Dean Huijsen debe vigilar mejor su espalda y aprender del error del pasado sábado en Anoeta. Cierto es que tiene la excusa de que Gil Manzano le expulsó injustamente al correr en paralelo con Eder Militao y no ser el último hombre de la defensa, pero su cortocircuito al derribar a Mikel Oyarzabal poniendo sus manos sobre sus hombros para desestabilizarle no se puede volver a repetir.
Es imposible adivinar lo que hubiera ocurrido, aunque bien sabe Huijsen, que además le conoce de la selección española, que Oyarzabal no es ni mucho menos un velocista y que perfectamente entre él y Militao le podrían haber detenido limpiamente. El joven central del Real Madrid (20 años) ya sabe que los árbitros no le van a pasar ni una en Liga y que un descuido como el del partido contra la Real Sociedad puede costarle realmente caro a él y a su equipo.
Huijsen ya tuvo un error que privó al Real Madrid de su presencia en la semifinal del Mundial de Clubes y que influyó claramente en la eliminación del equipo blanco frente al PSG. El central es capital pese a contar únicamente con nueve encuentros disputados y no puede dejar a los de Xabi Alonso huérfanos de su fortaleza en defensa con tanta frecuencia.
Su entrenador explicó que al final del partido «estaba aliviado con la victoria del equipo», pero no escondió que «son acciones evitables». Un claro toque de atención que llega a tiempo para Huijsen, un central ya hecho para el Real Madrid cuya proyección no tiene límite. Aunque su crecimiento también pasa por aprendizajes como el del sábado y el de julio con su expulsión ante el Borussia Dortmund.
Huijsen repite su error
De hecho, aquel día un líder del vestuario como Thibaut Courtois ya trató de explicar que esa falta que provocó un penalti y, sobre todo, su ausencia contra el PSG era «innecesaria». «Obviamente él está jodido. Innecesaria al final. Las normas son esas: si no intentas jugar la pelota, es roja», expuso el belga. Esta vez Gil Manzano impuso otras normas y Huijsen acabó recibiendo la máxima sanción pese a tener Militao metros y velocidad de sobra para alcanzar a Oyarzabal.
Hasta el propio jugador acabó agradeciendo a sus compañeros los tres puntos en San Sebastián, ya que de no lograrlo hubiera quedado señalado como uno de los culpables: «Gracias por ser tan buenos, os quiero». El Real Madrid tenía el choque completamente encarrilado, puesto que después del primer gol de Kylian Mbappé tuvo varias ocasiones a balón parado para hacer el segundo.
Sin embargo, las cosas se torcieron cuando en un contraataque de la Real Sociedad Oyarzabal recibió pasada la medular y se fue al suelo con un toque por alto de Huijsen. La enseñanza es clara y el malagueño ya ha aprendido que tiene que defender mejor lo que ocurre a sus espaldas y extremar las vigilancias. En cualquier momento, sea o no su culpa, los árbitros o el rival se la pueden liar.