Luis Salom, el piloto que siempre rezaba antes de las carreras

A Luis Salom nunca le dio vergüenza ponerse de rodillas en medio del paddock. Rezaba un ‘Padre nuestro’ siempre antes de cada carrera delante de su moto. «Lo hago porque quiero que me protejan, que no me pase nada y llegar sano y salvo a casa», confesaba el mallorquín, un católico confeso en el Mundial de motociclismo.

La desgracia se cebó con él en una sesión de entrenamiento Moto2 del Gran Premio de España. El piloto entró recto en la curva 12 del circuito de Montmeló y su cuerpo impactó mortalmente contra el muro neumático. Las heridas y las hemorragias internas hicieron inútiles los intentos de reanimación sobre el piloto de 24 años. El asfalto funcionó como una pista de hielo que impulsó al piloto contra su fatal destino. 

Luis Salom era un tipo peculiar. Conocido como El Mexicano, su cuerpo acogía más de una docena de tatuajes que siempre aludían a los mismos motivos: la familia y la religión, las bases de su vida. Su madre siempre le acompañó a todas las carreras que disputaba, mientras que su novia –cuando no iba con él- siempre se preocupada y estaba al tanto de todo con «50 fotos mías y de la moto», tal y como confesó Luis en una entrevista.

Piloto de raza, el mallorquín se quedó a las puertas de convertirse campeón de Moto3 en 2012 y 2013. Sandro Cortese y Maverick Viñales le impidieron reinar en la categoría de bronce, pero sus méritos fueron tenidos en cuenta para ascender a Moto2, categoría en la que la temporada pasada tuvo un año aciago tras no subir al podio en ninguna carrera.

Esta temporada, Salom había resurgido para convertirse en un aspirante al título en la categoría de plata tras lograr un segundo puesto en la primera carrera de la temporada. Sin embargo, Luis nunca podrá saber si hubiese conseguido ser campeón del mundo, su gran sueño. Se marcha un chico bromista, alegre y familiar. El motociclismo español ha perdido a un futuro campeón.