Pros y contras de un mensaje real para tiempos de crisis
No debió ser fácil para el Rey Felipe VI compaginar y entender que al mismo tiempo que estaba pronunciando un mensaje de condolencia a las familias de toda España que han sufrido la pérdida de alguno de sus seres queridos y de ánimo ante la crisis, una cifra significativa de ciudadanos golpeaban con fuerza en los balcones de sus hogares cacerolas y otros cacharros para exigir que el Rey Juan Carlos, su padre, done a la Sanidad de su país los cien millones de dólares que el rey saudí le regaló hace años. Quizá esa coincidencia fue uno de los motivos, o quizá el más importante, de que sus palabras de apoyo, ánimo y consuelo a los millones de ciudadanos confinados en sus domicilios sonaran no tan convincentes como muchos esperaban. A los numerosos gestos manuales que acompañaron sus palabras les faltaron fuerza, emoción y cercanía, lo que provocó un cierto desencanto en los que le vieron y escucharon.
Los reproches que se hicieron a su mensaje, acerca de que llegaba tarde, no son muy justos. El Rey, a pesar de ser la primera autoridad del Estado, no puede tomar unilateralmente la decisión de hablar a la nación cuando se le ocurra sin más. En una crisis tan tremenda e inédita como la que estamos viviendo, es la Casa del Rey y su Jefe, Jaime Alfonsín, los que tienen que acordar con el Gobierno el tiempo más oportuno para que don Felipe lance su mensaje. Después de que el Congreso escuchara las medidas del ejecutivo para paliar los daños de la situación, era el momento idóneo para que el monarca se dirigiera a los españoles esa misma noche. Y así se hizo.
En cuanto a la otra gran crítica que se ha hecho al discurso del Rey, el no haber incluido en el texto una explicación complementaria al comunicado emitido por el Palacio de la Zarzuela el pasado domingo, en el que se dio a conocer el rechazo de don Felipe de hace un año a asumir como herencia de su padre los beneficios de dos Fundaciones vinculadas con don Juan Carlos. Las entidades creadas, a las que presuntamente llegaban enormes cantidades de dinero saudí eran totalmente desconocidas por parte por el monarca actual. Don Felipe tomó la decisión de retirar la asignación anual de casi 200.000€ que recibía don Juan Carlos hasta ahora del presupuesto de la Casa Real.
Muchas personas esperaban que el Rey actual, en su alocución, dedicara algún párrafo a este grave suceso y que se excusara por estos hechos presuntamente plagados de irregularidades fiscales y financieras, aunque la mezcla hubiera sido bastante explosiva. El mensaje de don Felipe fue un llamamiento a la unidad, a aparcar las diferencias, a valorar y agradecer la extraordinaria labor que realizan los integrantes del sistema sanitario español y a crear confianza en que la crisis se superará si todos remamos en la misma dirección.
No era tarea fácil y todos notamos que en el ánimo del Rey pesaba la ruptura familiar entre padre e hijo debida a las presuntas actividades opacas de don Juan Carlos que casi comprometen la honradez de su hijo.
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