Al Madrid le queda una vida
Con el billete para Milán confirmado y en el bolsillo, apuraba el Real Madrid su penúltima bala para disparar a la Liga. Con on ojo miraba al Valencia y con el rabillo del otro lo que pasara en el derbi del Camp Nou y en el campo del Levante. Rotaba Zidane. Confirmadas las bajas de Keylor, Carvajal y Bale fuera de la lista, también se caía a última hora Modric por una pequeña sobrecarga y porque, como decía Ramón Sánchez Ocaña, más vale prevenir.
En todas las líneas del Real Madrid había cambios, como en las listas electorales de Podemos. Kiko Casilla defendía la portería, con una zaga de cuatro a la que entraban como novedades Danilo y Varane y en la que seguían asentados Ramos y Marcelo. Arbeloa aguardaba desde el banquillo su oportunidad para despedirse del Bernabéu.
Por delante también volvía al mediocentro Casemiro, ausente en el partido ante el City, escoltado por un redivivo Kroos y por el sospechoso James, que tenía su enésima oportunidad bien de reivindicarse, bien de lucir en el escaparate del Bernabéu. Arriba, a la BBC le volvía a faltar un miembro. Esta vez era Bale quien descansaba, mientras que Benzema regresaba a su sitio, Cristiano Ronaldo repetía con la vista puesta en recortar goles a Luis Suárez y Lucas Vázquez –es un muchacho excelente– ocupaba el flanco derecho.
Enfrente un Valencia que no se jugaba nada, pero que estaba dispuesto a aguar la despedida del Real Madrid de la temporada en el Bernabéu. Y hablando de aguar, jarreaba desde primera hora de la mañana. El césped parecía algo lento y pesado igual que un discurso de Montoro. Los de Zidane salieron dispuestos a dominar el partido, pero el equipo valencianista se replegaba con orden y disciplina.
Diez minutos tardó el Real Madrid en asomarse a la portería de Diego Alves. Fue en una contra trazada a un toque y que comandó Casemiro, pero el disparo del brasileño se marchó fuera, porque la pegó estilo Urdangarín: mordida. El Valencia sacó el hacha en el centro del campo e interrumpía los ataques blancos para romper el ritmo e incomodar a Kroos y a James.
Dominio sin áreas
Al cuarto de hora Varane evitó un remate de Alcácer dentro del área que se convirtió en el primer córner a favor del Valencia. Los ataques del Real Madrid parecían una cola del INEM: todo el mundo estaba parado. El reloj marcaba los primeros 20 minutos y en las huestes blancas no había noticias ni de Cristiano ni de Benzema. El duelo, pesadote y sin ritmo, no tenía áreas.
El Madrid echaba en falta la amplitud de campo de Carvajal, la dirección ominpresente de Modric y el desborde de Bale. Era un equipo plano y aburrido, como una de esas etapas del Tour que no tienen puertos. A los 24 pudo y debió marcar Cristiano Ronaldo, que se quedó mano a mano con Diego Alves, pero su tiro seco fue al muñeco.
Eso sí, un minuto después el genio luso, que nunca se rinde, se tomó la revancha. Recibió un pase de Marcelo sobre el semicírculo del área, se fue abriendo hacia su derecha, sentó al torpe Abdennour y se soltó un derechazo raso y cruzado ante el que nada pudo hacer Diego Alves. Sonreía Cristiano y respiraba el Bernabéu.
Se creció el Real Madrid con el 1-0 y empezó a aparecer Danilo, ese lateral que parecía magnífico en el Oporto y sólo discreto vestido de blanco. Un buen centro del brasileño lo remató a la estratosfera un Benzema que sólo estaba de cuerpo presente. Tres minutos después rondó el 2-0 Lucas Vázquez, pero su cabezazo picado lo sacó abajo el ágil Diego Alves. Los de Zidane atacaban en tromba y el Valencia bastante tenía con encajar los golpes sin tirar la toalla.
El Madrid se confió y el Valencia falló el gol del siglo después de un error en cadena de la defensa blanca y de una asistencia de gol de Alcácer a la que no llegaron ni Parejo primero ni Cancelo después, cuyo disparo en el segundo palo se marchó alto.
Sentencia Benzema
En el 42 los de Zidane hicieron el segundo tanto. Fue un gol raro y medio feo, precedido de un maravilloso remate de Benzema, que tocó con la espuela un centro desde la izquierda, que despejó espectacularmente Alves. En esa acción Karim estaba en fuera de juego, pero Fernández Borbalán no lo señaló. La jugada siguió y el balón lo tocó Barragán, que asistió sin querer al propio Benzema. Al venir la pelota de un contrario no había fuera de juego, poer lo que Karim aprovechó para batir por bajo a Alves y cerrar el partido justo antes del descanso.
En la reanudación tuvo el tercero en su cabeza Benzema, pero Diego Alves voló para sacar su remate abajo. El Madrid jugaba a placer como Pablo Iglesias con Izquierda Unida. Respondió Parejo con una falta espectacular que se estrelló contra el larguero de Kiko Casilla, que tuvo que estirarse dos minutos después para sacar un peligrosísimo disparo abajo de André Gomes.
El partido se había roto y el Valencia marcó a la tercera en un mal despeje de Varane, que cayó a los pies de Rodrigo, que esta vez no perdonó. Los de Ayestarán se metían en el duelo, porque tonteaban los de Zidane.
Pero el Real Madrid tenía a Cristiano. Y eso siempre es mucha ventaja. El luso se echó el equipo a la espalda y comandó una contra con potencia y paso firme. Recibió la asistencia de James, se plantó ante Diego Alves y le batió por arriba. El Bernabéu adoraba a su ídolo. Eso sí, las noticias del Camp Nou eran las esperadas: malas. El Barça ganaba 3-0 y el doblete de Luis Suárez sentenciaba el Pichichi y la Bota de Oro.
Espabila el Valencia, se duerme el Madrid
Zidane retiraba a Benzema por Kovacic y ponía a calentar a Arbeloa, ante la ovación de los irreductibles del Bernabéu. A los 71 minutos Casilla le sacó un gol cantado a Alcácer, negado en el área y que cada día parece más lejos de la Eurocopa. El balón era del Valencia, mientras que el Real Madrid se refugiaba en su propio campo en busca de un contragolpe para hacer el cuarto.
André Gomes también perdonó en el 74 después de que se la pusieran como a Fernando VII en el punto de penalti. No se lo creía el luso. Zidane hacía su segundo cambio. Entraba Jesé por un magullado Lucas Vázquez, que se había llevado una cornada de dos trayectorias del morlaco Enzo Pérez, que juega poco pero pega más que el Loctite. Arbeloa esperaba calentando en la banda, dando órdenes, saludando a la grada, ejerciendo su capitanía silenciosa.
Entró el 17 por Cristiano y el Bernabéu le recibió con una ovación respetuosa, como se ovaciona al soldado que se dejó la sangre en todas las batallas, aunque su espada nunca fue la más afilada. Arbeloa se había ganado los aplaudos puede que no con centros muy certeros, pero siempre con sangre, sudor, lágrimas y madridismo. Siempre tuvo mejor cabeza que pies y más cordura que el futbolista medio.
En el 80 André Gomes marcó un golazo con un tiro desde la frontal después de que Kiko Casilla hubiera firmado una parada memorable a los pies de Rodrigo un minuto antes. Había partido porque el Real Madrid había perdonado demasiadas ocasiones y había jugado el segundo tiempo desde el jacuzzi. Zidane se enfadaba con sus jugadores y les pedía un último esfuerzo.
Pero en los últimos minutos el dominio claro era del Valencia. El Madrid fiaba todo a una contra o a que pasaran los minutos como fuera. El Barça estaba a un gol de cantar el alirón, porque el Atlético perdía con el Levante.
Al final resistieron los de Zidane y llegan vivos a la última jornada. O medio muertos, pero media vida puede ser suficiente para un equipo como el Real Madrid. Los blancos deberán ganar en Riazor y esperar a que el Barcelona pinche en Granada ante un equipo que no se juega nada. ¿Imposible? Con el Madrid de por medio, ¿quién se atrevería a decirlo?
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