El milagro de Fernando Alonso con Lewis Hamilton en la pole
La dimensión del viernes se eclipsó en el soleado sábado: de un día a otro, aquel parecía otro circuito. El paddock se llenó de personalidades yendo de un lado a otro, sin más destino que una recta de pasarela. Una realidad que no se reflejó en la grada: exceso de huecos para un sábado. En la pista, Vettel se animaba el primero: alabanza por radio a su equipo por cambiarle el motor en tiempo récord… y problemas instantáneos. Risas. Le ordenaron parar, no hizo caso y todo se solucionó. Lo que no sepa un piloto…
La Q1 fue un cruce de miradas, dos caminos distintos entre compañeros: el de la salvación y el de la eliminación. Le pasó a Sainz con Kvyat: séptimo contra último. Algo le tuvo que pasar al ruso pero… O uno es muy bueno, u otro es muy malo: y no, Daniil no es manco. Mismo coche, mismo motor: Alonso duodécimo; Vandoorne penúltimo. Medio segundo de diferencia. La batalla real, la de compañeros, no deja dudas: Sainz y Alonso son de otro mundo.
En tal afrenta cayó también Stroll, con Massa entrando en Q2 por los pelos. Otra diferencia notable de talento con un Lance que está en la F1 como un pulpo en un garaje. Hulkenberg le hizo lo mismo a Palmer; Wehrlein a Ericsson. La batalla doméstica que, casi siempre, guarda mismo resultado en clasificación.
Eterno Alonso
Y Fernando Alonso, que se había levantado radiante ya en los Libres 3, volvió a rescatar algo de ese sombrero que esconde magia, milagros. Quizá le rezó algo a la Virgen de Fátima en su día, quién sabe. La única verdad, y esa es indiscutible, es que se coló en la Q3. Ese imposible del viernes, esos gritos desesperados por volver a ganar, ese impulso de la sangre a la cabeza le hizo volar. La naranja fue mecánica; y no hay un exprimidor como Alonso.
El box de McLaren-Honda estallaba de júbilo: parecía que tenían la pole. Los japoneses de Honda aplaudían y reían, incrédulos, quizá era alivio, por otra vida extra que les ha dado Fernando Alonso cuando sonaban campanas de divorcio. Y a lo Larry Bird, como un campeón, levantó el dedo índice a la grada: papi siempre está aquí. Papi quiere volver a ganar. Aquí no hay ocaso.
Fue tal la hazaña, que Carlos Sainz se quedó fuera por muy poco: venía mejorando para entrar fácil… y le pasó algo en el último sector. La moneda que lanzó al aire le salió cruz y tocó quedarse fuera del reservado en su propia casa. Pero los puntos, ya saben, se reparten el domingo. Y Matador Jr. tiene el estoque afilado.
Y Mercedes le devolvió el escondite a Ferrari: aquí los que saben jugar a póker son ellos. Los Libres 3 fueron su juguete, cuando llega la Q3, abren el grifo y no hay quién los pare. Lewis Hamilton dio una exhibición en forma de vuelta: pole y set. Porque mañana el partido se jugará con Vettel a su espalda… y Bottas aguardando su momento.
Pero el show de Fernando no había acabado: su nombre retumbaba en sala de prensa como el de un caído renaciendo. Mientras la pole se jugaba, Alonso entraba en séptima plaza con su McLaren-Honda. Era un imposible, algo de truco de casas de apuestas. Un campeón que se resiste a morir. Porque como canta Lori Meyers, al final, siempre brilla el sol. Y Alonso lo hace iluminar como si fuera su farol.
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