‘Revolver’: 50 años y un día desde que Lennon y McCartney dejaron a George Harrison abrir un disco
La revolución fue, realmente, dejar a George abrir el disco. El pequeñajo del grupo, tímido y apocado, empezaba a eclosionar como un genio… o le empezaban a dejar hacerlo. Quizá por eso a algunos nos llame más la atención el día siguiente que el mismo día de la publicación y celebremos con mayor emoción los 50 años y un día de ‘Revolver’ que la efeméride oficial.
Y es que existe una unanimidad entre los críticos y los aficionados en que este disco, publicado en Reino Unido el 5 de agosto de 1966, supuso el salto definitivo en la carrera de los Beatles. Desde un combo de chicos majetes de Liverpool a los que seguían las fans y por los que nació el fenómeno ‘grupie’ hacia una reunión de gigantes de la música que supieron primero interpretar y luego guiar el cambio generacional, el paso de testigo de la sociedad previa a la II Guerra Mundial hacia el mundo moderno en el que hoy vivimos.
Hacía un año que, tras fumar algunos porros en los baños del Palacio Buckingham, la reina de Inglaterra los había nombrado caballeros de la Orden del Imperio Británico. Y los cuatro chavales de Liverpool empezaban a crecer en su creatividad y dejaban de ser simplemente unos tipos delgaduchos del norte que aporreaban unas guitarras con el pelo largo.
No en vano, todos ellos eran chavales de la posguerra, criados entre los húmedos empedrados grises de una ciudad de provincias, cuyo puerto vomitaba cada día cuádrigas de marinos y estibadores ávidos de aventura, whisky y algo de sexo efímero. Así era al iniciarse su carrera en los primeros años 60, empezando a soplar velas que empezaban por veinte. Pero cuando los cuatro muchachos (todavía muchachos) se separaron en 1970 ni el Reino Unido ni el mundo entero se parecía en nada.
La psicodelia, las chicas sin sujetador, los colores ácidos (y lo que no eran colores), y el reinado de la música popular como forma de expresión de su generación, como método de toma del poder real de la vida en Occidente, ya eran una realidad dispuesta a caminar sin ellos.
Pero habían sido los Beatles, de la mano de toda una explosión creativa que los acompañó a un lado y otro del Atlántico, producto de las privaciones, las ganas de pasar página y el vacío parental en muchos casos, lo que canalizó esa revolución generacional…
Decíamos que la de los cuatro de Liverpool comenzó por dejar a George Harrison abrir el elepé. Hasta el momento, ni sus propios compañeros ni el productor George Martin, ni el manager Brian Epstein se lo habían tomado en serio, más que como un solvente guitarrista escondido detrás de su mirada triste y de sus enormes Gretsch de pala redonda y largo mástil.
Pero George ya había desarrollado un sonido propio al mando de su instrumento, había forjado relaciones con lo más interesante del oficio –el Eric Clapton bautizado como «Dios» en las paredes del Metro de Londres, el Pete Townshend destrozaguitarras de los Who dueño del molinillo más impresionante sobre un escenario…– y su creatividad no podía quedarse más tiempo sin ser registrada en los surcos de un vinilo.
Así que no sólo se le dio el honor de llenar el primer corte con su ‘Taxman’, sino que esta canción se convirtió de algún modo en su seña de identidad y la siguió interpretando a modo reivindicativo por décadas y hasta su muerte en noviembre de 2001.
La pieza ya anticipaba la emancipación definitiva de los Beatles del sonido mersey beat, era una puerta entreabierta a lo que entregaban los surcos posteriores del vinilo: sus ganas de hacer incursiones en lo sinfónico, de investigar nuevas estructuras, de llenar sus letras de sentido no sólo cuando hablaban de amor o chicas. Esta composición baja a la tierra, al día a día, un agresivo riff que acompaña a unos versos fuera de lo común, con un mensaje anticipo del punk, rayando lo antisistema.
Y ésa fue la revolución propia de Harrison, rompiendo la urna de cristal bajo la que estaba escondido y revelando una personalidad hasta ese momento agazapada. O escondida entre la verborrea musical de sus compañeros, concretamente del dúo Lennon & McCartney, que en los primeros cinco álbumes no le habían dejado colar más que tres canciones… las mismas que en ‘Revolver’.
Merece la pena repasar las obras cumbre de este trabajo, en el que crítica y público coinciden en calificar como la semilla por fin germinada de la música que hoy nos sirve de banda sonora.
Sigan leyendo y disfrutando de la música…
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