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Economía
Jubilación

Un experto avisa sobre el giro en las pensiones que va a llegar a España: «Preparaos para…»

El futuro de las pensiones en España vuelve a ocupar titulares y, esta vez, no precisamente por buenas noticias. La advertencia viene de uno de los economistas más mediáticos del país, Gonzalo Bernardos, quien no ha dudado en poner sobre la mesa una posibilidad que empieza a sonar con fuerza: el retraso de la edad de jubilación. Lejos de tratarse de una predicción catastrofista, Bernardos apunta a una tendencia que ya empieza a materializarse en países vecinos, como Dinamarca, que ha dado el primer paso firme hacia una jubilación a los 70 años.

Este cambio, que puede parecer lejano o incluso impensable para muchos trabajadores actuales, responde a un contexto que cada vez resulta más difícil de ignorar: una población que envejece, una natalidad en mínimos históricos y un sistema público de pensiones cada vez más tensionado. En palabras del propio Bernardos: «Preparaos para lo que viene», y es que aunque por el momento no existe una propuesta oficial del Gobierno para modificar la edad legal de jubilación, lo cierto es que el escenario empieza a perfilarse con claridad. Si no se hacen reformas estructurales, las cuentas no saldrán. Y es que no se trata sólo de pagar más pensiones, sino de sostener todo un sistema que garantiza ingresos dignos a millones de personas tras décadas de trabajo.

Un experto avisa sobre el giro en las pensiones que va a llegar a España

Lo que hasta hace poco parecía una posibilidad remota, ya es una decisión firme en un país europeo. Dinamarca ha legislado un cambio histórico: la edad de jubilación pasará a ser de 70 años a partir de 2040. La medida, aprobada recientemente por su Parlamento, forma parte de una ambiciosa reforma del bienestar iniciada en 2006, que contempla ajustes automáticos de la edad de retiro en función del aumento de la esperanza de vida. Con 81 votos a favor y 21 en contra, el país nórdico ha decidido enfrentarse de forma directa a los desafíos del envejecimiento demográfico.

Este movimiento no es aislado. Según Bernardos, «nosotros seguiremos su ejemplo, más tarde o más temprano». En su opinión, España no podrá mantenerse al margen por mucho tiempo. Las razones no son ideológicas, sino puramente económicas y demográficas. A más años de vida, más años cobrando pensión. Y si no hay suficientes cotizantes jóvenes que mantengan el sistema, alguien tendrá que pagar la diferencia.

Una presión creciente sobre el sistema español

Actualmente, en España la edad legal de jubilación es de 66 años y 8 meses, aunque existe la opción de retirarse a los 65 años para quienes hayan cotizado más de 38 años y 3 meses. Sin embargo, este modelo está diseñado para un país con una pirámide demográfica muy distinta a la que tenemos hoy. En los próximos 20 años, se espera un notable incremento en el número de jubilados, mientras la población activa apenas crece. Esta tendencia podría hacer insostenible el actual sistema si no se aplican reformas de calado.

No se trata únicamente de retrasar la edad de retiro. Expertos como Bernardos advierten que será necesario repensar por completo el modelo de pensiones, incluyendo fórmulas mixtas, más incentivos al ahorro privado, y posiblemente una vinculación más clara entre lo cotizado y lo recibido. Lo que hoy parece una medida dura podría convertirse, en pocos años, en la única salida viable para evitar un colapso financiero del sistema.

¿Está España preparada para asumir este cambio?

La cuestión que muchos se hacen no es si este giro va a llegar, sino cuándo y de qué forma se aplicará. La transición no será sencilla, ni mucho menos popular. Cambiar la edad de jubilación implica alterar los planes de vida de millones de personas. Pero también es cierto que ignorar el problema no lo hará desaparecer. La sostenibilidad de las pensiones no es algo que se pueda solucionar con parches temporales ni subidas puntuales de impuestos, sino con reformas que estén bien planificadas.

El Gobierno, por ahora, no ha dado señales claras de querer seguir los pasos de Dinamarca. Pero el contexto europeo y las advertencias de voces como la de Bernardos van dejando menos margen para la pasividad. El retraso de la jubilación podría no ser una opción, sino una necesidad. Y cuanto antes se afronte el debate de forma realista, más margen habrá para diseñar una transición justa.

En definitiva, quizá todavía nos quede una década antes de que medidas como las de Dinamarca se implanten en España, pero los expertos insisten en que el tiempo para reaccionar se agota. Cada año que pasa sin reformas estructurales agrava el desequilibrio entre ingresos y gastos en el sistema de pensiones. Los trabajadores jóvenes de hoy (y no tan jóvenes) serán los más afectados si no se toman decisiones valientes a tiempo.

Por eso, el aviso de Bernardos no debe tomarse como una amenaza, sino como una llamada de atención. Si se planifica bien, si se explica con claridad y si se acompaña de otras medidas de protección y estímulo, una reforma de las pensiones puede ser parte de la solución, no del problema. Lo importante es no mirar hacia otro lado. Porque aunque no queramos verlo, el futuro de las pensiones ya está aquí. Y pide respuestas urgentes.