Indultos del 1-O

Sánchez coordinó la ponencia del PSOE de Rubalcaba que denunció la «indeseable arbitrariedad» del indulto

Pedro Sánchez Afganistán
Pedro Sánchez, en el Congreso.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La hemeroteca se ha vuelto en contra de Pedro Sánchez en diversas ocasiones, y también lo hace en el caso de los indultos. Hay que retrotraerse al año 2013. Sánchez, entonces diputado por Madrid y uno de los jóvenes emergentes del partido que lideraba Alfredo Pérez Rubalcaba, fue designado coordinador adjunto de la gran Conferencia Política que el PSOE celebraría en noviembre de ese año. Una cita que sirvió para rearmar ideológicamente al partido. En la resolución aprobada, los socialistas se referían así a la figura del indulto: «Revisar la institución del indulto para convertirlo en un instrumento que sólo se aplique de forma excepcional, asegurando el ejercicio de una prevista y lícita potestad discrecional y excluyendo indeseables e injustificadas expresiones de arbitrariedad». Una rotunda crítica a la utilización interesada de la medida de gracia por parte de los poderes políticos. Ocho años después, Sánchez se dispone a indultar en los próximos días a los condenados por el referéndum del 1-O.

«Contrato con los ciudadanos»

Por entonces, Sánchez se presentaba en distintos foros como «coordinador adjunto» de la conferencia y pregonaba la importancia de la cita. Advertía incluso de que sus conclusiones serían vinculantes para aquel que liderase el PSOE en las próximas elecciones. Unos meses después, él mismo fue elegido por primera vez secretario general en una disputa contra Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. «Es el nuevo contrato que se va a firmar con los ciudadanos», aseveraba el diputado, señalando la voluntad de su organización de recuperar la confianza de los españoles.

La Conferencia Política fue resultado de un arduo trabajo de aportaciones y enmiendas por parte de distintos sectores de la sociedad. Sánchez se empleó expresamente en su coordinación. Del cónclave salió un partido entregado a recuperar el liderazgo frente al Partido Popular. «El PSOE ha vuelto», proclamó Rubalcaba.

El entonces líder de los socialistas consideró que su partido salía «imparable, fuerte, unido y con las ideas claras» de la cita, enfatizó la necesidad de «estar con la gente» y defendió su proyecto de «reformismo radical», recogido en la ponencia. En definitiva, un PSOE renovado que consideraba que los indultos debían ser «excepcionales».

El Ministerio de Justicia se encuentra ahora ultimando los expedientes para indultar a los condenados por el referéndum ilegal. El Gobierno quiere aprobar la decisión «cuanto antes», lo que se traduce en el 22 o el 29 de junio. Pedro Sánchez comparecerá en el Congreso cuando los presos ya estén indultados, lo que ha sido criticado por el Partido Popular.

Sánchez ha ignorado deliberadamente el informe del Tribunal Supremo, contrario a la libertad de los presos del 1-O. Pero también el propio Código Ético del PSOE, que establece textualmente que: «Los cargos públicos del PSOE se comprometen a no proponer ni apoyar el indulto de cargos públicos condenados por delitos ligados a corrupción, violencia de género, delitos de acoso o discriminación, contra la libertad e indemnidad sexuales, torturas o contra la integridad moral, así como la comisión de hechos constitutivos de delitos graves».

Todos los militantes, se advierte, tienen la obligación de «conocer y respetar lo establecido en el Código Ético». Y quien incumpla lo dispuesto será «sancionado, previos los trámites reglamentarios y mediante decisión de los órganos competentes, con medidas que podrán llegar hasta la expulsión en aplicación del régimen disciplinario».

Además, Sánchez ha evitado el debate interno sobre los indultos. El Comité Federal no tendrá lugar hasta el próximo 17 de julio. Tampoco se ha convocado un referéndum a las bases, pese a que cuando fue elegido secretario general prometió consultarles las cuestiones «estratégicas».

«Debemos evitar cualquier involución hacia un modelo organizativo para el PSOE más propio de los partidos de notables y de lealtades clientelares que de las organizaciones socialdemócratas que valoran las deliberaciones y en las que la militancia participa directamente en la elección directa de sus dirigentes y candidatos, y en la toma de decisiones de trascendencia. Defendemos un modelo que responda a la tradición democrática de aquel PSOE de Pablo Iglesias que consultaba a la militancia las grandes decisiones», proclamaban las resoluciones del 39 Congreso Federal socialista.

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