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El presidente de la UEFA, en el foco de la polémica

El mes horrible de Ceferin

Aleksander Ceferin se ha habituado a estar en el centro de la polémica. El presidente de la UEFA no respondido de la mejor manera a los problemas que le han surgido en los últimos tiempos, errando completamente en los temas relacionados con la Superliga, así como en varias decisiones tomadas durante la última Eurocopa

No está siendo el mes de Aleksander Ceferin. El presidente de la UEFA se ha visto en los últimos tiempos en el foco de varias polémicas y no ha sabido salir de ellas de la mejor manera. Varios son los líos en los que se ha visto metido el máximo dirigente del fútbol europeo, que no levanta cabeza desde el anuncio de la Superliga y, sobre todo, después de que los tribunales le quitasen la razón y le impidiesen sancionar a los clubes ‘rebeldes’.

La disputa de la Eurocopa y la mala gestión de la UEFA en varios temas, como el conflicto de la bandera arcoiris o la privación del gobierno británico de impedir el acceso de aficionados de fuera del Reino Unido a las semifinales y final, así como los insultos racistas recibidos por diversos jugadores ingleses por parte de su propio público, han puesto de nuevo en el punto de mira a un Ceferin que sigue buscando, sin éxito, la manera de revolucionar el fútbol continental.

La justicia le quita la razón

El pasado mes de abril nacía oficialmente la Superliga. La nueva competición que pretende hacer sombra a la actual Champions era creada con el objetivo de incrementar notablemente los ingresos de los participantes, los grandes conjuntos de Europa, que están sufriendo los mayores efectos de esta pandemia. Una medida tomada ante la inoperancia de la propia UEFA y con la que buscaban salvar sus cuentas y, de paso, ayudar al resto de equipos.

La reacción de la UEFA no se hizo esperar, tomando medidas disciplinarias contra los rebeldes. Sin embargo, la justicia le ha dado la razón a Real Madrid, Juventus y Barcelona, los tres que continúan figurando en el proyecto, por lo que Ceferin no podrá sancionarles, ni mucho menos expulsarles de sus competiciones.

Un varapalo judicial que ha sido doble, después de que el titular del Juzgado de lo Mercantil Número 17 de Madrid, Manuel Ruiz de Lara, haya desestimado uno de los recursos presentados por la UEFA. De esta forma, queda claro que el cambio en el fútbol europeo es imparable, ya que se considera que la organización que rige el fútbol continental «obstaculiza o impide el acceso» de A22 Sports Management, administradora de la Superliga, al «mercado interior de organización de competiciones internacionales de clubes de fútbol».

Fomenta la desigualdad entre los grandes

Entre las medidas que se tomaron para evitar la fuga de equipos a la nueva Superliga, destaca la flexibilización del fair-play financiero. Ceferin pretendía convencer a los grandes de que se quedasen al lado de la UEFA eliminando los mecanismos reguladores que permiten mantener cierta igualdad en el fútbol europeo.

El resultado no ha podido ser peor. En la actualidad, con todos los clubes elitistas del continente presentando pérdidas sin precedentes en los últimos años, a excepción del Real Madrid, los grandes beneficiados son los clubes que disponen de infinito capital, gracias a los estados que tienen detrás. Prueba de ello es el superequipo que ha montado el PSG, principal beneficiado de las medidas adoptadas por el presidente de la UEFA.

Una gestión pésima de la Eurocopa

Aleksander Ceferin se empeñó en mantener el formato que estaba establecido para esta Eurocopa 2020. Diseñado por su predecesor, Michel Platini, el campeonato continental se iba a disputar en sedes repartidas a lo largo de 12 países del continente. A pesar de la dificultad de los aficionados para desplazarse a lo largo y ancho de Europa, decidió mantenerlo, aunque en cada país hubiese unas restricciones distintas, que no garantizaban plenamente la entrada de aficionados de distintos países.

Como el mismo reconoció, fue un fracaso y no se volverá a repetir. Y, es que, en las semifinales y la final, los aficionados españoles, daneses e italianos no pudieron acudir a Wembley, al estar obligados a mantener una cuarentena de 10 días tras su entrada en el Reino Unido.

Llama la atención que el presidente de la UEFA mantuviese el mítico estadio londinense como sede de la final, cuando no le tembló el pulso a la hora de cambiar la sede de la última Champions League, para favorecer la entrada de público, o cuando tumbó como sedes de la misma Eurocopa a Bilbao y a Dublín, que se quedaron sin acoger el evento y serán indemnizadas.

Polémicas discriminatorias durante la Eurocopa

No fue la única polémica que hubo durante la disputa de la Eurocopa. La UEFA ha quedado señalada en dos ocasiones a lo largo del torneo. La primera de ella fue por negarse a que el Allianz Arena de Múnich fuese iluminado en sus exteriores con la bandera del arcoiris en el partido que enfrentaba a Alemania y Hungría. La UEFA, fiel defensora del respeto y la igualdad, se negó.

La segunda de ellas tuvo que ver con insultos racistas. Desde la entidad que dirige Ceferin se han visto obligados a sancionar a la federación inglesa (FA) o a la húngara por los cánticos proferidos por sus aficionados en las sedes de Londres y Budapest. Se da la circunstancia que los hinchas ingleses a quienes insultaron fueron a sus propios jugadores, además de causar varios destrozos en los aledaños del estadio.

Cargar de partidos el calendario

Una de las medidas de Aleksander Ceferin para salvar el fútbol y cumplir con las exigencias de los grandes clubes, que demandan más ingresos, es la de cargar el calendario de partidos. En lugar de hacer competiciones más atractivas para el aficionado, su objetivo es alargarlas con la presencia de más participantes, lo que puede llegar a restar el interés del público general.

La medida estrella ha sido el cambio de formato de la Champions tal y como la conocemos. Entrará en vigor para 2024 y, en él, se elimina la fase de grupos como tal. Comenzarán 36 equipos, cuatro más de los que hay ahora, y cada participante disputará 10 partidos. Tras ellos, se elaborará una clasificación en la que los ocho mejores accederán a los octavos de final, mientras que los equipos clasificados del 9º al 24º jugarán un play-off previo.

La medida ha sido atacada por los grandes clubes del continente, sobre todo por los integrantes de la Superliga, que no entienden la aprobación de un formato menos atractivo que el actual y que restará interés a la máxima competición. Lo que deja a la nueva competición como la única salida.

Otra de las fórmulas para aumentar los ingresos es la creación de la Conference League. La competición ya se ha puesto en marcha en sus rondas previas y será una competición de menor nivel a la Europa League, a la que acudirán los principales equipos de las ligas menores, así como los séptimos clasificados de las grandes ligas.

Por último, Ceferin pretende ampliar el número de selecciones participantes en la Eurocopa 2028. Después de ampliar el cupo de participantes, con relativo éxito, en la edición de 2016, ahora se pretende que el campeonato de selecciones pasen a jugarlo 32 de las selecciones que integran la UEFA, el mismo número que en los mundiales. El objetivo del presidente es evitar que haya grupos de la muerte, en el que se pueda quedar una de las grandes selecciones fuera a las primeras de cambio y aumentar los ingresos al pasar de 51 partidos a 63, aunque con ello se reduzca el espectáculo y la emoción.