Curiosidades

La representación más antigua de un corazón tiene más de 5.000 años y se encuentra en Almería

Una de las representaciones más antiguas con forma de corazón proviene de la semilla de una planta silfio

Dos hemisferios redondeados del mismo tamaño se han convertido en un símbolo universal que, nada más verlo y sin necesidad de palabras, todos sabemos inmediatamente que hace referencia al amor. El símbolo del que hablamos es un corazón.

Una de las representaciones más antiguas con forma de corazón proviene de la semilla de una planta de gran importancia tanto para griegos como para romanos, por los distintos usos que para ellos tenía, utilizándose como método anticonceptivo, tratamientos médicos o incluso como especia culinaria. La planta en cuestión es la silfio, que actualmente está extinta debido tanto a la sobreexplotación que sufrió como al hecho de que su cultivo nunca pudo ser reproducido por el ser humano. La efigie de esta semilla quedó grabada en las monedas de plata de la antigua ciudad-estado griega de Cirene, datadas, aproximadamente, en el siglo VI o V a. C. Asimismo, en las cuatro esquinas de uno de los mosaicos conservados en la villa romana Antiopa, construida a finales del siglo III d. C., en Rincón de la Victoria (Málaga), también encontramos la representación de esta simiente con forma de corazón.

Pero antes que ella, este símbolo ya fue recogido en el Antiguo Egipto, donde el corazón era un órgano vital y protagonista absoluto, junto con la pluma de la diosa Maat, en el Juicio de Anubis, el acontecimiento más notable y transcendental del difunto. Podemos ver su representación en el Papiro de Ani: capítulo 125 del Libro de los muertos, que data en torno al 1300 a. C., en el que aparece dibujado con forma cónica que poco recuerda al corazón romántico que conocemos.

Sin embargo, existe un símbolo que supera en antigüedad a los anteriores, en concreto hablamos de la representación de un corazón en la forma exacta que actualmente todos conocemos: dos hemisferios redondeados perfectos y del mismo tamaño. Se trata del corazón más viejo del mundo y se encuentra en España, en concreto, en la provincia de Almería.

En 1868 se publicó el libro Antigüedades Prehistóricas de Andalucía, de Manuel Góngora Martínez, en el que se recogen distintas pinturas realizadas en la zona durante el Neolítico. Entre ellas encontramos las realizadas en la de la Cueva de Los Letreros, en el municipio de Vélez Blanco, con una antigüedad que oscila en torno a unos 6.000 a 5.000 años a. C., y declaradas Monumento Histórico Nacional en 1924 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, al tratarse del conjunto de arte rupestre más amplio de Europa.

Dada la antigüedad de las pinturas, está claro que no se sabe qué fue lo que su autor quiso representar realmente en ese corazón, por lo que su significado se ha perdido en el tiempo. De lo que no hay duda para los que actualmente lo vemos es del significado presente que tiene para nosotros: un corazón en su vertiente romántica.

Romance de la Pera. Bibliothèque Nationale de France.

El origen de un icono universal

Parece que los corazones relacionados con el amor se comienzan a utilizar a partir del siglo XIII, apareciendo por primera vez con este significado en un manuscrito francés Roman de la poire o El romance de la pera, donde aparece representado, en una letra capitular, un personaje arrodillado que ofrece un corazón a la dama. La persona postrada no hace referencia al amante, sino a la personificación de la mirada enamorada del amante que, a través de esa mirada, entrega su corazón a su amada. No obstante, este corazón, que sí entra ya en el ámbito romántico, no tiene la forma del corazón romántico actual.

Fue en 1685 cuando Santa Margarita María de Alacoque, monja francesa que perteneció a la Orden de la Visitación de Santa María y conocida especialmente por la propagación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, quien lo dibujó con una forma muy similar al que ha llegado a nuestros días, dos hemisferios redondeados y del mismo tamaño, para que las novicias de Paray le Monial le ofrecieran actos de amor y adoración.

La difusión del corazón continuó hasta nuestros días, contribuyendo a ello la baraja de naipe francesa que incluía el palo de corazones, entre los de los tréboles, las picas y rombos.