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Esto es lo que tarda en descomponerse una mascarilla quirúrgica

En los últimos años, las mascarillas quirúrgicas se han hecho comunes por la pandemia de coronavirus. Su uso es una de las principales medidas de prevención frente a la enfermedad. Pero si no la tiramos donde toca, ello atenta contra otro problema importante, la contaminación.

Es que las mascarillas quirúrgicas requieren de mucho tiempo antes de descomponerse totalmente. Hablamos de entre 300 y 400 años en degradarse, de acuerdo a lo que los expertos del Gobierno explicaron en su momento, como parte de la campaña “Recuerdos Inolvidables”, para concienciar en la materia.

Lo que tarda en descomponerse una mascarilla quirúrgica

El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico alertaba sobre qué tan perjudiciales podían ser los desechos propios del Covid-19 para el planeta Tierra, detallando que harían falta unos tres o cuatro siglos para que la huella de las mascarillas fuera borrada.

Siempre en los contenedores grises

Este período de tiempo, el mismo del que precisan los guantes y otros utensilios frecuentes en el ámbito médico, requiere entonces de que se tomen algunas decisiones extraordinarias. Con estos fines se estableció la mencionada iniciativa que invitaba a los usuarios a no desechar esos residuos en la naturaleza, como en la playa, el bosque o la montaña, donde causan más daño.

La idea es que, aunque debamos quitarnos de encima las mascarillas que hemos utilizado  lo suficiente, no las abandonemos en aquellos espacios naturales donde su impacto en la flora y en la fauna local podrían provocar la desaparición de algunas especies endémicas.

Los especialistas aconsejan que tiremos los elementos de higiene usados en los contenedores de color gris. Además, recomiendan que cortemos las tiras que los sostienen detrás de las orejas antes de descartarlas, porque ello puede ser perjudicial para ciertos animales.

Mares y océanos, las principales víctimas

Esto tiene sentido, sobre todo, en las cercanías a los ecosistemas marinos, donde las mascarillas arrojadas al agua, sean mares u océanos, tienden a formar islas en las que quedan atrapadas criaturas indefensas, muchas veces hasta su muerte. Podríamos impedir que eso pase con sólo tener cuidado.

A eso hay que sumar que, cada año, se tiran a mares y océanos unos ocho millones de toneladas de desechos plásticos, por lo que lo mínimo que podemos hacer como sociedad es no aumentar estas cifras con más desperdicios. Y más sabiendo que tardarán tiempo en desaparecer y el daño es todavía más grande para la naturaleza.