Draghi carga el revólver: más compra de deuda y castigo a la banca por los depósitos
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Dragui, prepara su enésimo plan de estímulo monetario para impulsar el nivel general de precios en la eurozona (el IPC) y mantener la estabilidad en el mercado de deuda pública. Muchos países, como España, dependen de la operación de compra de bonos estatales que realiza la institución monetaria para financiar el déficit y elevar su deuda.
Además, los mercados de renta variable bailan al son de las inyecciones de liquidez del BCE. Nunca antes en la historia las decisiones de inversión habían dependido tanto de las acciones de la banca central. Tanto, en EEUU, como en Europa, Reino Unido, China o Japón, las instituciones monetarias son los directores de orquesta de las economías, lo que supone un nivel de planificación e intervención que poco o nada tiene que ver con la existencia de mercados libres.
El BCE estudia incluso llevar el tipo de interés oficial a terreno negativo
Dragui prometió el pasado enero que en la reunión de mañana que el BCE “tiene el poder, la determinación y la voluntad de actuar” y que “no hay límites” a la hora de “desplegar” nuevos instrumentos“. El presidente cuenta con el apoyo unánime del consejo de administración del organismo monetario para ampliar el actual programa de compra de activos (deuda pública), el denominado QE.
Las balas que tiene el BCE en la recámara son ampliar el citado QE, que en la actualidad tiene un volumen de compras mensuales de 60.000 millones de euros y aumentar la penalización a las entidades financieras por guardar su liquidez en el BCE (el tipo de interés de depósito).
No obstante, el mercado espera que el programa de compra de activos incluya también la adquisición de deuda de empresas (bonos corporativos) e, incluso, algunos analistas creen que el organismo monetario estudia comprar directamente acciones de bancos, lo que supondría una absoluta revolución en el ámbito de las intervenciones del BCE.
Otra vía de actuación sería reducir el tipo de interés oficial hasta llevarlo a terreno negativo. En la actualidad están en el 0% y el consejo de gobierno del BCE lleva meses analizando los riesgos de esta medida. De momento no se contempla de forma oficial, pero si algo nos ha enseñado la Gran Recesión es que todo es posible, especialmente en lo que a la política monetaria se refiere.
“Todos los indicios apuntan a que Dragui anunciará una política monetaria más agresiva, sobre todo teniendo en cuenta que las decisiones que tomó el BCE el pasado diciembre quedaron muy por debajo de lo que descontaban los mercados financieros “, señala Carlos Salvador, profesor de Cunef.
Salvador plantea que el organismo monetario puede reducir la calificación crediticia que exige a los activos de renta fija que compra en su QE y, al mismo tiempo, realizar operaciones de financiación a largo plazo a los bancos comerciales mediante créditos con vencimiento a cuatro años, siempre que el dinero fluyera a la economía real.
«Paracetamol a la espera de una operación quirúrgica»
El profesor considera que las medidas que va a aplicar el BCE son un conjunto de “paracetamoles” con el objetivo de “ganar tiempo para llevar a cabo una operación quirúrgica en la que se implanten medidas estructurales destinadas a mejorar la eficacia del mecanismo de transmisión de política monetaria y abrir el grifo de la financiación a empresas y hogares”.
Por su parte, los analistas de Renta 4 señalan que el programa de compra de activos puede ampliarse en 10.000 millones de euros mensuales, lo que supondría que el BCE adquiriría 70.000 millones de euros de deuda pública. Además, indican que el citado QE, que termina en marzo de 2017, podría ampliarse más allá de esa fecha.
Precisamente, desde Renta 4 se recuerda que a la banca central se le está acabando la munición para intervenir en la economía, ya que las políticas monetarias pierden su efectividad cuando se mantienen sine die, como es el caso de la situación actual.
Por su parte, Álex Fusté, economista jefe de Andbank, señala que “las expectativas de más estímulos están más que generalizadas”. A este respecto, considera que “la compra de deuda senior de bancos, aunque no se descarta, sigue siendo un tema controvertido”, ya que “tendría un enorme impacto a corto plazo en lo que respecta a abordar la inestabilidad que afecta a los bancos europeos”.
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