Es un manjar de dioses en Castilla-La Mancha, pero pocos saben que Don Quijote lo comía los domingos

Miguel de Cervantes se preocupó por recopilar gran parte de la gastronomía española en El Quijote. Por ello aparecen platos desde Extremadura hasta La Mancha.
No obstante, hay algunos que tienen más relevancia que otros. Por ejemplo, los palominos tan típicos en el interior del país no sólo tienen una presencia testimonial, sino que juegan un papel fundamental en el libro.
De hecho aparecen en los primeros compases y Cervantes los utiliza para describir el carácter del famoso hidalgo y que entendamos la situación económica que atravesaba Don Quijote.
El plato manchego que Don Quijote comía todos los domingos
Como bien resume el Centro Virtual Cervantes, la importancia de los palominos se nota desde el mismísimo arranque de El Quijote, justo cuando se describe la dieta de Alonso Quijano.
«Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos…».
El menú no está elegido al azar, sino que muchos autores consideran que era una forma bastante inteligente de ironizar sobre la pérdida de riqueza de los nobles y sobre cómo la caballería estaba muerta.
Don Quijote ya sólo tenía el título, pero muy poco dinero. Una muestra clara es que su dieta estaba basada en comida de aprovechamiento y más típica de pastores que de nobles.
¿Qué son los palominos? El plato descrito por Miguel de Cervantes
El palomino es un ejemplo de la cocina de aprovechamiento de Castilla-La Mancha. No es más que la cría de una paloma, que se cocina empanada, guisada, asada o incluso ahogada en vino.
Por ejemplo, Montiño destaca la versión empanada. La receta es la misma que hace siglos: se limpia el palomino, se recogen las alas y las patas, se asa y se baña en una mezcla de harina de arroz, yemas de huevo, azúcar y vino.
Por último hay que dorarlas con varias capas de manteca que se volvían a cubrir con azúcar molido. El resultado es una empanada redonda, que como puedes apreciar es una auténtica bomba gastronómica.
Una versión más humilde consiste en ahogarlas en vino, trocearlas y acompañarlas con tocino, cebolla y yemas de huevo duro con pan, especias y vinagre. A esto hay que añadirle unas rebanadas de pan para mojar de la cazuela.
Otros platos tradicionales que aparecen en ‘El Quijote’
Los palominos no son el único plato que aparece en la literatura de Cervantes. Por ejemplo, el gazpacho manchego también juega un papel relevante.
Por ejemplo, en el capítulo 53 de la segunda parte podemos encontrar una referencia en boca de Sancho: «Más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente».
Una afirmación que resume la conexión entre el guiso manchego y las clases populares representadas por el leal escudero.
Gracia la influencia de Miguel de Cervantes ahora sabemos que el gazpacho manchego actual no sólo tiene muy poco que ver con la versión andaluza, sino que tampoco se parece a la receta original toscana hecha con vianda y restos de guiso.