Justiniano Martínez: «Lo que se ha hecho en Cataluña no es una huelga, es un sabotaje a la gente»
P.- ¿Qué cree que va a pasar finalmente en Cataluña?
R.- Va a acabar bien después de lo que he visto anoche (de lo que me alegro, porque yo no quiero en la cárcel a nadie). Y éstos se merecían ir a la cárcel, sinceramente, porque vulneran la ley, pero yo no quiero en la cárcel a nadie. Puigdemont pasará a la historia, porque no es Tarradellas, y nadie se acordará de él.
Si ahora aceptan la ley supongo que, después de las elecciones y si las ganan, seguirán aceptando la Constitución. Y si no, habría que seguir aplicando el 155. Sería una incoherencia. Yo creo que en las elecciones van a dar un paso importante las fuerzas catalanas del sentido común, que al mismo tiempo se sienten del Estado español, de nuestro país, de España. Hay mucha gente que se ha dado cuenta de que les han engañado.
P.- Usted que ha estado allí, ¿qué opina de la huelga política de esta semana?
R.- Yo hice una huelga de 21 días en Cataluña que se pararon hasta los relojes (por 6.000 pesetas de aumento de salario lineal mensual para los trabajadores). Ahora bien, esto que se ha hecho (una huelga pagada, que se ha alimentado desde los propios poderes políticos y una parte de los económicos) te hace sentir extraño. Lo que se ha hecho no es ni más ni menos que un sabotaje. Y te lo dice alguien que ha hecho huelgas de verdad. Ha sido un sabotaje y un atentado a las gentes. Habrá quien piense “¿y eso lo dices tú que has hecho un montón de huelgas?”. Efectivamente, y nosotros hemos parado los ferrocarriles, pero eran los trabajadores del ferrocarril. La gente entendía que había que hacer huelgas para los aumentos salariales, pero no para dividir nuestro país y sacar a Cataluña de España. Por mucho que se empeñen no lo van a conseguir, hay sentido común. Y hay fuerzas suficientes, sociales y políticas, aunque no estén organizadas. Todavía queda gente en la Seat, todavía queda gente en las fábricas y ésos lo impedirán.
P.- No sé si le queda algo que decir.
R.- Yo ya no estoy en el partido. A mí, del PC no me han echado, dejé yo de pagar la cuota porque no me sentía reconocido en ese PC. Para mí, el PC era una herramienta y no era un fin en sí mismo. Era una herramienta para lograr unos fines: crear hegemonía, ayudar a las gentes, ayudar a las organizaciones, dar alimento ideológico. Su papel dirigente lo había perdido. El PC había sido siempre una fuerza unitaria, es el PC de la reconciliación nacional, es el PC de las cárceles, no había nadie más en las cárceles, era la gente del PC. Ése era mi PC y ahí he estado hasta el último momento, hasta que ha sido PC. Cuando ha dejado de ser PC, yo sigo siendo comunista, pero no del PC.
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