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Qué poco dura la alegría en casa del rico (la banca)

Qué poco dura la alegría en casa del rico (la banca)
Alegría en casa del rico.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Di ce el refrán que la alegría dura poco en casa del pobre, pero en la del sector tradicionalmente, más rico, la banca, tampoco va a durar mucho. Menos de un año. Las celebraciones por las subidas de tipos del BCE después de demasiados años con los intereses negativos y los márgenes congelados están dando paso a los temores por el aumento de la morosidad y por el problema que va a suponer la explosión del tipo fijo en las hipotecas en los últimos años.

La banca gana dinero básicamente tomando prestado dinero a un precio (el tipo de interés) y prestándolo a un precio más caro; ese es su margen de intereses. Es como cualquier comercio, pero lo que compra y vende es dinero. En realidad es un poco más complejo porque también lo ganan por la diferencia de plazos: toman el dinero prestado a corto plazo y lo prestan a largo.

BCE subidas tipos

¿De dónde sacan el dinero los bancos? Pues del banco central, de los mercados (emitiendo distintos tipos de bonos) o de los clientes, de sus cuentas y depósitos. Sí, los bancos no guardan su dinero en una caja fuerte como en las películas, sino que se lo prestan a otro. Por eso, si todo el mundo quisiera sacar su dinero a la vez, quebrarían (es lo que le pasó al Banco Popular).

Vuelve la normalidad

Pues bien, en la larga noche de los tipos negativos posterior a la crisis financiera que obligó a rescatar a las cajas de ahorros y que casi saca a España del euro, los bancos apenas obtenían ingresos de los préstamos que tenían en cartera, ya que estaban mayoritariamente ligados al euríbor: si éste estaba por debajo de cero, aunque hubiera un diferencial positivo, los intereses que se ingresaban eran prácticamente cero. Recuerden que hasta se llegó a plantear si los bancos debían pagar a los clientes por sus hipotecas y cobrarles por los depósitos, el mundo al revés (cosa que hicieron a las grandes empresas; lo de los depósitos, no lo de las hipotecas).

Esa situación se ha revertido por fin en 2022 con el inicio por fin de las subidas de tipos por culpa de la vuelta de la inflación. Alegría; después de tanto tiempo, los créditos iban a obtener rendimiento y los beneficios estancados iban  a crecer. La ansiada vuelta a la normalidad -porque eso es lo normal, no son beneficios extraordinarios, como afirma el Gobierno para justificar su impuestazo-. El sector lo celebraba en Bolsa tras la larga travesía del desierto de sus accionistas, que provocó acontecimientos tan rocambolescos como la contratación anulada de Andrea Orcel por el Santander (con el objetivo principal de resucitar la acción en Bolsa).

De izquierda a derecha, Andrea Orcel, Ana Botín y José Antonio Álvarez.

Pero esta felicidad se está acabando ya en este arranque de 2023. La principal razón es que los tipos han subido demasiado rápido en muy poco tiempo: nunca se habían visto subidas de 0,75 puntos de golpe en cada reunión, como el año pasado. Y lo que te rondaré, morena: si hacemos caso al gobernador del Banco de Holanda, queda la mitad de la subida hasta el 5%.

Alerta de morosidad

Esto provoca que las revisiones estén disparando las cuotas mensuales de los préstamos; se lo contamos de forma recurrente en las hipotecas. Estos préstamos, que forman el grueso de la cartera de la banca, tienen poca morosidad porque los españoles dejamos de comer si hace falta con tal de pagar la hipoteca. Pero el crédito a las empresas y al consumo sí que corre grave peligro de entrar en mora, como alerta el propio BCE: si no hay ingresos suficientes en las empresas o las familias para pagar la letra, no se puede pagar y punto. Algo que se agrava por la concentración de riesgos de la banca en sectores que sabemos que lo pasan mal en las crisis, como nuestro querido ladrillo o la para muchos burbuja de las renovables.

suelo urbano
Grúa de construcción.

Por tanto, los bancos tienen que destinar parte de lo que ganan por la subida de tipos a las provisiones. ¿Eso qué es? Pues cuando un préstamo corre peligro de entrar en mora, las entidades tienen que apartar y meter en un cajón un porcentaje de su importe, que es lo que se llama dotarlo. Si pasa el tiempo y el cliente sigue sin pagar, tiene que acabar dotando el 100% y darlo por incobrable (fallido). Estas provisiones son pérdidas que se restan de la cuenta de resultados. Por tanto, si la banca tiene que dotar muchas provisiones, la mejora del beneficio se va al garete; de ahí su interés en el acuerdo con Calviño para facilitar el pago de las hipotecas a los clientes en dificultades que ahora quiere sabotear Podemos, cómo no.

La trampa del tipo fijo

Pero todavía hay más. En la negra noche de los tipos negativos, las entidades creyeron descubrir la piedra filosofal para no volver a depender totalmente del euríbor en sus resultados: los préstamos -sobre todo hipotecas- a tipo fijo. A priori parecía una buena idea, pero la banca los empezó a conceder sobre la premisa de que los tipos jamás iban a volver al 5%, ni siquiera al 3%. ¿Quién iba a pensar que la inflación iba a llegar al 10%… como en 2022? Nadie. Así que estos nuevos préstamos se dieron al 2%, al 1,5% o incluso al 1%.

Si tomar prestado el dinero cuesta ya el 2,5% y subiendo, y el préstamo concedido te paga el 1% ó el 1,5%, la consecuencia es obvia: pérdidas. Sí, ahora los tipos fijos han subido por encima del 3%, e incluso los españoles vuelven a contratar hipotecas variables ante esta escalada, pero lo concedido en los últimos casi 10 años ya no tiene remedio.

9 septiembre
Emilio Botín

Así que el sector se encuentra con que muchos créditos a tipo variable están entrando en mora o van a hacerlo (y tienen que provisionarlos) y que otros muchos a tipo fijo son deficitarios. No es el mejor mundo posible, precisamente. Y eso que se resiste como gato panza arriba a pagar por los depósitos (sólo lo hacen algunas pequeñas entidades extranjeras o neobancos). Si alguno de los grandes se decide a hacerlo, todos tendrán que seguirle, lo cual acabará de destrozar los resultados del sector. Y no les quepa duda de que, si don Emilio (Botín) estuviera vivo, ya habría iniciado la guerra.

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