TERRORISMO

Prisión sin fianza por terrorismo para el marroquí que asesinó al sacristán de Algeciras

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  • ÁNGEL MOYA/LUIS MIGUEL MONTERO

El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea ha acordado el ingreso en prisión incondicional del ciudadano marroquí detenido por el ataque yihadista cometido el pasado miércoles en Algeciras, en el que asesinó supuestamente a un sacristán e hirió a otras cuatro personas. El magistrado le atribuye los delitos de asesinato y lesiones con fines terroristas del artículo 573 del Código Penal, que podría acarrear pena de Prisión Permanente Revisable (PPR), tras más de seis horas de interrogatorio.

La Fiscalía pedía la prisión provisional para el acusado por los delitos de asesinato terrorista, intento de asesinato terrorista y delito de lesiones terroristas. El fiscal solicitaba la privación de libertad al detenido ante el evidente riesgo de fuga, el temor a que vuelva a perpetrar nuevos ataques, y por ocultación de pruebas. Yassine Kanjaa había pasado a disposición judicial este lunes después de que se ampliara el plazo de de su detención policial minutos después de los ataques que protagonizó en Algeciras.

El su relato de hechos, el juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea describía como pasadas las 19:30 del miércoles 25 de enero, el presunto yihadista entró en la Iglesia de San Isidro, donde comenzó una disputa por motivos religiosos con el párroco y los feligreses.  El juez puntualizaba que «Manifestó de forma vehemente que la única religión que deben seguir es la religión islámica», ante de abandonar el lugar para regresar unos minutos después armado con un machete de grandes dimensiones. «Desde el interior de la iglesia los presentes escuchan como alguien ubicado en el exterior de la iglesia profiere gritos en árabe. El sacerdote encargado de la misma baja del púlpito para comprobar lo que estaba ocurriendo, instante en el que el investigado portando en su mano un machete de grandes dimensiones y de forma súbita agrede al sacerdote causándole lesiones de gran gravedad».

El yihadista salió del lugar y recorrió los 200 metros que le separaban de la Iglesia Virgen La Palma donde se atacó al sacristán Diego Valencia. La víctima consiguió huir en un primer momento, pero el terrorista le persiguió hasta que lo derribó y lo remató con el machete, según describe el juez: «Sujeta la catana con ambas manos y alzando la mirada al cielo y gritando unas palabras en árabe entre las que se escucha la palabra «Alá» le asesta una última estocada mortal». Después, intentó entrar en una ermita para esconderse o repetir un nuevo ataque, pero fue detenido por la Policía.

 

El asesino no debía encontrarse en ese momento en Algeciras, ya que desde hace meses se detectó su estancia ilegal en España y se le abrió un expediente de expulsión que desembocó en una orden de expulsión que no llegó a ejecutarse.

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