegan a ella los escombros, incluido el bloque del motor y la tapa del capó, a una velocidad pasmosa. Los metales afilados, cortan como una guillotina.
La carrera no se detuvo tras la tragedia
El piloto Hawthorn había sobrepasado los boxes y dio toda una vuelta más hasta volver a la zona del accidente. En las gradas, la gente usaba las pancartas publicitarias para cargar a los heridos y los muertos, y todo era un caos de gritos.
Sin embargo, imperdonablemente, la carrera no se detuvo. Esto sucedió porque la decisión tenían que tomarla los directores y fue alrededor de la medianoche cuando todos fueron contactados.
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