España

Malestar en IU por el giro radical de Podemos: «Iglesias se come nuestro espacio ideológico»

El cabreo entre algunos dirigentes de Izquierda Unida con el nuevo giro de Pablo Iglesias es sideral. El ‘neocomunismo’ imperante de Iglesias se ‘come el pastel’ que hasta ahora viene defendiendo Izquierda Unida. Los de Garzón se quedan así sin espacio ideológico propio, compartiendo caladero de votos con los chicos de morado, y sin esa integración en Podemos, como defendieron algunos diputados cercanos a Iglesias.

Algunos dirigentes de IU se indignan y comentan a los periodistas en los pasillos que ante este giro de Podemos, «Iglesias se come nuestro espacio ideológico». Ahora no ven tan mal la moderación que presumía el ya ex ‘número dos’, Iñigo Errejón. Asimismo, critican cómo se desarrolló el proceso de la formación morada, Vistalegre II, señalando que «cayeron en algunos de los errores que tuvo nuestra formación», en referencia a discutir solo de temas internos y el «dominar la izquierda», señalan. «Nosotros también buscamos en ese caladero y salimos mal», continúan explicando.

Desde Izquierda Unida recuerdan que las bases también se ‘saltaron’ a Anguita cuando quiso imponer a determinados líderes al frente de federaciones. El poder centralista de Iglesias se ve reforzado en Vistalegre y a la formación comunista por excelencia le recuerda de nuevo a la vieja política de IU. «Nosotros también buscamos la fórmula para que los pactos de IU en las comunidades los decidiera el Federal, no la dirección de las regiones», señalan y añaden que la formación morada podría volver al 10% de IU.

Las mismas bases moradas que hablan de «plurinacionalidad» votaron en Vistalegre el modelo menos descentralizado de todos, el de Iglesias. La federación Andalucía con Teresa Rodríguez a la cabeza exigió el pasado sábado a Iglesias su ‘trozo de pastel’ pidiendo una comisión bilateral para negociar la independencia de Andalucía. ‘No se olviden de lo mío’, insinuó en el Consejo Ciudadano que celebró la formación a puerta cerrada. Cabe recordar que antes de que se aprobaran los documentos centralistas de Iglesias, Rodríguez ya había pedido su independencia.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, sigue esta misma estela creando un partido propio que arrope a todas las coaliciones ‘amigas’ en Cataluña. Colau busca una batuta propia y, de momento, Podemos ya ha picado anunciando que se suma al proyecto. Ruptura por territorios. «Nosotros teníamos a Ezker Batua pactando por su cuenta con el PNV en el País Vasco. ¿Cómo defiendes eso en el Congreso?», siguen explicando desde IU. El sector de Garzón ve que se le están comiendo la tostada y, de momento, se mantiene silente a la espera de conocer la deriva radicalista que tome Iglesias.

La última disputa pública entre IU y Podemos fue la protagonizada por Garzón y la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre. La dirigente apostó por una campaña para ‘volver a los orígenes de la formación’ y señaló en Twitter: «Recupera el morado», para añadir: «Ni PSOE, ni IU». Garzón no se mordió la lengua y contestó: «Con cariño, pero es una falta de respeto. Creo recordar que Ahora Madrid tiene algunos concejales de IU… para empezar». Garzón subrayó a Podemos que el morado era posible gracias a varios concejales de Izquierda Unida, entre ellos Mauricio Valiente y Carlos Sánchez Mato, delegado de Economía. Este último intervino en la gresca con unas palabras contra su compañera de Gobierno: «No hace falta ofendernos a los de IU para competir en vuestro proceso congresual. Sólo pedimos respeto».

A día de hoy las relaciones son «cordiales», según señalan desde IU queriendo normalizar el día a día. Pero desde el retrovisor observan con preocupación el caladero electoral y las iniciativas paralelas que ofrecen ambas formaciones. Quienes sí que están contentos son los dirigentes que forman parte de la actual gestoral socialista. El giro radical de Podemos encumbra al PSOE hacia el centro izquierda que reivindica. Mientras que Al PP y a Ciudadanos también les viene bien porque el rechazo de Iglesias beneficia a ambos de cara a seguir utilizando el ‘voto del miedo’.