La gran espina de Joaquín con la selección: el inolvidable robo del Mundial 2002
Antes de que la selección se atiborrara grandes trofeos, con tres títulos consecutivos en el legendario ciclo 2008-12, España vivía acostumbrada a encadenar decepciones, tropiezos, descalabros… y algún que otro robo arbitral. Porque no hay otra forma de calificar a lo que sufrió el equipo entrenado por José Antonio Camacho en el Mundial de Corea 2002 y que tuvo a Joaquín Sánchez como gran protagonista.
Joaquín debutó con el equipo nacional en febrero de 2002. Lo hizo en Barcelona, en el estadio de Montjuic, en un amistoso contra Portugal que concluyó con empate a uno. A sus 21 años, el extremo ya había explotado en el Betis, el club de sus amores aunque también vistiera posteriormente las camisetas de Valencia, Málaga y Fiorentina. Con apenas tres internacionalidades, Camacho estaba plenamente convencido de sus capacidades y lo incluyó en su lista para el Mundial.
El gaditano disputó el partido completo contra Sudáfrica, pero no participó contra Paraguay, Eslovenia ni Irlanda. Eso no impidió que el seleccionador lo alineara como titular en el cruce de cuartos frente a la anfitriona, que venía de atracar sin miramientos a Italia en octavos y estaba lista para desfalcar a otra gran selección europea. Dicho y hecho.
El árbitro egipcio Gamal Al-Ghandour pasó a la historia como al autor material de los delitos al anular dos goles a España, aunque nada hubiera sucedido sin la colaboración necesaria de su asistente, Michael Ragoonath, natural de otro país de gran tradición futbolística como Trinidad y Tobago. Entrado el partido ya en la prórroga, Joaquín, el mejor de su equipo aquel día, metió un centro desde la banda derecha que Morientes cabeceó a la red. Gol claro.
Ragoonath, ese ser
¡Alto ahí! El ínclito Ragoonath se inventó que le balón había sobrepasado la línea de fondo y la repetición televisiva demostró que eso no estaba ni cerca de haber ocurrido. Eran otros tiempos, sin VAR, ojo de halcón ni artilugios tecnológicos de ningún tipo. El juego siguió como si nada, con Camacho sudando a mares en la banda y sus chicos sin encontrar resquicios en la ordenada zaga coreana. Tras 120 minutos sin goles, se llegó a la tanda de penaltis, donde Corea convirtió todos sus lanzamientos y España solo marró uno: el de Joaquín.
El extremo también disputó la Eurocopa 2004 y el Mundial 2006 y su último partido con la selección fue ante Irlanda del Norte en noviembre de 2007, a pocos meses de que España iniciara su cuatrienio de absoluto reinado europeo y mundial. Joaquín se lo perdió, igual que Ragoonath perdió la vista en aquel infausto 22 de de junio de 2002 en el estadio de Gwangju. Una espina imborrable, las más dolorosa en los 51 partidos del bético con la selección.
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