Las diez mayores quiebras de España, de momento
Abengoa es el último ejemplo que ilustra la dureza de una crisis que no acabamos de superar. Todas las empresas, de todos los sectores, se han visto afectadas en mayor o menor medida pero para algunas, a pesar de ser importantes en su sector, fueron incapaces de remontar el vuelo.
Haciendo un somero repaso de los tiempos recientes, a principios de 2000 ya se vivió la crisis de las puntocom, de auditoras y de energéticas, las inmobiliarias fueron las primeras en sufrir el llamado pinchazo de la burbuja del ladrillo.
Tras el ladrillo, llegaron las cajas y después el resto de sectores
Después vino la quiebra de las cajas de ahorro y su posterior nacionalización y en la actualidad no hay sector que se libre de ofrecer un caso de quiebra de renombre. Deudas inasumibles, agujeros patrimoniales, pésima gestión, son también elementos que han ayudado a la hora de apuntillar a empresas que han padecido con mayor intensidad la severa crisis.
No todas han quedado en la cuneta. Ha habido muchas que tras presentar un concurso de acreedores finalmente han podido dar un golpe de timón y retomar su actividad, recobrando su maltrecha fama. En este apartado encontramos a Pescanova, a Renta Corporación o a Panrico, por poner sólo algunos ejemplos.
Otras han sido protagonistas mediáticas aunque sus cuantías no son demasiado significativas pero sí expresan que ningún sector ha quedado libre del azote de la crisis. Banco Madrid, Terra Mítica, Corporación Dermoestética y Sniace, ocupan estas tristes plazas.
Antes de la llegada de Abengoa a esta lista de la vergüenza, el ranking lo lideraba la primera inmobiliaria del país, Martinsa-Fadesa con una deuda de 7.200 millones de euros. Tras comprometerse a pagar su deuda en un plazo de 10 años ahora ofrece un patrimonio neto positivo que le ayuda a ver el futuro con una relativa tranquilidad.
Muy sonada también fue la caída de Nueva Rumasa, revival de la antigua empresa de los Ruiz-Mateos que dejó tirado a miles de inversores. Bankia tras recibir un rescate de 23.500 millones de euros por parte de los contribuyentes lucha por sanear balance y que algún día devuelva al Estado lo que de él ha percibido. Reyal-Urbis sigue vendiendo edificios en Madrid para salir a flote mientras que Pescanova trata de digerir un agujero de más de 3.640 millones de euros en los que le metió las malas prácticas de su antiguo presidente Manuel Fernández de Sousa.
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