España
Acercamientos de etarras

El Gobierno también traslada a Esnaola, guardián del mayor arsenal de ETA

Entre los últimos acercamientos de etarras a cárceles más próximas al País Vasco que está realizando el Gobierno de Pedro Sánchez, en plena consonancia con el apoyo de EH Bildu a los Presupuestos, se encuentra el de Jon Aitor Esnaola. Un pastor de ovejas y quesero, especializado en la variedad Idiazabal, que un día decidió unirse a las filas de ETA y poner su caserío de Legorreta (Guipúzcoa) como polvorín al servicio de la banda. Su labor en la operativa terrorista no fue asunto menor: ocultó, protegió y tuvo a disposición de los comandos el mayor arsenal de explosivos incautado a ETA.

El Ministerio del Interior ha ejecutado el traslado del etarra Jon Aitor Esnaola Dorronsoro desde el centro penitenciario de Ocaña I (Toledo), situado a 520 kilómetros de su pueblo, al de Soria, a 260 kilómetros de su casa. Justo la mitad de distancia. Desde esta semana duerme en su nueva cárcel.

Jon Aitor y su hermano Igor ya eran muy conocidos en el ambiente rural de la provincia de Guipúzcoa antes de que la Guardia Civil irrumpiera en 2011 en su caserío y se los llevara detenidos por pertenencia a banda armada y colaboración para cometer crímenes. Ambos eran reputados aizkolaris, los deportistas que compiten en el deporte tradicional vasco consistente en cortar grandes troncos en el menor tiempo posible. Y eran buenos: habían ganado tres campeonatos consecutivos entre 2008 y 2010. En 2011 no pudieron reeditar campeonato porque ya estaban entre rejas.

Igor, el hermano pequeño de los Esnaola, quedo libre poco después al no encontrarse pruebas suficientes de su participación en la banda. Sin embargo, Jon Aitor fue condenado en 2013 a 17 años de prisión por pertenencia al comando Erreka y especialmente por ocultar explosivos para la banda. Y no pocos: en los registros al caserío familiar y a otros zulos que él mismo señaló en sus interrogatorios, se hallaron un total de 1.600 kilogramos de explosivos. El mayor polvorín incautado a la banda en toda su historia. Por comparar, el arsenal que controlaba era cincuenta veces mayor que los 30 kilos de amonal que utilizó ETA para volar el Hipercor de Barcelona en junio de 1987.

Esnaola era el responsable de recibir el material y esconderlo hasta que fuese requerido, para lo que la banda le adiestró en el manejo de explosivos y en la fabricación de zulos. En los suyos en concreto también se halló abundante información operativa -objetivos, integrantes- de ETA.

De pastor a armero mayor de ETA

Jon Aitor se unió a ETA en 1998, aunque lo hizo como legal. Colaboradores de la banda que continuaban con su vida habitual pero que jugaron un papel clave en la estructura logística y organizativa del grupo terrorista. En su caso, pasó de pastor de ovejas a ser el armero mayor de ETA.

Esnaola se dedicaba a la cría de ovejas y a la producción lechera para elaborar quesos de renombre. Desde 2008, la marca de su caserío, Olade, esta incluida dentro de la popular -y cara- denominación de origen Idiazabal. Una profesión de cara al público que combinó con su militancia en la izquierda abertzale: en 1999 -ya formaba parte de ETA- se incorporó a la candidatura de Euskal Herritarrok (EH), marca electoral de Batasuna, para las elecciones municipales.

En mayo de 2019 volvió a ser noticia cuando Interior le permitió abandonar momentáneamente la prisión para visitar a su padre enfermo. A la salida del caserío, la comitiva policial de la Ertzaintza que le escoltaba se vio bloqueada por un rebaño de ovejas que ocupaba toda la calzada de acceso al recinto. Eran las ovejas de Esnaola. La Policía identificó a varias personas por obstrucción, pero los hechos quedaron en nada. La imagen del momento fue ampliamente difundida por la izquierda abertzale en las redes.

Su producción quesera incluso fue subvencionada por el Gobierno vasco. El caserío bajo el que se ocultaba buena parte del poder mortífero de ETA recibió en 2010 una ayuda para jóvenes emprendedores en el mundo rural.

No fue la única ayuda pública que recibió. La Diputación de Guipúzcoa le premió con otra suma económica por su labor para la difusión de valores positivos a través del deporte. Juego limpio, respeto al contrario y superación.

El de Esnaola no es el único movimiento que ha realizado el Ministerio del Interior entre la población reclusa etarra esta semana. En total han sido 7 terroristas, según refleja el colectivo de presos Etxerat, los que han recibido algún tipo de beneficio.

En concreto, Jakes Esnal, Mikel Arrieta -acusado de estar tras el asesinato del director de la central nuclear de Lemoniz- y Joseba Lerín -último jefe del sanguinario Comando Guipúzcoa- han sido acercados a prisiones más próximas al País Vasco.

Además, han sido puestos en libertad Frederik Xistor Haranburu, Jagoba Codó, Josu Arkauz y Olatz Lasagabaster. Este último se había convertido en un símbolo del colectivo de presos al tener una hija fuera de prisión que tuvo que abandonar la cárcel donde se encontraba su madre -también etarra condenada- al haber cumplido los 3 años de edad, límite para la permanencia de un menor en un centro penitenciario. EH Bildu, que ahora presume de su pacto por los Presupuestos con el Gobierno de Sánchez, había exigido su excarcelación.

La cifra de etarras beneficiados por el Ejecutivo socialista ya supera el centenar desde que Sánchez llegó a La Moncloa. Muchos de ellos cuentan con delitos de sangre, y otros muchos no cumplen con el requisito de colaboración con la Justicia.