España

Istobal: de taller de coches a líder tecnológico en el lavado de vehículos

En 75 años han pasado de ser un taller de coches L'Alcúdia a convertirse en una multinacional líder en el lavado de vehículos

Una revolución tranquila, pero sin pausa, donde cada día se innova y se mejora un poco más sin perder el legado

Valencia tiene tres cosas que marcan su identidad: el agua, la pirotecnia y el carácter aventurero. Sus primeros emprendedores, ya en la antigüedad, trazaron rutas comerciales por el Mediterráneo, aprovechando la ubicación estratégica de su puerto. El agua hizo crecer la economía de la zona y la pólvora también.

Más allá de las Fallas, la venta y el cuidado de automóviles han sido un motor para la región. En 1970, la marca Ford se instaló en Almussafes, impulsando el tejido industrial de la zona, y hoy Valencia es una de las cinco comunidades autónomas donde más coches se venden y matriculan: en 2024, hubo más de 15.400, solo por detrás de Madrid.

En este contexto, Istobal, la empresa que hace 75 años nació en L’Alcúdia como un pequeño taller, se ha convertido en una multinacional líder en el lavado de coches, con una facturación anual de más de 175 millones de euros, más de 1.100 personas empleadas y cerca de un millón de lavados al día.

Lo han hecho movidos por el agua, el motor y el emprendimiento, pero, sobre todo, por sus ganas de “mejorar cada día un poco más”, como dice Rafael Tomás Alfaro, presidente de la compañía. Como aquellos primeros comerciantes, que conectaron el puerto de Valencia con el resto del mundo, Istobal ha establecido rutas globales, llevando sus soluciones a diversos mercados y ayudando a transformar el lavado de vehículos en una actividad más ecológica y automatizada.

La ambición de hacer las cosas de una manera diferente respetando el pasado

@ Prodigioso Volcán

¿Cómo se convierte un pequeño taller en una compañía global? La respuesta, para Rafael, está clara: “Con ambición. La ambición de querer ir a más siempre, de querer avanzar, de querer hacer las cosas de una manera diferente”. Esa ambición es la que tuvo su abuelo, Ismael Tomás Alacreu, cuando en 1950 montó su primer taller. En aquella época había muy pocos coches, unos 3,1 por cada mil habitantes, y tampoco abundaban los camiones. Pero Ismael era un visionario. Aunque la gente entonces se desplazara en trenet, una especie de metro de la época, la revolución del automóvil estaba por llegar.

En su taller, se dedicaba sobre todo al mantenimiento de los vehículos, pero como no tenía las herramientas necesarias para trabajar, decidió crearlas. “Era una persona con una gran capacidad para resolver los problemas y disfrutaba del desarrollo del producto”, explica Rafael. “Lo primero que construyó fue una bomba neumática para poder engrasar los camiones. Ahí se dio cuenta de que tenía más porvenir fabricar este tipo de herramientas y venderlas al resto de talleres de España, que seguir reparando los camiones de L’Alcúdia”.

“Subcontratamos la fabricación de piezas a empresas locales, de L’Alcúdia o de cinco kilómetros alrededor” 

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Comenzó entonces una trayectoria imparable en la fabricación de máquinas dedicadas al motor. En 1954 crearon las bombas de media presión para limpiar los camiones, después los elevadores neumáticos y los electromecánicos, y los compresores.

“Fabricábamos muchos productos diferentes para un mercado muy concreto, el de los talleres y las estaciones de servicio. ¡Llegamos a distribuir hasta surtidores de gasolina!”, se admira Rafael. Llegados los años sesenta, la España del desarrollismo trajo consigo una mayor apertura económica y un fuerte impulso a la industrialización, sobre todo en el sector del automóvil.

“Mi padre y mi tío tomaron el relevo de mi abuelo y convirtieron lo que era un taller en una fábrica, en algo diferente”, comenta Rafael. Fue entonces cuando empezaron a desarrollar máquinas de lavar coches. “La primera era como una regadera gigante”– sonríe–“aún la tenemos en nuestro taller”.

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Una década más tarde, ya exportaban productos a otros países. Las máquinas de lavado ya no eran a presión, sino trenes de lavado y secado automático con cepillo, que en los noventa evolucionaron hacia máquinas modulares. Esta solución revolucionó el sector, ya que ofrecía una mayor flexibilidad y personalización.

En 2001, su apuesta había ido tan bien que decidieron descartar el resto de los productos y centrarse solo en la gama de lavado de vehículos a nivel global. “Mi padre y yo tomamos la decisión. Al principio todo el mundo estaba en contra. No fue fácil”, confiesa Rafael.

Máquinas de lavado conectadas y más sostenibles

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De aquella primera “regadera gigante” hasta hoy ha pasado mucho tiempo, y el camino ha estado sembrado de innovación tecnológica, una de las señas de identidad de la compañía, que invierte más 5 millones de euros anuales en I+D.

Hoy las máquinas de lavado de esta empresa, muy anclada en Valencia, abarcan desde coches, hasta metros o trenes, tienen distintos programas, ofrecen opciones de suscripción y llevan integrado Internet de las cosas (Internet of Things o IoT, en inglés).

“Llevamos ocho años trabajando la conectividad de las máquinas, que nos está abriendo todo un mundo”, asegura Álvaro Villar, director de Istobal España y Portugal. Ahora ofrecen al cliente datos de funcionamiento en tiempo real, conectan con el usuario, que puede activarlas desde una app, y facilitan la reparación por asistencia remota. “Cuando la máquina está conectada sé lo que le está pasando; qué tipo de problemas tiene. Puedo empezar a solucionarlos rápidamente o incluso actuar de manera preventiva”, comenta Álvaro.

También son máquinas más sostenibles, aptas para tierras de sequía, como las de L’Alcúdia. “Tenemos productos que se ocupan de reciclar casi un 90% del agua que emplean para asegurar que la huella hídrica de una instalación sea la mínima posible. En la época que vivimos, donde la escasez de agua es tan relevante, presentar este tipo de productos al mercado es, sin lugar a duda, una ventaja competitiva”, asegura Genoveva Pérez, directora de Calidad de la empresa. Estos avances los han llevado a posicionarse diferencialmente en el mercado y a impulsar su cartera de clientes, que ya no solo se limita a las estaciones de servicio, sino también a empresas de alquiler de coches, servicios de transporte público o compañías de transporte.

Una compañía con los pies en su tierra

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“Tota pedra fa paret”, dicen los valencianos. Quieren decir que trabajando unidos llegan más lejos. Desde que abrieron en 1950, ISTOBAL siempre ha sido una empresa ligada a la tierra. A lo largo de los años, su crecimiento ha tenido un gran impacto en la economía y el tejido industrial de la zona. “Antes éramos una fábrica que manufacturaba muchos productos, y ahora subcontratamos la fabricación de piezas a empresas locales, de L’Alcúdia o de cinco kilómetros alrededor. Eso ha permitido que se cree toda una infraestructura del sector metalmecánico importantísima”, asegura Rafael.

La empresa también colabora con las universidades de la zona, y cuenta con una cátedra en la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Aeroespacial i Disseny Industrial de la Universitat Politècnica de València. De allí llegan cada año varios becarios a formarse. “Intentamos que la gente más brillante se quede con nosotros, sobre todo si son de la región”, explica Rafael.

La compañía cuenta con más de mil trabajadores, 170 de los cuales están ubicados en Valencia. Otros estuvieron allí antes que ellos, aprendieron y decidieron montar empresas que ahora abastecen al grupo. “Nuestros proveedores llevan mucho tiempo trabajando con nosotros. La mayoría de estas empresas fueron fundadas por personas que anteriormente trabajaban en ISTOBAL y decidieron emprender para fabricar productos para nosotros. Actualmente, también suministran a muchos otros clientes”, comenta Rafael.

La compañía no solo ha apoyado la economía local y el empleo. También ha estado allí en los momentos más duros, como en 2024, cuando la DANA anegó L’Alcúdia. Ellos estaban preparados; ya habían sufrido inundaciones con anterioridad y contaban con un protocolo muy interiorizado, así que la fábrica no se vio muy afectada. Esto les permitió echar una mano en todo lo que pudieron. “Nos convertimos en un centro de ayuda para las áreas más afectadas, como L’Alcúdia y la zona de Algemesí. Fuimos un punto de apoyo importante y mucha de la gente que trabaja con nosotros en otras zonas de España también quiso colaborar”, cuenta Rafael.

La aventura de ser globales respetando las raíces

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Pensar en los clientes, tratarlos con cercanía y poner a su servicio toda su experiencia es lo que ha hecho que muchos de ellos lleven más de 50 años confiando en este negocio. “Al final todo esto se traduce en una palabra: confianza. Es lo que hace que nuestros clientes nos valoren por lo que hacemos ahora y lo que saben que haremos mañana, porque vamos a estar ahí”, asegura Álvaro.

Unos clientes que ya son, sobre todo, globales. Desde que en el año 2000 abrieran sus primeras sedes en Europa, Istobal no ha dejado de expandirse. Hoy el grupo cuenta con 16 filiales en todo el mundo –la última, en Australia– exporta sus productos a más de 80 países y el 72 % de su producción corresponde a ventas internacionales.

La innovación, hacer las cosas de manera diferente, ha sido una de las señas de identidad del grupo, que hoy cuenta con las máquinas de lavado más avanzadas del mercado

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Para hacer frente a este reto, han contado con el apoyo de varias entidades financieras, entre ellas Banco Sabadell, que ha ayudado a financiar sus nuevas inversiones en filiales y en distribuidores. “Han estado ahí en todo momento, dándonos buenos precios y estando para lo que haga falta”, comenta Rafael.

Echando la vista atrás, el presidente se sorprende de lo mucho que ha cambiado todo en 75 años, y a la vez de que parezca que no ha cambiado nada. “Los valores siguen siendo los mismos que tenía la empresa cuando yo venía aquí con cinco años. Me gustaría que en el futuro fuera igual, que de alguna manera todo evolucione, pero no como una revolución o como un cambio brusco, sino con ese pequeño día a día que hace que nos superemos, que todo mejore poco a poco y a la vez siga como ha estado siempre”.

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