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El descubrimiento de las pirámides de Egipto que ha dejado sin palabras a los expertos: «Hemos encontrado…»

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Desde hace siglos, las pirámides de Egipto han despertado el asombro de expertos y curiosos por igual. ¿Cómo fue posible que una civilización tan antigua, con recursos aparentemente limitados, pudiera construir estructuras tan colosales, precisas y duraderas? Las teorías han ido desde lo lógico hasta lo extravagante: rampas gigantescas, miles de trabajadores organizados milimétricamente, incluso intervenciones de civilizaciones alienígenas.

Sin embargo, ninguna explicación ha logrado imponerse de forma definitiva. La incógnita persiste, y con ella, el deseo de comprender uno de los mayores logros arquitectónicos de la humanidad. Ahora, un grupo de investigadores liderado por el arqueólogo Xavier Landreau, del Instituto Paleotécnico del CEA, parece haber arrojado nueva luz sobre este enigma milenario. Según su estudio, recientemente publicado en la revista científica PLOS ONE, los egipcios habrían utilizado un sistema de tecnología hidráulica mucho más sofisticado de lo que se pensaba.

Revelan un nuevo secreto sobre las pirámides de Egipto

Tradicionalmente, las pirámides se han interpretado como sepulcros reales, edificadas para preservar el cuerpo del faraón y facilitar su tránsito al más allá. Esta idea ha sido la base de la arqueología egipcia moderna durante más de un siglo. Sin embargo, los investigadores del Instituto Paleotécnico han encontrado evidencias que podrían poner esta creencia en duda, o al menos, matizarla en profundidad.

En lugar de un monumento puramente simbólico o religioso, la nueva hipótesis propone que las pirámides estaban integradas en un complejo sistema hidráulico. Este sistema habría sido diseñado para recolectar y canalizar las aguas provenientes de las crecidas del Nilo y otros afluentes cercanos, y utilizar esa fuerza natural como una herramienta clave durante la construcción de las pirámides de Egipto.

La base de esta teoría no se apoya en suposiciones vagas, sino en estudios topográficos detallados, análisis de erosión, estructuras subterráneas descubiertas recientemente y modelos de comportamiento del agua en el terreno. Todos estos elementos apuntan a que los egipcios, lejos de depender únicamente del esfuerzo humano, pudieron haber aprovechado la energía del agua para movilizar los bloques de piedra.
Un laberinto bajo la superficie: la ingeniería olvidada

Uno de los hallazgos más impactantes del equipo de Landreau ha sido la identificación de lo que parece ser una red subterránea de túneles, canales y cámaras conectadas. A simple vista, no se diferencian mucho de otras galerías ya conocidas en las pirámides, pero al observarlas en conjunto, surge un patrón que sugiere una función hidráulica más que ceremonial o funeraria.

Entre estos elementos se destacan lo que podrían haber sido presas internas, depósitos de retención y canales de derivación. Estas estructuras habrían permitido almacenar agua durante las temporadas de crecida, así como redirigirla y utilizar su presión para activar mecanismos similares a los de los ascensores hidráulicos modernos. La idea es que la fuerza del agua permitía levantar o desplazar los enormes bloques de piedra con mucha menos intervención humana de lo que se había calculado hasta ahora.

Esta posibilidad revoluciona el paradigma: sugiere que los egipcios no sólo tenían conocimientos de hidráulica, sino que supieron aplicarlos a gran escala con una eficacia que asombra incluso a los ingenieros actuales.

Cómo funcionaría el sistema

La lógica detrás del funcionamiento propuesto es sencilla en concepto, aunque impresionante en ejecución. Primero, se construía un gran depósito o cuenca en las cercanías de la pirámide. Este sistema recolectaba el agua proveniente de las lluvias o del Nilo cuando se desbordaba. Una vez dentro del sistema, el agua se canalizaba hacia compartimentos y cámaras interiores que actuaban como depósitos intermedios.

Algunos de estos compartimentos, según los investigadores, funcionaban como elevadores naturales. Aprovechando principios similares a los de la hidráulica moderna, la presión del agua se usaba para elevar plataformas o flotadores sobre los que se colocaban los bloques de piedra. El agua se controlaba mediante compuertas, lo que permitía regular la cantidad y dirección, haciendo posible elevar materiales pesados con relativa facilidad.

Este proceso no sólo reduce significativamente la cantidad de mano de obra necesaria, sino que también resuelve uno de los grandes problemas técnicos que enfrentaban los egipcios: cómo subir toneladas de piedra a alturas considerables sin poleas ni grúas. Si se confirma esta hipótesis, estaríamos hablando de un nivel de ingeniería que no fue igualado por muchas culturas hasta milenios después.

Erosión, inclinaciones y pistas olvidadas

Para respaldar esta teoría, el equipo de Landreau ha recopilado una gran cantidad de evidencias físicas. Entre las más reveladoras están las marcas de erosión detectadas en zonas donde nunca debió haber agua si la estructura hubiera sido exclusivamente una tumba. También han identificado inclinaciones específicas del terreno que encajan con el diseño de cuencas o canales artificiales.

Además, muchos pasajes y cámaras de las pirámides de Egipto que tradicionalmente se consideraban «misteriosas» o cuya función era un enigma, cobran ahora un nuevo sentido. Algunas de ellas podrían haber servido como válvulas, otras como puntos de liberación de presión o como vías de acceso para el mantenimiento del sistema hidráulico.