Tic, tac, la deuda pública, la bomba de relojería de la banca española
Las posiciones en deuda pública están generando pérdidas latentes a la banca, que se harán efectivas si tiene que venderla
Gortázar (CaixaBank) alerta: la morosidad de la banca aumentará y tendrá que pagar más por los depósitos
Los analistas prevén una corrección de las bolsas de un 10% como mínimo: «habrá tipos altos para largo»
La banca española vive en el mejor mundo posible: después de años de gran sufrimiento por los tipos negativos del BCE, la fuerte subida de éstos hasta el 4,5% ha repreciado todos los créditos que tiene en balance (ha subido las cuotas, para entendernos) y sus márgenes se han disparado. Pero en el horizonte aparecen negros nubarrones y amenazas que no conviene ignorar. El más evidente es la morosidad, pero tiene también una bomba de relojería oculta en la deuda pública.
La morosidad es lo que da más miedo: fue lo que se llevó por delante a las cajas de ahorros en la gran crisis financiera que acabó con el rescate de España. De momento, está muy contenida porque el frenazo económico se está retrasando más de lo que esperaban los expertos. Pero llegará tarde o temprano ante la situación del resto de Europa, agravada aquí por las políticas antiempresa del Gobierno.
Por tanto, la mora va a subir sí o sí, como ya ha reconocido el propio Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank. Otra cosa es hasta dónde y si los bancos tienen suficientes provisiones para cubrir esas pérdidas, con la exigencia constante del BCE para que las incrementen. Pero ya empieza a asomar la patita. En privado, muchos banqueros alertan del deterioro de la situación de muchos de sus clientes empresariales.
De hecho, estamos empezando a ver numerosas refinanciaciones de sus créditos, que suelen consistir en un alargamiento de los plazos. En estos casos, nunca se sabe si es por optimizar la estructura financiera de las empresas o porque no tienen dinero para pagar. Pero la experiencia nos enseña que lo más probable es lo segundo. Y cuando se acumulan muchas de golpe, más aún. Y cuando esto coincide con una restricción del crédito como la que ya estamos viendo, ni les cuento.
Los bonos se hunden
La morosidad es algo en el que se fijan todos los analistas, pero hay algo que está mucho más alejado de los focos y que puede suponer un peligro mucho mayor. Se trata de la caída que está sufriendo el precio de los bonos en el mercado, derivada precisamente de la subida de los tipos oficiales para combatir la inflación y del desmadre de la deuda pública en España: cuando el rendimiento de la deuda sube (el bono español de referencia a 10 años ha superado el 4% esta semana, niveles de 2014), los precios de los bonos bajan (explicado resumidamente: si tienes un bono que vale 100 y paga el 3% y hay un nuevo bono similar que paga el 5%, el tuyo ya no vale 100, sino 80, porque renta menos).
Y la banca tienen unas enormes cantidades de deuda pública, sobre todo españolas, en balance; de hecho, son los principales compradores en las subastas del Tesoro. Y esas posiciones están perdiendo valor a ojos vistas. Ahora bien, eso no va a tener reflejo de momento en la cuenta de pérdidas y ganancias, porque el grueso de estos bonos están en la cartera «a vencimiento» o «a coste amortizado».
En esa cartera se meten los activos que el banco no pretende vender hasta que venzan, como su nombre indica. En ese momento, recuperará el principal y durante la vida del bono irá cobrando los intereses. Por tanto, las fluctuaciones del precio no le afectan por el camino y la norma contable no le obliga a apuntarse ese deterioro ni en resultados ni en patrimonio (capital).
¿Y si hay que vender?
Ahora bien, ¿qué pasa si tiene que vender esa deuda por algún motivo? Pues que ahí vendría un problema bien gordo, porque entonces sí tendría que hacerlo a los precios actuales y la pérdida correspondiente iría directa a la cuenta de resultados. En principio, no hay razones para que tenga que hacerlo. Pero, como diría José Mota, «que ya sé que no, ¿pero y si sí?».
¿Se acuerdan del Silicon Valley Bank o de Credit Suisse? Pues lo que los llevó a la quiebra y a ser vendidos a derribo fue precisamente eso, que tuvieron que vender a toda prisa los bonos que tenían en balance con fuertes pérdidas que no pudieron cubrir. El motivo fue una fuga de depósitos masiva que los dejó sin liquidez, lo que les obligó a poner en el mercado esos títulos de deuda.
¿Podría pasar eso aquí? A priori no es probable, porque nuestras entidades están mucho más saneadas y capitalizadas en la actualidad. Pero como dijo Andrew Ross Sorkin, experto del New York Times, una fuga de depósitos se puede desatar por un mero rumor en las redes sociales, aunque sea infundado. Es un escenario quizá extremo, pero la historia nos enseña que estos escenarios a veces se hacen realidad. Que se lo digan a Nassim Taleb o al Banco Popular.
Por tanto, la banca tiene serias amenazas en el horizonte para las que debería prepararse por si acaso. Una fuente del sector lo ilustra gráficamente: «No esperemos a que la casa esté en llamas para sacar la manguera. Mejor hacerlo cuando empezamos a oler a humo». Pues eso.
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