Eurocopa
En la fiesta

Luis de la Fuente resucita a la España de toda la vida

La España de Luis de la Fuente demostró en la celebración de la Eurocopa que este país sigue siendo envidiable cuando es feliz

Sin politizar o dividir, Madrid disfrutó de una gran fiesta junto a un equipo de leyenda

La fiesta más salvaje de la historia de España

España está de fiesta. No es para menos. Lo que hicieron estos 26 jugadores, Luis de la Fuente y su cuerpo técnico durante el último mes en Alemania, es para sentirse orgullosos de un equipo que ha recuperado a la España de toda la vida. La España feliz. Una España sin complejos que no pide perdón por hablar, expresarse o, simplemente, defender sus costumbres.

La selección española es un ejemplo para la sociedad. Para los más jóvenes. Representa una serie de valores que, en muchas ocasiones, carecen en nuestra sociedad. El compromiso, el esfuerzo y la sensación de unidad. Esa unidad que le falta a nuestro país en otros campos, como el político, es la que encontramos en una plantilla que se ha ganado el corazón de todos.

Estos jugadores actúan con una naturalidad que sorprende, aunque no debería. Pero en tiempos en los que todo es tremendamente juzgado por unos falsos policías de la moral que habitualmente ven la paja en el ojo ajeno, pero no en el suyo, sorprende. No es para menos.

El carisma de esta selección española se ha visto durante toda la Eurocopa. Los jugadores han atendido a los medios de comunicación y cada uno ha dicho lo que ha sentido. Independientemente de lo que se hablara. Daba igual que fuera de fútbol, política o, simplemente, de la vida. Aunque la gran explosión se vivió en la fiesta de los campeones que se celebró en la Plaza de Cibeles.

La selección española fue feliz gritando España, defendiendo una bandera y siendo, en definitiva, normal. En ese escenario, donde Álvaro Morata se hizo amo y señor de la fiesta presentando uno a uno a todos los integrantes de una España campeona de Europa, se reivindicó a Gibraltar, por muy mal que haya sentado a los políticos gibraltareños, sonó Julio Iglesias, se pudieron vivir momentos únicos como a Carvajal totalmente desatado y se gritó, se gritó mucho y muy alto, «¡viva España!». No se hicieron reivindicaciones que la izquierda suele utilizar habitualmente para dividir a un país que demostró que es feliz cuando está unido. Y, sobre todo, se siente muy orgulloso de ser español.

Y debajo del escenario, miles y miles de aficionados con su bandera de España, su camiseta de la selección española o con la cara pintada. Todo valía para mostrar lo orgullosos que se siente de este equipo y de este país. Y sí, muchos jóvenes, cada uno de su padre y de su madre, celebraron felices. Sin complejos.

No es fácil mostrar el orgullo nacional en muchas ocasiones en nuestro país, pero una vez más el deporte y, en especial, el fútbol ha sido capaz de unir a todo un país. Nadie sabe lo que durará, porque esta tierra es complicada, pero que lo sembrado en esta Eurocopa y, sobre todo, el 15 de julio en la capital de España, perdure en el tiempo. La España normal, la de toda la vida, sonrió, bailó y disfrutó sin mirar más allá.