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Fórmula 1

Bottas gana porque ahora se puede poner ‘las botas’

  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Valtteri Bottas ha encontrado la felicidad en la Fórmula 1. Una nueva norma le ha cambiado la vida al piloto finlandés llenando de dicha su pilotaje y también su tanque de gasolina. Puede que parezca un asunto baladí, pero tener la tripa satisfecha ha mejorado la conducción de un piloto que la temporada pasada fue incapaz de ganar una sola carrera con el monoplaza hegemónico de la categoría.

Acostumbrado a enfermar en invierno, Bottas ha disfrutado en el periodo vacacional de una felicidad plena tras verse obligado a engordar siete kilos. La FIA, tras múltiples quejas de pilotos como Ricciardo o Verstappen, accedió a aumentar su regla sobre el peso mínimo de los pilotos subiéndola de los 73 a los 80 kilos y quien no llegase a ese peso se le pondría un lastre en el coche.

«Me encuentro en un peso más normal y por fin he podido comer. Por una vez en invierno he podido entrenar y no pensar si esta comida llevaba muchas o pocas calorías. No me he puesto enfermo, lo cual es un milagro sabiendo lo que me había pasado en las temporadas anteriores. Es una maravilla poder tener mi peso sano», aseguró un Bottas que corrió en las últimas temporadas cuatro kilos por debajo de su peso saludable.

Ahora Bottas, con la barriga llena y concentrado al 100% en el automovilismo, corre mucho más liberado. No sólo ganó en Australia con una insultante superioridad adjudicándose además el punto extra de la vuelta rápida, sino que aseveró que se encontraba en su mejor estado físico de siempre.

«Puedo comer más, entrenar más, tener una mayor masa muscular. Ahora mi cuerpo se siente mucho mejor, con más fuerza para afrontar cualquier carrera. Es posible que antes no corriera al 100% de mis posibilidades como hacía ahora», espetó Bottas en el paddock de Australia, mientras se despedía con una mano en alto y un bocadillo en la otra.