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IGLESIA

El obispo-hereje de las monjas de Burgos: de pedir donativos a viajar en un Bentley de 400.000 €

Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en 2019, presume en las redes sociales de un alto nivel de vida

Pablo de Rojas Sánchez-Franco se autodenomina obispo, pero en absoluto lo es para la Iglesia Católica, con la que mantiene una guerra abierta desde hace años. Una guerra que se recrudeció en 2019, cuando fue excomulgado por el Vaticano. Su última batalla contra Roma la está planteando a través de un grupo de 16 monjas de Burgos, que han anunciado su decisión de separarse de la jerarquía del Vaticano y unirse a la congregación religiosa de Sánchez-Franco. Una figura polémica que comenzó pidiendo donativos y ahora vive rodeada de lujos, viaja en un Bentley Mulsanne que cuesta 400.000 euros y hace campaña para que nadie marque la X de la Iglesia en su declaración de Hacienda.

«Católicos, no olviden marcar en la Declaración de la Renta con una X la casilla de Actividades Sociales, que es con las que nos beneficiamos ciertas entidades como la nuestra», solicita la Pía Unión de San Pablo Apóstol a la que ahora han jurado lealtad las monjas-herejes de Burgos. Y especifican que se marque esa casilla y «no la de la iglesia supuestamente católica, ya que ese dinero va destinado para la secta del conciliábulo».

La guerra abierta entre esta organización y la Iglesia Católica, que no reconoce a la «institución de culto» que dirige el obispo Pablo de Rojas Sánchez-Franco, tiene un fuerte componente económico. De hecho, el enfrentamiento de las monjas burgalesas con Roma se produce tras impedírseles vender un convento. Pero de Rojas, cuya organización religiosa comenzó solicitando pequeños donativos de simpatizantes, ahora muestra un importante músculo económico y acepta donativos por todo tipo de canales. Incluidas plataformas digitales como PayPal. Con ello, cubre sus gastos de manutención y su vivienda en Bilbao, donde «le asisten diariamente» dos «auxiliares».

Valorado en 400.000 euros en adelante, dependiendo de los extras, el fabricante cuenta, por ejemplo, que la piel con la que se elabora su tapicería procede de «17 vacas» que son criadas a una determinada altura. Ese detalle supone que la piel no haya sido picada por mosquitos, de forma que la tapicería no se cuarte. Entre los extras que ofrece la marca se incluye, por ejemplo, iPads de última generación en cada asiento -extra valorado en 10.000 euros-.

Con una importante implantación en Castilla y León, pero también con ramas en países como Brasil, la Pía Unión de San Pablo no reconoce a los últimos seis papas. La Iglesia, a su parecer, quedó descabezada y sin legitimidad en 1958, cuando falleció el Papa Pío XII. El último reconocido por este obispo-hereje, ordenado por el Palmar de Troya y que utiliza sus redes sociales, en ocasiones, para difundir imágenes de Francisco Franco.

Las monjas-herejes

El escándalo saltó a la opinión pública hace una semana. Las monjas clarisas de Burgos, que residen en Belorado y Orduña, anunciaron el pasado lunes, a través de un contundente comunicado, que renunciaban al Papa de Roma y abandonan la Iglesia Conciliar debido a la «persecución» que sufren y porque se «han puesto palos en las ruedas» a su comunidad.

Las religiosas acusan a Roma de tenerlas «bloqueadas» al no otorgarles la licencia de venta del convento de Derio y «querer quedarse» con sus propiedades, motivo por el que han asegurado que rompen con la Santa Sede. «Nos van a denominar herejes y cismáticas, locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables. No los creáis, al menos por esta vez, que no os engañen», aseguraron en un comunicado.

En el escrito, firmado por la madre abadesa sor Isabel de la Trinidad, en nombre de todas las religiosas, pertenecientes a la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, explicaban que Roma no quiere concederles la «licencia de venta del convento de Derio» y  aseguraban que no les permiten «cumplir con los pagos» del Monasterio de Orduña y les rescinden el contrato de compraventa «sin previo aviso» después de tres años.

Las monjas remiten en su comunicado a un extenso Manifiesto Católico en el que aseguran, en consonancia con su obispo De Rojas, que el último Sumo Pontífice válido fue Pío XII. Algo que en opinión de las monjas les puede valer los calificativos de «cismáticas y locas».