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Revolución total en la astronomía: Investigadores suizos creen que la NASA se equivocaba sobre Urano y Neptuno

  • Betania Vidal
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Cuando se habla del Sistema Solar, la clasificación parece clara: planetas rocosos, gigantes gaseosos y gigantes helados. Pero esa división, aceptada durante años por la NASA y gran parte de la comunidad científica, vuelve a ponerse en duda. Investigadores de la Universidad de Zúrich creen que Urano y Neptuno podrían ocultar interiores mucho más rocosos de lo que indican los modelos clásicos.

Aquí nos centramos en la investigación publicada en Astronomy & Astrophysics por el equipo suizo, que reabre el debate sobre la verdadera composición de estos dos planetas azules y cuestiona algunas suposiciones.

Qué ha averiguado el nuevo estudio sobre Urano y Neptuno

La mayor parte de los datos directos sobre Urano y Neptuno proceden del sobrevuelo de la Voyager 2 en los años 80 y de observaciones posteriores con telescopios como el Hubble. A partir de ahí se construyeron modelos internos que asumían grandes capas de hielo a altísima presión.

El equipo de la Universidad de Zúrich ha optado por otro enfoque. En lugar de imponer una estructura fija, desarrollaron un método híbrido que combina física planetaria y simulaciones numéricas. Generaron miles de posibles perfiles internos a partir de distribuciones de densidad aleatorias, calcularon el campo gravitatorio resultante y lo compararon con los datos observacionales reales.

El resultado indica que los modelos compatibles con las mediciones permiten interiores dominados por roca, no solo por hielo. Luca Morf, autor principal del estudio, lo resume así: «La clasificación de gigantes de hielo es demasiado simplificada, ya que Urano y Neptuno aún se comprenden poco».

El estudio no afirma que ambos planetas sean rocosos sin discusión. Lo que plantea es que la riqueza en hielo no es la única opción coherente con los datos actuales. Incluso encaja con hallazgos recientes, como la composición mayoritariamente rocosa de Plutón, que ya obligó a revisar algunas ideas previas.

Uno de los puntos más interesantes es el análisis del campo magnético. A diferencia de la Tierra, Urano y Neptuno presentan campos magnéticos irregulares, con múltiples polos y grandes desviaciones. Los nuevos modelos incluyen capas de agua iónica capaces de generar dinamos magnéticas en posiciones inusuales, lo que explicaría mejor estas anomalías. También sugieren que el campo magnético de Urano se origina a mayor profundidad que el de Neptuno.

La relevancia del debate sobre la composición de los planetas

Un cambio de concepción sobre la composición de los planetas impacta sobre cómo se formaron, cómo evolucionaron y qué papel juegan dentro del Sistema Solar. Si Urano y Neptuno son más rocosos de lo pensado, los modelos de formación planetaria deben revisarse.

También cambia la forma en que interpretamos exoplanetas similares detectados en otras estrellas, muchos de los cuales se clasifican por analogía con estos dos mundos.

Aún se sabe poco sobre el comportamiento de los materiales sometidos a presiones y temperaturas extremas, lo que introduce incertidumbre en cualquier modelo. Por eso insisten en que una misión dedicada a Urano y Neptuno permitirá salir de dudas.

Más que una corrección puntual a la NASA, este estudio muestra que los datos actuales no bastan para una respuesta definitiva. Urano y Neptuno podrían ser gigantes helados, gigantes rocosos o algo intermedio. Hasta que nuevas sondas vuelvan a visitarlos, el debate seguirá abierto.