Vinicius levanta a un muerto
Estaba cocido. O al dente por lo menos. Y Lopetegui no le ponía. Nunca. La gran esperanza blanca se llama Vinicius Junior y es capaz de levantar a un muerto. El brasileño, que debutó de titular el día que también debutaba Solari, fue la inyección de adrenalina que necesitaba un Real Madrid algo deprimido y tristón. Logró una victoria solvente por 0-4 y la alegría la puso el brasileño. Demostró que el efecto Solari era el efecto Vinicius.
Se estrenaba Solari. Era su primer partido al frente del Real Madrid y a lo mejor el último. Entrenador por un día, igual que Maxim Huerta ministro. Y se estrenaba Vinicius, ese muchacho sobre el que el Madrid quiere construir futuro pero al que le ha caído la corona como a una reina quinceañera que hereda el trono de improviso. Claro, si hubiera tenido un regente, Vini podría haberse cocido en el Castilla, pero en este Madrid que más que verde está medio podrido, mejor poner a un joven sin hacer que a un veterano pasado de cocción como los macarrones de una abuela. Cierro paréntesis.
Decía. Se estrenaba Solari con un once novedoso y copero. Se había dejado en Madrid a Kroos, Modric, Isco y Bale, además de a los lesionados, así que tuvo que componer un equipo de emergencia en Melilla. Lo primero que hizo fue cambiar el sistema: del 4-3-3 al 4-4-2. El objetivo era hacer un equipo más sólido y solidario, menos partido. Eso y lo de los cojones, ya saben.
El portero era Keylor Navas. No diré más, que luego lo utilizan en mi contra y algún día quiero conocer Costa Rica. Los laterales eran para Odriozola y Reguilón, mientras la pareja de centrales la formaban el capitán Ramos y el canterano Javi Sánchez, un central que tiene una pinta estupenda y que igual tiene minutos porque hay más gente en la enfermería del Real Madrid que en la cafetería de un ministerio. Por delante otra línea de cuatro simétrica. Costados para Lucas Vázquez y Asensio y centro para el inédito Marcos Llorente y Ceballos. Arriba, el citado Vinicius y Benzema, que no es delantero centro de profesión, es superviviente.
Un duelo eléctrico
Frenético arrancó el partido con un Melilla valiente y un Real Madrid que vestía de color gazpacho. Dos veces se asomaron los melillenses al área de Keylor antes del minuto dos. Los locales presionaban muy arriba al equipo de Solari, que no se esperaba una salida tan furiosa. Respondió Vinicius por la banda izquierda con una asistencia que no alcanzó a rematar mal perfilado Asensio.
Vistos los primeros minutos y por no mentir diremos que el Real Madrid jugaba con un 4-2-3-1, en el que Vinicius y Lucas jugaban por las bandas, Asensio en la mediapunta y Benzema arriba.
La presión del Melilla estuvo a punto de costarle un susto de muerte a Keylor. Igor Martínez, que arrancó en posición dudosa, se plantó solito y su disparo lamió el palo derecho del Real Madrid. Sin noticias del efecto Solari en los primeros diez minutos. Vamos, que si me dicen que está Lopetegui en el banquillo, me lo creo.
Superado el susto, el Real Madrid empezó a crecer con lentitud, como Torrebruno, y a manejar el partido. Después de un primer cuarto de hora de presión furiosa, el Melilla optó por un repliegue intensivo. Manejaba la pelota el equipo blanco con la parsimonia propia de los tiempos de Lopetegui.
Sólo Vinicius parecía crear peligro y acelerar la jugada en el Real Madrid. Un disparo de Lucas Vázquez, que se envenenó tras tocar en un rival, fue el primer aviso del conjunto de Solari. Evitó el tanto con un vuelo espectacular Barrio, portero local. Y en esas ya habíamos gastado 25 minutos de partido.
Karim marca, Vinicius despunta
Y fue en el 27 cuando el Real Madrid encontró el gol. Lo hizo a la carrera y con tres toques, no al estilo Lopetegui. Lucas Vázquez empezó a correr en campo propio. Le dobló como una bala Odriozola, que remontó la mitad del campo, se metió en el área y asistió para que Benzema sólo tuviera que empujarla.
El gol tranquilizó al Real Madrid y dejó muy tocado al Melilla. Lucas Vázquez tuvo un mano a mano ante Barrio que resolvió con un tiro al muñeco. Se iba consumiendo la primera mitad en medio de un aguacero que iba poniendo el campo en un estado muy peligroso para las lesiones. Y justo cuando nos íbamos al descanso volvió a aparecer Vinicius por la izquierda. El brasileño asistió con el exterior a un Asensio que, esta vez sí, llegó de segunda línea para abrochar el 0-2.
Resumen de la primera parte: el Real Madrid sigue medio deprimido, pero Vinicius es un brote verde en el páramo desértico que ha dejado Lopetegui. Iniciamos la segunda con la eliminatoria encarrilada para los de Solari, que dio descanso a Benzema y Sergio Ramos, pero con un Melilla otra vez impetuoso. Un par de sustos se llevó Keylor, pero la cosa no fue a mayores.
El show de Vinicius
Se repitió la historia de la primera mitad y el Melilla perdió gas. Otra vez apareció Vinicius en su incipiente conexión con Asensio que era de lo más ilusionante del Real Madrid. Enfilábamos el 70 y de nuevo los visitantes inclinaban el partido hacia el área de Barrios. Vinicius se gustaba con pases estilo Neymar.
Siguió el show del brasileño en el 71, con un magnífico control orientado, se perfiló y lanzó un pepinazo que se estrelló contra el larguero del Melilla. Todo el ataque del Real Madrid se sustentaba en la mojada espalda de Vinicius. Estaba dejando a Lopetegui con el culo al aire. Siguió haciéndolo en el 78, cuando otra genialidad suya en forma de taconazo habilitó a Reguilón para marcar. La jugada se enredó y fue el propio Vinicius quien se jugó la pierna para marcar. La pelota quedó muerta y la remachó Odriozola.
Hasta el final, que lo selló Cristo con un cabezazo a pase de Odriozola, siguió el recital de Vinicius, con amagos, regates con el cuerpo, rabonas, desborde y una punta de velocidad con el balón que, a día de hoy, no tiene ningún otro jugador de la plantilla del Real Madrid. Fue su presentación en sociedad. Impactó. Y Lopetegui no le ponía. Nunca. Hay que ser torpe.
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