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Respuestas a las críticas sobre los ‘robo advisor’

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La llegada de los ‘robo advisor’ al mercado financiero no ha dejado indiferente a nadie. En los últimos tres años, desde el lanzamiento del primer ‘robo advisor ‘en España, se han alzado voces en contra del asesoramiento y la gestión robótica, y también ha encontrado múltiples apoyos, especialmente entre los pequeños inversores a los que hasta ahora nadie había hecho mucho caso.

La primera crítica se centra en la fórmula que tienen los ‘robo advisor’ para determinar la tolerancia al riesgo de los inversores. Los críticos aseguran que no se puede medir el perfil de riesgo con unas simples preguntas centradas en cuantificar el riesgo por la edad que tiene el inversor y los años que le quedan para reembolsarse su dinero. Afirman que al no preguntar por los activos no incluidos en las carteras de inversión (deudas contraídas por hipotecas o préstamos personales, entre otros) ni por los gastos corrientes que deben afrontar anualmente (colegios, vivienda, comida…) es probable que estos robots financieros se equivoquen al asesorarles. Esta apreciación no es correcta ya que estas preguntas que tantas críticas despiertan cumplen perfectamente las exigencias que marca la regulación. Más bien habría que preguntarse si las entidades financieras han perfilado alguna vez a un pequeño inversor en base a estas preguntas tipo MiFID.

Otra de las críticas que se hace al asesoramiento automático está relacionada con los posibles conflictos de interés. Entienden que los robots solo propondrán carteras de inversión con productos financieros de empresas con las que tengan acuerdos. Esta crítica sería entendible si, por ejemplo, a los clientes solo se les ofrecieran fondos de inversión de una o varias gestoras con acuerdos preferentes de comercialización. El caso es que esta afirmación no se ajusta a la realidad.

El ‘robo advisor’ de Feelcapital, por ejemplo, pone a disposición de los inversores los más de 27.500 fondos traspasables que hay en España. Es decir, puede proponer a un inversor la adquisición de cualquiera de ellos en función de su perfil de riesgo y de su horizonte temporal de inversión. Eso se llama independencia, porque el robot no contempla si la gestora que comercializa este u otro fondo ha llegado a un acuerdo con la empresa para que solo ofrezca los suyos , lo que valora es que se ajuste a ese perfil y le permita cumplir con sus objetivos de inversión.

El desarrollo de los ‘robo advisor’ es imparable. Las críticas siempre serán bienvenidas si conseguimos entre todos cambiar el oscuro mundo de los fondos de inversión que nos rodea. Pero las críticas deben ajustarse también a la realidad, porque de lo contrario estaríamos hablando de mentiras.

Un ‘robo advisor’ permite individualizar la inversión y adaptarla en función de los cambios en el perfil del inversor a lo largo de su vida. Eso hasta hoy solo lo hacía la banca privada, pero nuestro asesoramiento robótico ha conseguido democratizar la inversión y hacerla accesible para clientes con pequeños patrimonios. Estamos seguros de que el futuro inmediato pasa por el desarrollo de estas tecnologías para dar a cada inversor lo que realmente necesita.

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