España
AUDIENCIA NACIONAL

Condenado a 18 años de cárcel el jubilado que envió las cartas bomba a Pedro Sánchez

El jubilado condenado es un prorruso admirador de "la Pasionaria" y de ETA

La Audiencia Nacional ha condenado a 18 años de prisión al jubilado burgalés Pompeyo González que en 2022 fue detenido y procesado por enviar un total de seis cartas bomba a varias personalidades e instituciones, entre ellas a Pedro Sánchez, a la ministra de Defensa Margarita Robles, a la Embajada de Estados Unidos y a la Embajada de Ucrania. En la sentencia, los magistrados condenan al jubilado a 10 años de prisión por el delito de terrorismo y a 8 años por el delito de fabricación, tenencia, colocación y empleo de aparatos explosivos, inflamables o incendiarios con finalidad terrorista.

El tribunal ha dictaminado que enviando la cartas bomba a Pedro Sánchez, Margarita Robles y al resto de sus objetivos, el acusado actuó con «el propósito de causar una gran conmoción en la sociedad española que ejerciese presión para que los gobiernos de España y de Estados Unidos y otras entidades radicadas en territorio español dejaran de prestar apoyo a Ucrania en la guerra sostenida por este Estado contra Rusia».

El condenado, que tenía 74 años en el momento de los hechos, es un funcionario jubilado del Ayuntamiento de Vitoria que había trabajado como enterrador en el cementerio. Una de las seis bombas que envió Pompeyo, explotó y causó heridas en una mano a un trabajador de la embajada de Ucrania que estuvo 30 días de baja.

Según el relato de hechos de la sentencia, el acusado fabricó los seis artefactos explosivos introduciéndolos en cajas de madera cuya apertura provocaba la detonación. Lo hizo en su domicilio de Miranda de Ebro (Burgos), en fechas no determinadas de la segunda mitad de 2022, anteriores a los últimos días de noviembre de ese año. Tras ultimar las cartas bomba, las remitió por vía postal en sobres de cartón formato DINA5, escribiendo a mano los destinatarios en etiquetas blancas autoadhesivas.

Un dron para cargar explosivos

Según la sentencia, la cantidad de explosivo de cada sobre era capaz de provocar lesiones de diferente consideración en función de la cercanía y los posibles órganos afectados, tanto por la explosión, como por los impactos de la proyección de la metralla que incorporaba, los fragmentos resultantes de la rotura del contenedor metálico y las tuercas y tornillos empleados para el montaje.

De hecho, durante el registro realizado en su casa de poco más de 40 metros cuadrados, la Policía halló tornillos, varillas y taladros con brocas de precisión iguales a las que tenían que haber sido utilizadas para fabricar los artefactos. Pompeyo, además, poseía un dron con capacidad para transportar carga explosiva.

El ahora condenado negó los hechos ante el juez de la Audiencia Nacional a pesar de que las pruebas demostraban su culpabilidad, tales como los hallazgos del registro. También, la coincidencia del perfil de ADN del jubilado con el hallado en los sobres de los artefactos que fueron desactivados y en la bolsa de basura que los agentes estuvieron fotografiando y recogieron del contenedor durante los días de seguimientos a los que sometieron a Pompeyo antes y después de que la tirara.

La Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), solicitaba 24 años de prisión para el jubilado, mientras que la Fiscalía pedía la pena de 22 años por un delito de terrorismo con resultado de lesiones y un delito de fabricación, tenencia, colocación y empleo de aparatos explosivos, inflamables o incendiarios con finalidad terrorista.

Admirador de ETA y «la Pasionaria»

El jubilado tenía un póster de La Pasionaria en el dormitorio. Comunista convencido, defensor de ETA y rendido admirador de Dolores Ibarruri la Pasionaria, Pompeyo González, guardaba todo esto y más en su vivienda de Miranda de Ebro. Tras el registro de su vivienda se esfumaron los rumores que insistían en que el agresor de Pedro Sánchez era una especie de  unabomber ultraderechista para dar paso a la realidad: el ahora condenado es un nostálgico del comunismo y un admirador de terroristas.

Pompeyo González Pascual, sin antecedentes penales hasta ahora, no era un simple jubilado que le dio por hacer una gamberrada. En su casa los agentes de la Brigada de Información encontraron, además de un póster de la Pasionaria, varios ejemplares de Gramma, el periódico oficial del Partido Comunista Cubano y recortes de prensa que ensalzaban a la banda terrorista ETA. Entre sus libros un ejemplar de El Capital de Karl Marx.

Nadie se imaginaba que el ficticio ultraderechista con conexiones con los servicios secretos rusos que había enviado las cartas bombas a Pedro Sánchez y Margarita Robles, era en realidad este jubilado de 74 años, comunista convencido, y muy activo en las redes según los investigadores, tenía un nivel de ideologización tan elevado y una capacidad más que demostrada por la investigación para confeccionar artefactos explosivos con los que intentó amedrentar a España entera.