Turquía, la gran apuesta de BBVA, al borde del impago ante los vencimientos de deuda de los próximos meses
BBVA alcanza una participación del 86% en Garanti al cierre de la OPA
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El verano para la economía de Turquía se presenta igual de tormentoso que sus populares telenovelas para desasosiego de BBVA. El banco español ha redoblado su apuesta por ese mercado al alcanzar una participación del 86% en la entidad local Garanti al cierre de su Oferta Pública de Adquisición, pero la crítica situación que se cierne sobre el país con la lira en caída libre y el vencimiento de deuda en julio y agosto por un valor total de 30.000 millones de dólares no puede generar otra cosa que una elevada incertidumbre para el negocio de BBVA.
Después de un lustro de vertiginoso crecimiento en la economía turca -el año pasado el Producto Interior Bruto aumentó un 10% impulsado por los estímulos monetarios, crediticios y fiscales, que fomentaron el consumo privado y las inversiones, así como por el fuerte tirón de las exportaciones-, este año todo apunta a una drástica ralentización.
En mayo, la lira se ha desplomado un 9% y en lo que va de 2022, la caída es del 20%. Eso junto al fuerte incremento de los precios de la energía y de los alimentos en todo el mundo hace que la inflación se haya disparado muy por encima del 50% y promete con seguir acelerándose hasta niveles estratosféricos.
La severa depreciación de la divisa ha elevado la carga de las empresas con gran exposición a la deuda en moneda extranjera. Tienen que asumir altos tipos de interés y pugnan contra el impacto de la debilidad de la lira, lo que acentúa el riesgo crediticio para aquellas firmas que operan en sectores orientados a la importación -al hundirse la moneda local, se encarece la compra de productos de otros países-. Por otra parte, la descontrolada inflación daña el consumo de las familias, lo que se notará en el comercio minorista y, en general, en el sector servicios. Si todo ello se suma al alto nivel de paro juvenil, no es de extrañar el descontento que empieza a arraigar en la sociedad.
Esa patente insatisfacción no revierte en medidas por parte del presidente del país, Recep Tayyip Erdoğan, ni del banco central, totalmente a su merced y en el que ya ha destituido a varios gobernadores en los últimos años por no recortar los tipos de interés, pese a que la teoría económica clásica aboga por subirlos con el objeto de embridar la inflación desbocada.
«Los bajan por una cosa semirreligiosa. Erdogan ve los tipos de interés como usura», señala José Basagoiti, economista y fundador de la fintech TradingPRO. «Esto pone en evidencia que el banco central no es independiente y está muy influenciado por el Gobierno. Podemos ser bastante pesimistas con el control de la inflación a corto o medio plazo», agrega.
La consigna de Erdogan de bajar los tipos responde a un intento de estimular la economía mediante la devaluación de la divisa, que hace más competitivas las exportaciones a corto plazo. Sin embargo, a las empresas endeudadas en dólares o euros les resulta más costoso devolver los créditos con una lira tan frágil, y lo mismo que les ocurre a las familias al amortizar sus préstamos y al propio Gobierno con las obligaciones de deuda. Se abre así un camino expedito hacia la quiebra, sostiene Basagoiti, que cree que Turquía podría anunciar un impago «en breve».
Deterioro del balance
En esa tesitura, las empresas del país se enfrentarían a un gran problema: la rebaja de la calificación crediticia a bono basura por parte de las principales agencias de rating. Eso significaría un mayor coste de su endeudamiento. Y en caso de no poder hacer frente a él, serían los bancos, los acreedores, quienes tendrían que soportar tal peso.
«Cuando empiece a haber quiebras, BBVA va a tener problemas en balance muy serios», prevé Basagoiti. «Negocios como el que tiene ahí BBVA lo van a pasar realmente mal. Habría que ver qué porcentaje del activo se viene abajo. Sería un palo gordo», añade.
Paralelamente, el banco tendrá que lidiar con la reacción bursátil, que suele ser virulenta cada vez que el mercado recoge en su cotización los problemas de la economía turca. Y ya parece que los inversores manifiestan un miedo generalizado, tal y como reflejan los Credit Default Swaps (CDS) utilizados para cubrir los riesgos de impago de créditos. Se están disparando porque se apuesta por la quiebra del país.
«La sombra de Turquía vuelve a amenazar bastante al valor y recomiendo salir huyendo de BBVA porque los riesgos de un default son realmente altos, con vencimientos de deuda en julio y agosto», señala Basagoiti. «Se especula con que (Turquía) no va a tener liquidez suficiente para afrontarlos», alerta.
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