Bernard-Henri Lévy: «El independentismo catalán da la espalda a la democracia y al humanismo»
El filósofo francés Bernard-Henri Lévy, en su afán por desenmascarar los peligros a los que se enfrenta Europa, ha adaptado su discurso a las reglas teatrales para ofrecer un espectáculo sin igual: 'Looking for Europe'. Este monólogo interior sirve como repaso a la actualidad internacional contado desde el análisis y la visión de Lévy, incansable luchador contra extremismos y populismos y defensor a ultranza del europeísmo.
El próximo 26 de marzo, Bernard-Henri Lévy trae su espectáculo ‘Looking for Europe’ al Teatro Nuevo Apolo de Madrid. Tras su paso por Valencia y Barcelona, el filósofo francés cerrará en la capital su gira por España para saltar a Rusia. Será la última oportunidad para que los españoles formen parte de este show vivo, que se adapta a la actualidad más reciente, en el que uno de los pensadores actuales más valorados desmaquilla la política y analiza el panorama actual. Lévy ha conversado con OKDIARIO sobre el contenido de su espectáculo y sobre la crisis que vive Europa:
Pregunta: Si no me equivoco, es la primera vez que sube al escenario. ¿Por qué ahora?
Respuesta: No sabría decirle. Quizás porque nunca se me había presentado la ocasión. Pero quizás, y lo más probable, porque se ha declarado un incendio. Me refiero al incendio de la casa europea. Es verdaderamente dramático lo que nuestro continente está viviendo. Es una verdadera tragedia la que acecha a la civilización europea. Y, frente a tal tragedia, cualquier medio es bueno. Cualquiera. Hay que dirigirse a la gente. Hay que hablarles directamente. Hay que cogerles uno a uno, y digo bien uno a uno, para explicarles el peligro para la civilización en el que nos hemos metido. Era la idea de Sartre. La idea de Camus. No estaban de acuerdo en nada. Pero había una cuestión sobre la que sí estaban de acuerdo, y era la siguiente: el poder del teatro. Su capacidad para dirigirse, no a una multitud, sino a las personas, una a una. En la oscuridad, desde luego. Pero, aun así, una a una. Este es el milagro del teatro.
P: ¿Disfruta en el escenario?
R: En cierto modo sí. Disfruto, en todo caso, encarnando yo mismo mi propio texto. Es un texto muy personal que, por cierto, está salpicado de elementos autobiográficos. De recuerdos, episodios amorosos y de asuntos extremadamente íntimos. Así que, es cierto, no me disgusta representar esto yo mismo. Con mi aliento. Con mi cuerpo. Y, por supuesto, con mi voz. Porque la voz también es el cuerpo.
P: Tradicionalmente, el teatro es ficción. Pero en ‘Looking for Europe’ usted integra hechos. ¿Cambia usted el registro?
R: Sí, por supuesto, son hechos. No hay más que hechos en este espectáculo. Hechos candentes. Hechos que se refieren a lo más vivo de la crisis que atravesamos. Es cierto, nos encontramos en un paradigma diferente. ¿Sigue siendo teatro? No lo sé. Yo pienso que sí.
P: ¿Son Carles Puigdemont y Quim Torra personajes reales o de ficción?
R: Desgraciadamente, son personajes reales. Me encantaría decirle que son personajes de ficción. Tienen su lado bufonesco, claro. Pero no es el caso. Son grotescos, pero reales.
P: ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta la Europa actual?
R: El auge de los populismos y su derrota. Europa esta siendo atacada desde el exterior por Putin. Y, desgraciadamente, también por Trump. Pero es atacada desde el interior, de manera aún más violenta, por estos líderes populistas que están en el candelero. Tienen ustedes, en España, ejemplos particularmente elocuentes. Me refiero a los independentistas que acaba de citar. Ahí los tiene, antieuropeos. Y ahí tiene a las personas que plantean a Europa un verdadero reto. Pienso que la gente como Torra son verdaderos populistas. Aparentan ser europeos. Pero, en realidad son antieuropeos. Si uno lee bien sus discursos, se encuentran mucho más cerca de Le Pen y Wilders, que de cualquier otro. O incluso de la gente que gobierna la Italia actual: Di Maio por la izquierda y Salvini por la derecha.
P: ¿Tiene solución?
R: La solución es enfrentarse a ellos. Y para enfrentarse a ellos, es necesario que sus opositores recuperen el valor, que los demócratas recuperen la audacia para pensar y luchar. Un viento de desesperanza sopla por todo Europa. Es lo que Edmund Husserl, el filósofo alemán de los años 30, llamaba «las brasas del cansancio». Son estas brasas las que hay que apagar. Es este cansancio del que hay que deshacerse. Hay que pasar a la ofensiva. Y es por ello que, por mi parte, me he lanzado a esta aventura teatral.
P: ¿Tienen futuro hoy en día el independentismo vasco y el catalán?¿Le parece que puedan estar política y socialmente justificados?
R: No me corresponde a mí decir si están justificados o no. Aunque, de lo que sí estoy seguro, es de que son movimientos que dan la espalda a los valores del liberalismo, de la democracia e incluso del humanismo. Hay algo, en ellos, que recuerda a lo peor de los movimientos identitarios y xenófobos. Hay algo, en sus discursos, que no habla de apertura, sino de aislamiento. Y esto es terrible. Porque el deseo de autonomía, en Cataluña por ejemplo, es algo legítimo. Y, por cierto, este fue concedido para las cuestiones más esenciales. No conozco muchas regiones en Europa que disfruten de tantos derechos como Cataluña dentro de España. Pero cuando este autonomismo se convierte en independentismo, nos aproximamos a algo muy diferente que ya no tiene mucho que ver con la democracia.
P: ¿Es Europa la solución a estos movimientos independentistas?
R: Lo que está claro es que Europa ofrece un nuevo paradigma a la cuestión de la autoridad y de la gobernabilidad. Los estados permanecen. Pero tienen algo menos de poder. Y una parte de su poder ha sido transferido, subsidiarimiente, al nivel europeo. El poder, de repente, es lejano. Lo que, a mi parecer, es más bien algo positivo. Cuanto más lejos está el poder, más autonomía tienen los ciudadanos. Estoy, en este sentido, en desacuerdo con toda la cantinela populista actual que exige que el poder esté cerca de los sujetos, llenar el vacío entre el soberano electo y el pueblo soberano.
Me parece bien que el vacío sea grande. Me parece bien que los sistemas de autoridad se mantengan a una distancia considerable. Es el antiguo plan de los imperios. Será el plan de Europa. Y, para mí, será algo positivo para todos aquellos que aspiran a más autonomía. Ya sea una autonomía regional, ciudadana o individual. Por lo tanto, para responder a su pregunta, creo, efectivamente, que una Europa mejor construida, una Europa encaminada a una mayor unidad política, podría ser una respuesta a este asunto independentista.
P: Durante los últimos 40 años España ha pasado de ser gobernado por dos partidos mayoritarios a un panorama político mucho más fragmentado. A su parecer, ¿esto es algo positivo o negativo?
R: Yo no me plantearía la cuestión en estos términos. Nunca. Si tuviéramos un sistema bipartidista con un espectro político compartido entre la extrema derecha y la extrema izquierda, sería evidentemente catastrófico. Si tuviéramos un sistema bipartidista que no ofreciera alternativa, con dos partidos que dijeran más o menos lo mismo, sería, igualmente, muy negativo. Pero esto también es cierto en los sistemas políticos fragmentados. Porque, ¿qué bien haría esta fragmentación, si lleva a que el panorama político se balcanice y se divida en partidos políticos identitarios, comunitarios, diferencialistas, que practican el nacionalismo o la política de proximidad?
Sin duda, no es la solución. En otros términos. hay que quedarse con los extremos políticos clásicos. Los de Polibio. O, más recientemente, los de Hanna Arendt. La tiranía, frente a la democracia. El totalitarismo, frente al antitotalitarismo. O, en el interior mismo de la democracia, la línea que delimita con esta degeneración, esta deriva trágica, llamada demagogia. No podemos salirnos de ahí. ¿Estamos a favor de la demagogia o de la democracia? ¿De la democracia o de la tiranía? El resto, todas estas historias de bipartidismo o de pluripartidismo, son una broma, no valen. Pero, de todas formas, no quiero entrar en este tipo de discusiones.
P: ¿Cómo afectará el resultado de las próximas elecciones españolas al futuro de esa Europa que protagoniza su obra?
R: Todo dependerá, en España, del resultado que obtengan los populistas. Dependerá del que obtengan los independentistas y del que logren, en el otro extremo, los auténticos demócratas. Si el día de mañana viéramos un auge de la gente de Vox, de Podemos, o, de nuevo, de los independentistas catalanes, entonces sí, uno de los países motores de Europa, España, representaría un verdadero problema.
Como Austria. Como Hungría. Y como, desgraciadamente, Italia. Siempre se habla del motor franco-alemán de la Unión Europea. Pero también están los países latinos. Y en particular España. Puede leer el texto de Alexandre Kojéve llamado ‘El Imperio Latino’. Es poco conocido. Lo rescaté hace tiempo para publicarlo en mi revista, La Règle du Jeu. Habla del rol eminente de España en la construcción de Europa. Habla de Italia, pero también de España. Les incumbe entonces, amigos españoles, una gran responsabilidad. La responsabilidad de hacerles morder el polvo a esos populistas suyos. Y la responsabilidad de hacer que los demócratas, los verdaderos demócratas, ya sean de izquierdas o de derechas, icen alto la bandera de los valores europeos y liberales. Insisto.
Frente a este debate, no es cuestión de saber si uno es de izquierdas o de derechas. No les pregunto a los europeos a los que me dirijo en mi obra si son de izquierdas o de derechas. Naturalmente, existe la fractura. Pero es secundario. Cuenta poco, muy poco, frente a la necesidad de enfrentarnos, todos juntos, a la marea negra del populismo. De esto trata Looking For Europe. Y por ello me he lanzado a esta aventura. Y esto es lo que iré a contar a Valencia, Madrid y Barcelona.
P: Hay un sector en España que defiende la legitimidad y el constitucionalismo de Vox -donde se encuentra el PP- y otro que le acusa de extrema derecha. ¿Qué futuro le augura a las alianzas de Vox?
R: Yo pertenezco al segundo sector. Creo que Vox es, por desgracia, y definitivamente, un partido de extrema derecha. ¿Cuál es su futuro? No sé. Pero lo que sí sé es cuál es su ardiente deseo: devorar el derecho moderado…
P: Siendo usted francés y conociendo el asunto de primera mano, ¿podría darnos alguna clave para entender los disturbios con los llamados ‘chalecos amarillos’? ¿Son de izquierda o de derecha?
R: Los dos, por supuesto. Se trata del mismo tipo de movimiento que hace que se tambalee, e incluso se suprima, la distinción entre derecha e izquierda. Lo que es seguro es que, a menudo, son antirrepublicanos, antidemócratas y antiliberales.
Exactamente como esos independentistas catalanes de los que hablaba. Exactamente como aquellos que siguen al señor Torra y su xenofobia lingüística. Exactamente como la gente de Vox. Y exactamente como la alianza de la Liga Norte y el movimiento de las Cinco Estrellas en Italia. Los chalecos amarillos franceses, con la diferencia de que no tienen el poder y de que no lo tendrán jamás, son los hermanos pequeños, o los primos, de estos de quienes acabo de hablarle.
P: ¿Qué influencia tiene el movimiento feminista actual en el juego político?
R: El movimiento feminista ha planteado cuestiones absolutamente fundamentales. Viejas cuestiones que se refieren a la igualdad entre hombres y mujeres. Esta igualdad está lejos de alcanzarse. Quizás podrá experimentar, al fin, una aceleración decisiva. Pero, más allá de esto, está la cuestión del acoso a la mujer y de la violación. Que la violación sea finalmente considerada un crimen terrible sometido a penas muy duras es esencial y sería un enorme progreso político y moral.
Y nos hallamos, una vez más, por encima de enfrentamientos bipartidistas. Me niego a ver cómo la izquierda o la derecha toma como rehén la causa feminista. Esta es un bien común, un tesoro compartido por todas las corrientes políticas. Aquellas, al menos, que se identifican con la democracia, los Derechos Humanos o el liberalismo. Volvemos a lo mismo.
Sobre ‘Looking for Europe’
Un intelectual aislado en un cuarto de hotel en Sarajevo tiene 90 minutos para escribir un discurso sobre Europa. Está a punto de tirar la toalla cuando se produce un golpe de efecto poético en que los buenos fantasmas de Dante, Goethe y Václav Havel vienen a recordarle que lo peor aún no es cierto y que todavía queda una vía para salir del populismo. Himno a esta Europa soñada, intento de resucitar el espíritu de Spinoza, de los novelistas del Imperio austro-húngaro, de Lech Walesa o de Picasso, ‘Looking for Europe’ es una representación que, a pocas semanas de las elecciones europeas, invita a la resistencia y a la esperanza.
El texto de ‘Looking for Europe’ se volverá a escribir, hasta el último minuto, en función de la actualidad de cada país donde se representará. Durante los tres meses que dura la gira del espectáculo, que arrancó en Milán y finalizará con dos fechas en París, todo será grabado para la posterior publicación de una película. Además, los espectadores tienen la oportunidad de formular sus preguntas en la web y que sean respondidas por el mismo Lévy sobre el escenario.
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