Gamoneda, el fabuloso poeta de letra manuscrita incomprensible, el que propició su primera exposición en solitario en 1972 en León, aunque el boom absoluto vino cuando su obra fue elegida para exponerse en la muestra ‘New Image From Spain’ en el Museo Guggenheim de Nueva York. Esto la convirtió, junto a Carmen Calvo, en la primera artista española en exponer y tener obra en el prestigioso museo estadounidense.
María de las Mercedes de Borbón y Orleans, madre y abuela de Juan Carlos I y Felipe VI, respectivamente, le quiso comprar un cuadro “muy pequeño” del que se encaprichó, aunque finalmente la viuda del Conde de Barcelona no se lo pudo llevar a casa. “Fernando Vijande, que era muy pesetero, no me dejó dárselo porque ya estaba vendido”, dice Gancedo divertida.
La obra de Gancedo se encuentra representada en numerosos museos y colecciones, tanto nacionales como internacionales, entre otros: The Solomon R. Guggenheim Museum; ARTIUM; CAAC; MACBA; MACE; MACVAC; MNCARS; MUSAC o TEA. Un arte que, como mostraba su última exposición de 2018-2019 en el MUSAC de León, está tocado por la tensión y un permanente requerimiento sobre qué cosa sea la esquiva verdad o las apariencias, lo real o su expresión formal, la historia, el tiempo y sus imágenes.
Representación en trance de descubrimiento, tal un desvanecimiento momentáneo, mirada transfigurada, acariciando la representación en suspensión, Gancedo ha sido capaz de transmutar el mundo en un espacio introspectivo, tal phasmas.
Excéntrica abstracción, remedando a Lyppard, desvanecimiento de los límites, encadenando historia de arte y vida, e interrumpiéndolo con brusquedad, viajando entre escisiones e incorporaciones, encarnizándose con las imágenes mediante apropiaciones y reapropiaciones, deslizada entre lo presente o el prodigio, su mundo creativo deviene pleno de complejidad y extrañeza.
Narraciones tal sistemas de significado, soplos en el silencio de una lengua incinerada por el duelo, el pasado o el ruido. El olvido y el verbo del dolor, creadora-como-creadora de sentidos en una realidad que parece referir cuestiones como lo material y lo corpóreo, un mundo real más fantasmático donde hay, otrosí, una cierta incertidumbre, un aire de suspensión y tránsito, que pareciere mediar con el contemplador, pues su obra revela no tanto un elemento quieto o aherrojado como un estado de conciencia, fuerzas o modos de energía precisos para conocer.
Buscadora de imágenes en la tierra baldía, hay algo imperioso en las creaciones de Gancedo, como si ardiera, aún ahora, la necesidad de un relato. Memoria, desarraigo, tiempo, viaje entre lo visible y lo invisible, lo que está o lo que se escapa, el paso del tiempo: con un aire poético sus imágenes se elevan en declarado espíritu no-gramatical, narraciones en disolución, tal la porción congelada de un tiempo.
Errancia de la visión, hay algo en su obra de quemazón y abismo. Pintura como extrañamiento, viaje entre el desasosiego y la alteridad, desde esa representación de elementos procedentes de la realidad tienta el límite, derivándonos hacia un ejercicio permanente de la propia finitud.