El agujero que puede hacer el Barça a la Supercopa
Cuando conocimos los términos del acuerdo entre Arabia y la Federación Española de Fútbol, con intervención decisiva y bien retribuida de Piqué, fue evidente que la Federación acababa de dar lugar a la existencia de un evidente conflicto de interés. El acuerdo estipulaba cuatrocientos millones por diez temporadas (hasta 2029), pero con penalizaciones de cinco millones si el Barça o el Real Madrid no se clasificaban. Es decir, la Federación se juega cada temporada dinero en función de que Real Madrid y Barça se clasifiquen o no para la Supercopa.
Este nuevo formato de competición, para mí más atractivo que el anterior en todos los sentidos, contempla que lo disputen en formato playoff los dos primeros clasificados en Liga y los dos finalistas de Copa. Si hay coincidencia de equipos, se corre puesto y entra el tercero en Liga o un semifinalista de Copa en función de su ranking histórico. Puedo imaginar que cuando lo firmaron no preveían que Barça o Madrid alguna vez no cumpliesen los requisitos para clasificarse, pero ya institucionalizaban un conflicto de interés evidente al existir incentivos para la Federación. Y ya saben de quién dependen los árbitros, ¿verdad?
En estos momentos ni Barça ni Madrid podrán clasificarse a la Supercopa vía Copa del Rey y por tanto tendrán que copar las dos primeras plazas en Liga para poder acudir a Arabia. El Madrid parece tenerlo bastante bien encaminado, pero no es la misma situación la del Barça, que está a siete puntos del Madrid y a ocho del Girona, aunque con un partido menos. Al Barça, que aún aspira a ganar la Liga, le queda visitar al Madrid, Girona, Atleti y Athletic, su bestia negra en Copa.
El fútbol español se encuentra ante su mayor crisis de credibilidad en su historia. El Caso Barça Negreira ha dinamitado absolutamente todo. Además, la filtración de los vídeos de la sala VOR a un periodista tan cercano al Barça no ha ayudado a tranquilizar la situación. Cada actuación arbitral se mira con mucha atención, pero en los partidos que quedan muchos aficionados pensarán que al sistema le vendrá bien aupar al Barça o lastrar a sus enemigos. Hay cinco millones en juego y no se podrá llamar a esos aficionados conspiranoicos porque el conflicto de interés que existe y que posibilitó la Federación es demasiado grotesco. Ojalá todo discurra con la mayor justicia posible. El fútbol español no se puede permitir más sospechas de corrupción.