Cómo sacar el mayor beneficio a la venta de un negocio
El máximo éxito para un emprendedor es haber abierto un determinado negocio y haber podido vivir de él durante toda su vida laboral. Se trata de una gran satisfacción, porque significa que la actividad ha ido bien y que se ha trabajado de aquello que más gustaba y motivaba. Se trata de un gran logro que no todos pueden decir y que, por lo tanto, hay que otorgarle todo el mérito que se merece.
Ahora bien, llega también el momento de poder descansar y disfrutar de todo el trabajo que se ha estado desempeñando durante muchos años. Es una decisión difícil y que tiene un componente emocional muy importante, porque se trata de dejar aquella empresa que uno ha alzado durante toda la vida. Pero en un determinado momento tocará traspasar el negocio.
Querremos, evidentemente, venderlo al mayor precio posible. La problemática viene en el momento de fijar el valor. Nosotros buscaremos el más alto posible, los posibles compradores, el menor. Empezará, pues, una dura negociación.
¿Cómo poner en valor el propio negocio?
Los aspectos que hay que destacar y que determinarán el valor por el cual podemos traspasar el negocio son los siguientes:
· Nivel de ingresos: es la principal variable. Un negocio se valorará especialmente por el nivel de ingresos que ha conseguido durante los años de apertura, especialmente los más recientes. De esa forma, el comprador podrá valorar la posibilidad de recuperar su inversión y en qué plazo.
· Cantidad y tipo de clientes: es otro factor extremadamente importante. Los clientes son la base sobre la cual se sustenta todo negocio y su viabilidad futura. A más clientes y de más valor (es decir, que facturen una cantidad mayor), mejor. En ese sentido, hay que vigilar en que unos pocos clientes no representen un porcentaje excesivo del negocio. Si es así, puede haber dudas sobre el riesgo de perderlo y que, como consecuencia, los ingresos caigan de forma considerable.
· Sector en el cual se opera y sus expectativas de futuro: se analiza si el sector en el cual se encuentra la empresa tiene recorrido y si está en crecimiento, estancado o en decadencia. Evidentemente, siempre será preferible un sector que crezca que otro que ya está maduro.
· Resultados de los distintos años de actividad: no solamente se miran los ingresos, sino también los costes necesarios para sustentar la actividad. Es a partir del resultado estimado que el comprador podrá estimar en cuánto tiempo podrá recuperar la inversión.
· Profesionalidad mostrada: hay que facilitar las cosas al comprador. Es decir, ofrecer los datos que pida y presentarle los principales clientes para que, así, lo conozcan.
· Imagen de la empresa: cómo es reconocida la empresa por el público objetivo. Cuanto mejor sea la imagen, más preferida y más alto será su valor.
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