El padre que grabó su propia detención en vídeo no podrá comunicarse con su hija hasta que haya sentencia
Tras ser acusado por malos tratos y sólo condenado por coacciones leves al grabar con su teléfono una discusión, no le permiten ver a su hija hasta que haya fallo definitivo
Un padre acaba detenido por grabar un vídeo de su hija negándose a quedarse con su ex mujer
Iván grabó en vídeo la bronca que se produjo durante la devolución de su hija de 11 años a su madre tras haber pasado la menor unos días de verano con su padre y sus abuelos paternos. En ese momento arrancó una pesadilla procesal cuyo desenlace no se espera hasta finales del año próximo en el mejor de los casos. Mientras eso sucede este hombre no tiene derecho a ver a su hija ni a comunicarse con ella. La última vez que se encontraron fue en el pasillo de un juzgado y cuando pasó a su lado pudo decirle “te quiero mucho papi”. Hace tres meses que esta historia arrancó con la detención de este padre por grabar la devolución de su hija y sus problemas sólo acaban de empezar.
El pasado 2 de septiembre Iván se temía lo que podía suceder cuando acabara el plazo que tenía para disfrutar de vacaciones de verano con su hija. Su ex mujer no se había puesto fácil nunca durante la última década y fe de ello daban varias denuncias por violencia de género que llevaban el nombre de este padre separado. Iván nunca ha sido condenado por violencia de género, pero más vale prevenir que curar, y por eso, aquel día, dejó en manos de sus padres la misión de devolver su hija a su madre. Nadie contaba con lo que haría la niña, quien mostró una feroz resistencia, física y verbal, a regresar con su progenitora. Grabarlo le costó a este padre su detención por grabar a su ex y a su hija.
Tan mal se puso la cosa que Iván decidió acercarse para, sin tener contacto físico con nadie, grabar con su teléfono una inquietante escena en la que su hija entraba en un terrible estado de histeria que su padre sólo pretendía registrar por lo que pudiera pasar. La escena era tan insoportable que la propia abuela paterna de la niña pidió ayuda a unos guardias civiles que pasaban por allí. Iván acabó esposado en el suelo, conducido a calabozos y su hija con su madre. Lo que no sabían Iván ni su hija es que ese sería el último día que ambos estuvieran juntos hasta hoy y tal vez hasta por lo menos dentro de dos años.
Tras la detención de este padre, su ex mujer lo acusó por delitos que sumaban tres años de cárcel, incluyendo por supuesto el de maltrato, lo que le impidió de inmediato ver a su hija. El juez fue taxativo: “Los hechos relatados en modo alguno pueden ser considerados constitutivos de un delito de maltrato (…) en el presente caso no existe prueba alguna de que el acusado realizara algún tipo de influencia en su hija”, pero Iván fue condenado por delito leve de coacciones por haber grabado la escena con el móvil.
Visitas suspendidas
Pese a que la condena era exigua, cuatro meses, su significado iba a ir mucho más allá del simple fallo judicial. El mismo día de la polémica grabación de la devolución de su hija a su madre ésta exigió la suspensión del régimen de visitas de su ex marido. Esa petición se mantuvo hasta que se resolvió la modificación de este régimen en el juzgado de Violencia sobre la mujer 1 de Móstoles. Al haber una condena previa, sí, la de haber grabado con su móvil la traumática devolución de la menor, a la juez no le tembló el pulso: se suspende cualquier contacto con la menor hasta la celebración del juicio para modificar medidas.
“El juzgado de violencia de Móstoles había acordado la exploración de mi hija para conocer su estado y su opinión, pero la fiscal y la juez se negaron aludiendo que como hay fecha para junio por la custodia de la menor y se ha solicitado un psicosocial no valoran la exploración. He perdido las visitas por la condena (aún no es firme) de delito leve de coacciones. Calculo que estaré sin ver a mi hija un par de años entre unas cosas y otras”, explica Iván a OKDIARIO.
La hija de Iván no pudo hablar en el juzgado, apenas se vio un instante con su padre en el pasillo para poder decirle “te quiero mucho papi”. Iván asegura que lleva más de una década luchando por su hija pero que le flaquean las fuerzas y que sólo espera que la menor llegue a la edad de poder decidir sintiendo afecto por un padre por el que lo que ha podido ver este periódico ahora mismo siente verdadera adoración. Proteger a los menores es el deber de cualquier sociedad, hacerlo sin miramientos sobre qué vidas se quedan en el proceso provoca errores irreparables, como la detención de un padre que pretendía dar fe del estado de su hija.