Puigdemont tampoco podrá ser investido aunque acuda al Parlament, salvo que lo autorice un juez
El Tribunal Constitucional ha cerrado todas las vías para que Carles Puigdemont sea investido presidente de la Generalitat, en fraude de Ley, mientras permanezca huido de la Justicia.
El TC no sólo prohíbe la investidura telemática (saludando a los diputados desde Bruselas, a través de la pantalla de plasma) o por delegación (representado por otro diputado autonómico). Dos fórmulas que constituirían una burla al reglamento del Parlament.
En su resolución, el Alto Tribunal señala que, salvo que un juez lo autorice expresamente, Carles Puigdemont en ningún caso puede ser elegido presidente de la Generalitat mientras permanezca huido de la Justicia, imputado por los delitos de rebelión, prevaricación y malversación.
El ‘sacrificio’ de Oriol Junqueras
“No podrá procederse a la investidura del candidato sin la pertinente autorización judicial, aunque comparezca personalmente en la Cámara, si está vigente una orden judicial de busca y captura e ingreso en prisión”, señala el auto dictado este sábado por unanimidad por el Tribunal Constitucional, tras un debate que se ha prolongado durante cerca de ocho horas.
A los partidos independentistas sólo les quedan ahora dos opciones: seguir adelante con sus planes para investir a Puigdemont (en cuyo caso los miembros de la Mesa del Parlament incurrirían en un delito de desobediencia, como el que llevó a prisión a Carme Forcadell) o buscar a un candidato alternativo a la Presidencia de la Generalitat.
Esta segunda posibilidad es la que ve con mejores ojos la dirección de ERC, que durante las últimas semanas ha reivindicado el «sacrificio» del ex vicepresidente Oriol Junqueras (que decidió quedarse en España y lleva 86 días en prisión preventiva) frente a la huida de Carles Puigdemont.
Llega la hora de Elsa Artadi
Por otro lado, algunos referentes del independentismo, como el asesor de ERC Antoni Abat Ninet, defienden que Puigdemont debe continuar en Bruselas como «presidente de la República» imaginaria, llamando a las puertas de la comunidad internacional, mientras el Parlament elige a un «primer ministro de la República». La ficción debe continuar.
Es decir, un presidente de la Generalitat que actuaría como un mero testaferro de Puigdemont (el PDeCAT no descarta promover a este papel a su jefa de campaña, Elsa Artadi) para seguir adelante con el golpe de Estado independentista.
Por supuesto, esta opción no facilita las cosas para que Oriol Junqueras, el ex conseller Joaquim Forn y los Jordis puedan salir de la cárcel. El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena ya ha comprobado que el resto de imputados a los que sacó de la cárcel después de que prometieran acatar la Constitución, como Jordi Turull o Carme Forcadell, pretenden usar ahora su voto en el Parlament para seguir adelante con el golpe de Estado.
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