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Frases del escritor Heinrich Heine en el día de su nacimiento, 13 de diciembre

El 13 de diciembre 1797 en Düsseldorf, Alemania, nace el escritor Heinrich Heine que muere el 17 de febrero 1856 en Parigi. Este escritor, poeta y dramaturgo tiene mucho que contarnos a través de sus obras y especialmente con sus palabras y reflexiones. Por esto hemos escogido las frases del escritor Heinrich Heine.

Son reflexiones de diversos temas que debemos conocer porque nos dan enseñanzas.

Cuando hace poco me paré con un amigo ante la catedral de Amiens, me preguntó por qué no construíamos ya monumentos semejantes; a lo cual contesté: Querido Alfonso, los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión.

Cuando se lee un libro según qué estado de ánimo sólo se encuentran en el libro interpretaciones de este estado.

Hablar de locura de amor es un pleonasmo; el amor en sí ya es locura.

En las épocas oscuras, las personas se guían mejor por la religión, al igual que en una noche completamente oscura un ciego es el mejor guía; conoce las carreteras y caminos mejor que un hombre que puede ver. Sin embargo, cuando llega la luz del día, es una tontería usar hombres ciegos y viejos como guías.

Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía.

No hay hombre más infeliz que aquel para quien la indecisión se ha hecho costumbre.

El estilo, como las uñas, es más fácil tenerlo brillante que limpio.

¿Locura de amor? Es un pleonasmo. El amor es ya una locura.

Sólo se beneficia de los elogios aquél que valora las críticas.

A mi estómago poco le importa la inmortalidad.

La vida y el mundo son el sueño de un dios ebrio, que escapa silencioso del banquete divino y se va a dormir a una estrella solitaria, ignorando que crea cuanto sueña…

Pocas veces he comprendido a los demás y pocas veces ellos me han comprendido a mí. Sólo cuando nos encontramos en el fango nos comprendimos enseguida.

Los romanos nunca habrían tenido tiempo de conquistar el mundo si antes hubiesen tenido que aprender latín. frases del escritor Heinrich Heine.

Todo delito que no se convierte en escándalo no existe para la sociedad.

No hay hombre más infeliz que aquel para quien la indecisión se ha hecho costumbre

La vida es una enfermedad; el mundo un gran hospital, y la muerte, el médico que nos cuida a todos.

Chopin es un gran poeta de la música, un artista tan genial que sólo puede compararse con Mozart, Beethoven, Rossini y Berlioz.

Pocas veces me habéis comprendido y pocas os comprendí. Sólo cuando nos encontramos en el fango nos comprendimos en seguida.

Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía.

El inteligente se percata de todo; el tonto hace observaciones, sobre todo.

Es muy fácil perdonar a nuestros enemigos cuando no tenemos los medios de aniquilarlos. frases del escritor Heinrich Heine.

Bien mirados, todos nos ocultamos, completamente desnudos, en los vestidos que usamos

Decidme, ¿qué es el hombre? ¿De dónde viene? ¿Adónde va? ¿Quién habita allá arriba, sobre las estrellas de oro? Las ondas murmuran su sempiterno arrullo, sopla el viento, vuelan las nubes, los astros centellean fríos e indiferentes. Y, entretanto, un pobre necio espera una respuesta.

La experiencia es una buena escuela, pero la matrícula es muy cara.

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.

Estoy seriamente convencido de que un francés que blasfema es un espectáculo más agradable para Dios que un inglés que reza.

Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: «Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión

Pocas veces me habéis comprendido y pocas os comprendí. Sólo cuando nos encontramos en el fango nos comprendimos en seguida.

Sencillamente, le debo mi esclarecimiento a la lectura de un libro…. ¿Un libro? Sí, y es un libro antiguo y sencillo, modesto como la naturaleza misma, y tan natural; un libro que parece tan eficaz y sin pretensiones como el Sol que nos calienta, como el pan que nos nutre; un libro que nos mira tan triste y afectuosamente como una vieja abuela, que leyera ella misma diariamente el libro, con labios amorosos y trémulos, y con los anteojos sobre la nariz…. Y, muy sin ceremonia, el nombre de este libro es el libro, la Biblia.” – Fuente: La Atalaya 1 de octubre de 1977.

En los ojos del espantoso intérprete brillaba un ansia de destrucción tan burlona, y sus delgados labios se movían de modo tan lúgubremente agitado, que parecía como si murmurara antiquísimas y malvadas palabras mágicas para conjurar la tempestad y desencadenar los espíritus malignos que yacen atrapados en las profundidades abismales del mar.