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Mantén el césped de tu jardín en perfectas condiciones con este producto que todo el mundo tiene en su despensa

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Todo el mundo tiene en casa azúcar pero muy pocos saben que este producto puede hacer que el césped de tu jardín luzca espectacular. Si no lo conoces te contamos cómo utilizar el azúcar para tener un jardín precioso y en perfectas condiciones.

Aunque pueda parecer algo sin importancia, las malas hierbas pueden echar a perder nuestro jardín porque son capaces de «robar» el agua, la luz solar y hasta los nutriente a las «plantas buenas». Pues bien, aquí es donde entra en juego el truco del azúcar, una gran alternativa al uso de productos químicos para mantener el césped saludable.

El truco del azúcar en el césped

El azúcar ha demostrado ser un elemento eficaz para evitar la germinación de semillas de malas hierbas en el suelo y en macetas, según experimentos realizados en Australia. Este truco implica esparcir medio kilogramo de azúcar por metro cuadrado de césped, antes de aplicar el acolchado. Los resultados obtenidos en diversos suelos han sido sorprendentes, con la desaparición de las hierbas no deseadas tras la aplicación del azúcar.

Para aplicar correctamente el azúcar y eliminar las malas hierbas, es esencial distribuirlo de manera uniforme sobre el césped y luego regar abundantemente. El primer riego debe ser ligero, no superando los 2 centímetros de profundidad, para que las malas hierbas reciban el impacto inicial. Posteriormente, se debe rastrillar y limpiar la zona tratada. Finalmente, se recomienda alimentar el suelo con un abono orgánico rico en nitrógeno y realizar un segundo riego.

Es crucial recordar cubrir el área con azúcar de manera uniforme y realizar el riego ligero para evitar la atracción de insectos y posibles plagas que podrían afectar al jardín. Este método casero puede ser una opción efectiva para mantener el césped libre de malas hierbas y preservar la salud de nuestro jardín.

Cómo cuidar el jardín

Desde el inicio de la primavera, es esencial abonar el césped cada cuatro o cinco semanas para reponer los nutrientes perdidos durante el proceso de corte. Los abonos especiales para césped proporcionan los nutrientes esenciales como nitrógeno, potasio y fósforo. La cantidad adecuada de abono suele indicarse en el envase del producto.

Para mejorar la respiración de las raíces del césped, es recomendable rastrillar la superficie para airear el suelo. Este proceso puede realizarse con un rastrillo, creando orificios en el césped y rellenándolos con arena gruesa. El escarificado también es útil para eliminar hierba muerta y otros residuos, permitiendo que el agua y el oxígeno lleguen mejor a las raíces.

Las malas hierbas compiten con el césped por recursos como agua, nutrientes, luz y espacio. Para controlarlas, se pueden extraer manualmente las más pequeñas, asegurándose de arrancar también sus raíces. En caso de malas hierbas más grandes, pueden utilizarse herramientas como motoguadañas o desmalezadoras. Si persisten, el uso de herbicidas puede ser una opción.

El riego del césped debe adaptarse a la temperatura y la humedad del ambiente. Observar el color del césped puede indicar cuándo necesita agua, ya que la hierba deshidratada tiende a adquirir tonalidades azules y grises. Durante los períodos de sequía, es importante regar con mayor frecuencia, especialmente si se ha sembrado césped nuevo. El uso de sistemas de riego automatizados puede facilitar esta tarea.

Y, por último, el corte regular del césped es fundamental para su mantenimiento. Se recomienda cortarlo poco pero con frecuencia, reduciendo el tallo aproximadamente a la mitad o dos tercios en cada corte. Cambiar el patrón y la dirección de corte ayuda a evitar la presión en las raíces de la hierba. En verano, es aconsejable dejar la hierba un poco más larga para que pueda resistir mejor los períodos de sequía.

Las mejores plantas para cultivar en primavera

Las rosas, con su deslumbrante colorido y fragancia embriagadora, son imprescindibles en cualquier jardín primaveral. Plantar rosales en un rincón soleado y bien regado proporcionará una abundante floración.

La azalea, con su exuberante floración, es una elección acertada para el jardín. Requiere cuidados específicos, como riego frecuente sin encharcar el suelo. Es importante protegerla del frío al final del verano en climas templados y húmedos.

Por otro lado, los tulipanes, sembrados en otoño, florecen desde marzo hasta mayo. Para prolongar su floración, se pueden sembrar bulbos con diferentes períodos de floración o utilizar la técnica de plantación en capas. Los tulipanes prefieren la semisombra y no requieren mucho riego.

La lavanda, con su intenso color azul y su aroma fresco, es de fácil cultivo en suelos alcalinos y expuestos al sol. Se debe regar moderadamente para evitar el deterioro de las raíces.

Finalmente, el jazmín, conocido por su perfume suave, es una planta trepadora que embellece celosías y pérgolas. Se puede potenciar su crecimiento con abono orgánico al inicio de la primavera.