Cultura

Music Hotel by Ballantines: la primera gran fiesta electrónica post pandemia convierte un hotel de Toledo en un festival seguro

  • Iñigo Artola
  • Portadista. Redactor de cultura, internacional, política, sociedad y lo que haga falta. Devorador insaciable de series y películas.

La fiesta volvió este fin de semana a la escena española y lo hizo de la mano de Music Hotel, de Ballantines, en Toledo. Los hoteles, ese horizonte fiestero poco explorado hasta la fecha, se convierten en el enclave perfecto para celebrar fiestas y eventos en este mundo post pandemia. El coronavirus ha puesto en jaque a diversos sectores económicos en todo el globo terráqueo, uno de los más golpeados ha sido el del ocio nocturno.

Con las pistas de baile de toda España reducidas a un punto de encuentro social sin autorización para desempeñar su función, los promotores y los artistas se esfuerzan por encontrar opciones viables y seguras que permitan al público disfrutar de la música y a los organizadores llenar los agujeros de sus maltrechas cuentas. El Hotel Beatriz Auditorium de Toledo fue el escenario del primer Music Hotel de Ballantines con DJ Nano como protagonista indiscutible.

Asistentes a la fiesta Music Hotel by Ballantines disfrutan de la música en directo desde el balcón de la habitación del Hotel Beatriz Auditorium de Toledo.

El evento abría sus puertas a mediodía. En circunstancias normales, nadie hubiera pensado que los españoles llegaran puntuales pero la ausencia de fiestas durante los últimos cuatro meses provocó que fueran muchos los que decidieron llegar puntuales a la cita. Tras el check-in e instalarse en la habitación, la primera visita obligada era el propio balcón de la habitación. Convertido en un lugar seguro, el balcón se antojaba un lugar desde el que disfrutar de la música rodeado de amigos y sin preocuparse de contagios externos.

La música ya inundaba el hotel entero para las 13:00 horas. Un escenario con producción de sonido y luz propias de un macrofestival coronaba la piscina en la que se refrescaban del calor toledano los primeros asistentes al evento. Con una media de edad comprendida entre los 20 y los 40 años, la música remember hizo saltar durante las siguientes 18 horas, hasta el domingo a las 6 de la mañana cuando se hizo el silencio en el Hotel Beatriz.

El escenario de Music Hotel de Ballantines encima de la piscina.

Grupos de amigos repartidos en mesas con espacio acotado (siguiendo las directrices de esta ‘nueva normalidad’ que pone en el punto de mira a la socialización con desconocidos), botellas de champagne y whiskey adornadas con bengalas, tatuajes que llevaban confinados casi medio año y la alegría de volver a estar de fiesta provocaron que al anochecer, la piscina parecía ubicada en la Ibiza prepandemia en lugar de en la meseta castellana.

Sin duda alguna, Music Hotel se antoja una iniciativa más que atractiva en esta nueva realidad a la que todos los sectores van a tener que adaptarse para sobrevivir. Con todos los festivales de música electrónica congelados, como mínimo, hasta el 2021, eventos como Music Hotel by Ballantines se podrían convertir en el centro neurálgico de la música electrónica en vivo. Aunque algunos flecos sueltos se podrían mejorar, la organización de Music Hotel, sin duda alguna, convirtió el evento en lo mejor que le ha pasado al ocio nocturno español en los últimos cinco meses.