Lorde demuestra su talento innato para la música en el único concierto en España de su gira ‘Melodrama’
El club Sant Jordi de Barcelona brilló bajo la fulgurante luz de Lorde el pasado lunes. Esta neozelandesa de 20 años no llenó la sala pero su arrolladora y enérgica identidad bastó para cubrir los huecos en el aforo. La energía fluía sin obstáculos en una carretera de doble sentido entre la joven artista y un público entregado. Ella daba el arranque y el público le seguía cantando y bailando todas y cada una de las canciones que sonaron en el recinto catalán.
Ella Maria Lani Yanich-O’Connor, Lani para los amigos y Lorde para el resto del planeta, demostró una comodidad sobre las tablas que solo otorga el talento. Y ella de talento va sobrada. Su característica voz llenó la mitad vacía del recinto y empujó a todos los presentes a bailar sin descanso durante poco más de hora y media. Moviéndose como solo ella puede hacerlo y sin abandonar la sonrisa, Lorde supo guiar al público entre los excesos fiesteros y sentimientos a flor de piel que habitan en ese su universo musical.
thankyou to every stop on this tour for reminding me what this music means to you. i needed it. ? pic.twitter.com/vvwE9Y4iqc
— Lorde (@lorde) 9 de octubre de 2017
Tres cambios de escenario (siguiendo la máxima de ‘menos es más’) y vestuario marcaron los tempos de su único concierto en España. Un trío de escenarios sobrios cuyo mayor fuego y artificio son unos coloridos fluorescentes cuya única función es acompañar a la gran protagonista de la noche: Lorde.
En el concierto no faltó ni una canción. Quizás ‘Team’, éxito de su anterior trabajo, pudo echarse en falta. Pero la selección no disgustó a ninguno de sus fans. Lorde comenzó con ‘Homemade Dynamite’ y terminó llenando el Sant Jordi Club con esa ‘Green Light’ que sirvió de lanzamiento de su disco ‘Melodrama’. Por el camino visitó sus ‘Perfect Places’ y todos los grandes hits del disco como ‘Hard Feelings’, ‘Sober’ o ‘Supercut’. No faltaron los éxitos de ‘Pure Heroine’ como ‘Buzzcut Season’ (cuyas primeras notas interpretó con un xilófono sentada en el suelo del escenario) y ‘Tennis Court’; incluso interpretó su colaboración con Disclosure, ‘Magnets’. Mención especial merece su cover de ‘Somebody Else’ de 1975, que llenó de color el escenario mientras Lorde brincaba con evidente felicidad de lado a lado del escenario.
Todo un homenaje musical a la generación ‘millenial’, que ha encontrado en Lorde su voz ante el mundo. Una voz que, a pesar de su corta trayectoria, pisa fuerte dejando huella y supera las expectativas de quienes vieron en ella una artista con tan solo 12 años. Puede ser que este segundo disco no haya obtenido los resultados económicos de sus contrincantes en los rankings, pero muy valiente sería quien negara el talento (innato y aun en desarrollo) de la peculiar y espontánea Lorde.
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