Historia
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Un granjero descubre este objeto por casualidad y los expertos no dan crédito del hallazgo

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En la región de Anatolia, Turquía, el agricultor Mehmet Sualp se encontró con una sorprendente revelación mientras trabajaba la tierra. A pesar de las dificultades que presentaba el suelo, comenzó a notar la aparición de azulejos de piedra y vidrio en su campo, lo que indicaba el descubrimiento de un mosaico datado entre los siglos IV y V d.C. Este mosaico destaca por su extraordinario nivel de detalle y variedad de representaciones de la fauna local. Incluye figuras de leones, cabras montesas, galgos, ciervos, jabalíes, osos y leopardos de Anatolia, además de diversas aves típicas de las marismas.

Las escenas de caza y persecuciones de animales son recurrentes, lo que aporta un dinamismo particular a la obra. Se cree que el mosaico decoraba una de las habitaciones o pasillos de un palacio aún no descubierto en la zona. Los especialistas sitúan esta pieza en el contexto del final del Imperio Romano o en los albores del Imperio Bizantino, resaltando su importancia cultural e histórica. Este hallazgo no sólo enriquece el patrimonio arqueológico de Turquía, sino que también ofrece una nueva perspectiva sobre la vida y las costumbres de la época.

El mosaico hallado por un grangero en Salkaya

Mehmet Emin Sualp se encontró con un mosaico que, tras ser examinado por expertos del Museo de Elazig, fue confirmado como un mosaico de aproximadamente 84 metros cuadrados, posiblemente datado en el periodo romano tardío o en los inicios del bizantino.

El descubrimiento del mosaico es especialmente notable por la calidad de sus detalles artísticos. Los investigadores señalaron que el mosaico presenta una variedad de representaciones de fauna, como leones, cabras montesas y patos, así como elementos vegetales, incluyendo árboles. Sus intrincados patrones geométricos destacan por su complejidad y belleza, lo que lo diferencia de otros mosaicos hallados en la región.

El gobernador de Elazig, Numan Hatipoglu, destacó la singularidad del mosaico, indicando que se encuentra en una única pieza y es de gran tamaño. Hatipoglu anunció que, dependiendo de los hallazgos de futuras excavaciones, se evaluarán áreas que requieran más investigaciones. Si surgen otros objetos históricos, se desarrollará una estrategia para su exposición, pero de lo contrario, el mosaico se exhibirá en el Museo de Elazig.

Las excavaciones en Salkaya no sólo han revelado el mosaico, sino que también han descubierto otras estructuras, como una iglesia y una bodega. Estos hallazgos sugieren que el área pudo haber sido un sitio importante a lo largo de diferentes períodos históricos. Los arqueólogos continúan su labor en la región con la esperanza de desenterrar más información sobre el pasado de éste fascinante lugar.

Historia del Imperio Bizantino

El Imperio Bizantino, conocido también como el Imperio Romano de Oriente, tuvo una influencia duradera en la historia, abarcando desde la fundación de Constantinopla en 330 d.C. hasta su caída en 1453. Su existencia estuvo marcada por transformaciones políticas, culturales y sociales que dejaron un legado significativo en Europa y el Mediterráneo.

La historia bizantina inicia con la creación de Constantinopla por el emperador Constantino I, quien la estableció como la nueva capital del Imperio Romano, resaltando su importancia estratégica entre Europa y Asia. Con la división del imperio en 395 d.C., la parte oriental continuó prosperando, especialmente bajo emperadores como Justiniano I (527-565), quien buscó restaurar la grandeza romana.

El reinado de Justiniano marcó la Edad de Oro del imperio, con la máxima expansión territorial, aunque las conquistas resultaron costosas. En este periodo, el imperio enfrentó la devastadora peste de Justiniano y amenazas externas de pueblos germánicos y persas. Tras la muerte de Justiniano, el imperio entró en una fase de crisis marcada por la pérdida de territorios en el norte de África y el Medio Oriente ante la expansión islámica, siendo la batalla de Yarmuk en 636 un hito trágico.

A pesar de estas adversidades, emperadores como Heraclio (610-641) lograron reorganizar el ejército y estabilizar el imperio, introduciendo el griego como lengua oficial. La controversia sobre la veneración de íconos, o iconoclasia, surgió en el siglo VIII, dividiendo a la sociedad bizantina y generando conflictos religiosos, que se resolvieron en el Concilio de Nicea II en 787.

El Renacimiento macedonio, que comenzó en el siglo IX, trajo consigo un resurgimiento cultural y económico. Durante este periodo, la literatura, la teología y la arquitectura florecieron, destacando la preservación de obras clásicas. Sin embargo, el siglo XI trajo nuevos desafíos, como la derrota en la batalla de Manzikert (1071) y la posterior llegada de las Cruzadas, que, aunque inicialmente exitosas, fragmentaron la influencia bizantina.

El imperio continuó declinando en el siglo XIV debido a la presión del Imperio Otomano, culminando con la caída de Constantinopla en 1453, que marcó el final del Imperio Bizantino y un cambio geopolítico significativo. A pesar de su desaparición, el legado bizantino se mantiene en la influencia de la Iglesia Ortodoxa, la arquitectura y el derecho romano, contribuyendo al Renacimiento europeo y dejando una huella perdurable en la historia.