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Evita este error común: descubre por qué es mejor no almacenar los huevos en la puerta de la nevera

Las pautas de conservación alimentaria que nos dan los expertos no son arbitrarias; tienen razones fundamentadas detrás. El almacenamiento inadecuado de los alimentos puede afectar su sabor, textura y valor nutricional debido a las condiciones ambientales. Por eso, es importante comprender por qué no se deben guardar los huevos en la puerta de la nevera.

Los huevos son un componente esencial en nuestra alimentación diaria. Es posible que, al leer esto, tengas varios en casa. ¿Dónde los guardas? Es algo que deberías tener en cuenta, ya que la forma en que los almacenas puede afectar tanto su apariencia como su contenido nutricional.

¿Por qué no guardar los huevos en la puerta de la nevera?

La mayoría de las neveras vienen con unos dispensadores hechos a medida para encajar con los estantes laterales y que tienen el diseño justo para los huevos. Todo parecería indicar que allí debemos colocarlos.

Sin embargo, es una mala idea dejarlo en este lugar. Los especialistas dan una razón muy simple para ello: es donde más cambio de temperatura se genera por el constante abrir y cerrar de la nevera. Sobre todo, en las casas familiares.

Al guardar los huevos en la puerta de la nevera, éstos se enfrían mientras el electrodoméstico permanece cerrado. Pero cada vez que se abre pierden el frío, recuperando calor poco a poco hasta que vuelven a la temperatura ambiente.

Con el paso de los días, la exposición a esas condiciones cambiantes del sitio donde están ubicados hace que sus propiedades se alteren. No sería raro que sientas un sabor o textura inusuales en los huevos cuando los dejas aquí.

De hecho, los expertos insisten en que la parte lateral de la nevera debería quedar reservada únicamente para las bebidas que conservan mucho mejor el frío. Bebidas como leche, zumos o refrescos son aptos para su preservación en la puerta de la nevera. Es que el cambio de temperatura no influye tanto en ellos. También tienen otra ventaja y es que solemos consumirlos enseguida. Los huevos pueden estar almacenados en la nevera varios días hasta ser ingeridos.

Los huevos requieren de una temperatura estable

A diferencia de otros alimentos, que no sufren el cambio de temperatura, los huevos necesitan de unas condiciones climáticas estables a lo largo de su vida útil. A mayor inestabilidad de las condiciones donde se guardan, mayores son las probabilidades de que pueda ocasionar problemas de salud cuando los cocinamos.

Y eso dispara otras preguntas, como por ejemplo «¿por qué en el supermercado no los tienen en cámaras frigoríficas y en casa sí les hace falta el frío?» Básicamente, la respuesta es que en los supermercados la temperatura es estable y suele ser baja, por lo que nada atenta contra sus propiedades y es factible dejarlos en este lugar.

Además, hay que tener en cuenta que la circulación de los huevos en las tiendas es rápida. No pasan mucho tiempo a temperatura ambiente.

Esto significa, por otro lado, que, durante las épocas más frías del año, el otoño y el invierno, tampoco hay inconveniente con dejar los huevos fuera de la nevera. Como no hay gran fluctuación de la temperatura ambiente, es difícil que se estén afectados por las condiciones climáticas que los rodean en esas estaciones. Eso sí, evita que queden cerca de aquellos aparatos que desprendan calor. Si lo normal es climatizar tu cocina, es mejor que los conserves dentro de la nevera.

¿Cómo saber si un huevo está bueno o no?

Hay varios trucos para identificar los huevos que están malos. Puedes detectar si se han echado a perder, quizás por una mala conservación, de este modo:

¿Cómo deben conservarse los huevos?

Según el Instituto del Huevo, deben conservarse en  casa en el frigorífico. Mejor en su envase y en un estante del refrigerador. Mantenerlos en el compartimento destinado a los huevos en la puerta no es recomendable, porque es la parte con mayores saltos de temperatura, tal como hemos destacado desde un inicio.

Dejando de huevos en su envase están protegidos de cambios de temperatura, de olores y golpes y del contacto con otros alimentos. Además el envase tiene la información sobre la fecha de consumo preferente, que no es obligatorio que se indique en la cáscara del huevo, y es esencial para saber cuándo debemos consumirlos.