España

Escrache a OKDIARIO

Los romanos lo llamaban flagitatis pero, después de pasar por Buenos Aires, el vocablo quedó acuñado como escrache. Ya saben: una bulla violenta en la puerta de tu casa para amedrentarte. Y sucede que, quienes dan la cara, gritan y empujan, generalmente, responden a los intereses de otros que permanecen ocultos en las sombras. De ahí que ayer Público con lo telepublicado contra OKDIARIO y mi persona se enfundó el mono de mamporrero. Hizo de Doña Rogelia o de Rockefeller mientras otros movían las manos y escribían el guión para llamarnos cloacas y acusarnos de conspiradores y extorsionadores.        

Lo estaba esperando, no me he equivocado y he ganado más de una apuesta. Sinceramente, sólo me he confundido en la cabecera del medio inquisidor y de la fecha de la contrainformación, pero por sólo dos días de diferencia. Pero como uno ya tiene experiencia en investigaciones anteriores (GAL, fondos reservados de Interior, Juan Guerra, Filesa, Caso Gil y Marbella, secuestro de mendigos, escuchas ilegales del CESID, Roldán, papeles de Laos…), en las que el poder intentó fusilarme al amanecer, jugaba con ventaja en la predicción. Eso sí, entonces se vieron obligados a dimitir dos vicepresidentes, tres ministros y varios secretarios de Estado y directores generales.

El pistoletazo de salida en esta caza contra los periodistas se dio anteayer cuando OKDIARIO publicó que Podemos iba a solicitar en el Congreso una investigación sobre los fondos reservados y la cuenta del Kredietbank de Luxemburgo en torno al caso Bárbara Rey. ¿Dónde está Izquierda Unida? A partir de ahí los poderes ocultos, que se mueven como trolls por el bosque, echaron mano de dos periodistas desacreditados para matar al mensajero. En los titulares se refieren a las «cloacas de Interior» y mencionan a una supuesta brigada política de la Policía que se dedica a chantajear al CNI y a la Casa Real, pero después nos dedican a OKDIARIO y a mí el resto de la información. Y no se qué pintamos el diario y yo con Interior, si durante años estuve proscrito en ese Ministerio por el caso de los GAL y otras informaciones. ¿Dónde estabais vosotros, López y Bayo, entonces?

Lo más gracioso es cuando la indocumentada de López pregunta al comisario García Castaño si soy un «sobao de Villarejo». ¿Sobao? Me gustan los pasiegos pero no sé a qué otro tipo de sobao se refiere esta ignorante. No sé si sobao puede usarse como sinónimo de colaborar en la revista de AUSBANC mientras su propietario hacía méritos para ingresar en prisión o jugar a la pelota mientras tu madre se entrevistaba con etarras que preparaban el asesinato de Carrero Blanco o el atentado de la calle del Correo, en Madrid.   

Los autores sobaos de la información –a partir de ahora, voy a incorporar este vocablo en mi léxico– tienen además la desfachatez de calificar nuestra investigación de vieja, según ellos, de hace 20 años. Tiene gracia que Público que, día sí y día también, se remonta a la Guerra Civil, a los chistes de Carrero Blanco y a los monumentos de la memoria histórica de Madrid, se permita el lujo de darnos lecciones sobre la proyección de vida de las noticias. Como si no fuera un scoop actual descubrir cómo mataron al general Prim en 1870, a Federico García Lorca o a Calvo Sotelo en 1936, a los marqueses de Urquijo en 1980 y a García Goena, la última víctima de los GAL, en 1985; o encontrar el agente tóxico que provocó la matanza de la colza en 1981. A partir de ahora, habrá que concederles a Bayo y a su compañera la licencia de una expendeduría para que certifiquen lo que es o no noticia.

Y los autores sobaos tienen además el olfato periodístico de una ameba. Mira que es difícil colocar a Villarejo en una única historia en la que no haya estado enzarzado y equivocarse. Mira que es difícil señalar un charco que el comisario no haya pateado, al ser protagonista de muchos de los casos más estruendosos de los últimos años. Pues, ni ante esa diana tan enorme aciertan el tiro. ¡¡¡Valientes periodistas!!! Se da la circunstancia de que Villarejo nada tiene que ver con las informaciones publicadas por OKDIARIO sobre Bárbara Rey. Por favor, díganle a sus espías, que tienen la piel de boa, o a sus agentes policiales, que parecen personajes de Marcelino Pan y Vino o feligreses de San Martín o de San Blas, patrono de las gargantas profundas, que se equivocan de objetivo en el caso de la vedette murciana y Don Juan Carlos.

Ahora resulta que Público, que en su ideario reza el espíritu republicano, nos ha salido monárquico. El mismo diario que machacó a Su Majestad por la cacería de Bostwuana, por la herencia de su padre en Suiza o por sus relaciones con Corinna ahora aparece con la cara enrojecida por un sarampión borbónico. OKDIARIO rivaliza ahora con Anguita y Conde como aniquilador de la Monarquía. Buen compañero de viaje se han buscado los salvadores de la patria. La diferencia entre unos y otros periodistas es que a este diario en el caso Bárbara Rey no le mueve ni la Monarquía ni la República, ni el CESID ni el CNI, ni la izquierda ni la derecha, sólo le empuja una motivación: informar a sus lectores y denunciar el mal uso –ilegal uso– de los fondos reservados. El destino que se le dio a todo ese dinero para abrir una cuenta opaca en Luxemburgo, alquilar un chalé en la calle Sextante o en acallar a una actriz.

Todo esto huele muy mal como el sobao, perdón, como el sobaco de una señora de quien los conductores de producción protestan cuando la tienen que llevar en sus vehículos a las tertulias televisivas. En los próximos días rociaremos el ambiente con un poco de agua de colonia y conocerán, como dijo Corcuera, a qué dedica toda esta gente «el tiempo libre». Porque, como decía Cicerón, «la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio».